Por otro lado, muchas empresas requieren de recursos para invertir, igualmente en el presente para pagos futuros; la inversión de las empresas genera, entre otras cosas: empleo, compra de insumos, mejoras tecnológicas, aumento de la producción y ante todo la capacidad de responder al consumo.
Aparte del crecimiento al cual contribuye el sector financiero, también debe ser una fuente de desarrollo económico. No es casualidad que los países más desarrollados del mundo tengan fuertes y eficientes instituciones financieras que han colaborado en el desarrollo económico de sus sociedades.
Pero, cuando el sector financiero se preocupa más por las ganancias propias que por las de la sociedad, entonces estamos en problemas.
Una de las muchas causas por la cuales un país como Colombia está aún en vía de desarrollo (por no decir subdesarrollado), se le puede atribuir al sector financiero. No es más sino hacer una comparación.
Comparemos al país más desarrollado del mundo, Estados Unidos, con Colombia. Estados Unidos tiene casi siete veces el ingreso per cápita de Colombia; esto lo que significa es que el poder adquisitivo o poder de compra promedio de un ciudadano estadounidense es siete veces mayor que la de un ciudadano colombiano.
Pero, por otro lado, el interés efectivo anual promedio, en términos nominales, que le cobra un banco estadounidense a sus ciudadanos por préstamos de consumo es aproximadamente y siendo flexibles, una cuarta parte de lo que cobra un banco colombiano a sus ciudadanos.
Lo que significa esto es que un colombiano promedio con una séptima parte del poder adquisitivo que un estadounidense promedio paga cuatro veces más interés por un préstamo de consumo que el que paga éste. Es decir, tras de cotudos con paperas.
Los préstamos de consumo son un ejemplo, pero el mismo análisis se puede hacer para préstamos hipotecarios, para las tarjetas de crédito, para préstamos de estudio, etc.
Los préstamos hipotecarios son un tema que hay que analizar seriamente; ya en Estados Unidos estalló la crisis hipotecaría debido a que los bancos hicieron préstamos a personas sin ingresos demostrables; en Colombia se podría repetir la historia, pero debido a las altas tasas de interés que se les cobra a los compradores de vivienda.
El boom de la construcción en Colombia fue un síntoma de que la economía iba por buen camino, pero las altas tasas de interés para compra de vivienda tarde o temprano tiene efectos sobre la cartera hipotecaria y los síntomas del freno de la construcción ya son claros.
Según como esté la construcción está la economía, cuando la construcción está en auge la economía es saludable, pero cuando la construcción comienza a presentar síntomas de estancamiento hay que preocuparse, no vaya y sea que la economía colombiana entre en el rodadero del ciclo económico.
Las grandes ganancias del sector financiero en los últimos años han tenido un costo alto para el sector real de la economía, que en últimas es el que mueve la creación de empleo, el aumento de la producción y contribuye significativamente al desarrollo de la sociedad. Es bueno que el sector financiero tenga altas ganancias, pero no es bueno que sea a costa del sector real de la economía.
Es cierto que las tasas de colocación en Colombia están correlacionadas con las tasas de intervención del Banco de la República; pero, por otro lado, es cierto también que los bancos en Colombia se pegan a la tasa máxima de usura que establece la Superintendencia Financiera para fijar los intereses de los préstamos.
Los topes máximos de tasas de interés de usura autorizados por la Superintendencia Financiera son, redondeando: tasa de usura 33 por ciento, para crédito de consumo 22 por ciento y para microcrédito 34 por ciento.
Entonces surge la pregunta: ¿Con qué criterios se fija la tasa máxima de usura? ¿Cuáles son los elementos técnicos que definen cual debe ser la tasa máxima de usura? No es casualidad que la crisis económica de 1999-2000 en Colombia haya estado precedida de una crisis financiera.