Repentinamente, el presente y futuro del sector del automóvil estadounidense se ha convertido en la principal distinción entre la vieja y la nueva Casa Blanca, la de George W. Bush y Barack Obama, ante sus visiones opuestas sobre cómo ayudar a los fabricantes estadounidenses.
Aunque Paulson reconoció que el sector del automóvil se encuentra casi en estado terminal y que es necesario actuar, el secretario del saliente presidente Bush añadió que la solución "tiene que ser viable" y que "el plan de rescate fue diseñado para el sector financiero".
Si acaso, Paulson está dispuesto a modificar la ley aprobada en septiembre por el Congreso para facilitar 25.000 millones de dólares en préstamos a la industria y "liberar más fondos".
Pero Paulson no ofreció detalles de cuánto más las autoridades federales estarían dispuestas a conceder a los Tres Grandes de Detroit: General Motors, Ford y el Grupo Chrysler.
Mientras tanto, el presidente electo, Barack Obama, su equipo de transición y los líderes del Partido Demócrata en el Congreso y en el estado de Michigan están dejando claro que su visión de lo que el sector del automóvil necesita es diametralmente opuesta a la de la administración Bush.
Durante la reunión en la Casa Blanca entre el presidente saliente y el electo, Obama dejó claro a Bush que considera las ayudas esenciales y urgentes para el sector del automóvil.
Según han filtrado los demócratas, durante la reunión Bush (que a lo largo de su mandato se ha distinguido por su falta de interés en ayudar a los fabricantes de automóviles) ofreció ayudar a Detroit a cambio de que los demócratas aprueben el tratado de libre comercio con Colombia, estancado en el Congreso.
La Casa Blanca negó este martes que Bush intentase negociar uno por otro. Pero tras la reunión, los portavoces de la Casa Blanca cambiaron algo sus consignas y empezaron a señalar que la administración Bush estaría dispuesta a acelerar e incrementar de alguna forma las ayudas a los fabricantes.
Pero los líderes demócratas quieren que el sector del automóvil sea incluido en el plan de rescate de 700.000 millones de dólares y consideran que la ley aprobada en septiembre, pese a lo afirmado hoy por Paulson, permite hacerlo sin necesidad de cambiar su letra o espíritu.
La jefa de los demócratas en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, dijo ayer que es necesario crear una ley que "proporcione asistencia financiera de emergencia y limitada al sector del automóvil bajo la Ley de Estabilización Económica de Emergencia".
Por su parte, el líder demócrata en el Senado, Harry Reid, dijo también ayer que sus senadores "están comprometidos a hacer todo lo que puedan para ayudar al sector del automóvil".
Mientras, la gobernadora del estado de Michigan, la demócrata Jennifer Granholm, dijo hoy que la crisis del sector es extremadamente grave y que la acción gubernamental es urgente.
Granholm recordó que uno de cada 10 puestos de trabajo en Estados Unidos depende del sector y que lo que los demócratas están solicitando es una fracción de los 700.000 millones de dólares que la administración Bush ha decidido conceder al sector financiero.
La ayuda gubernamental no quita que GM, Ford y Chrysler tienen que pasar por una profunda reestructuración.
Como señalaba este miércoles Leonid Feller, asistente al fiscal general en Detroit, "los fabricantes estadounidenses sufren de una grave inflación de modelos que muchas veces compiten con modelos de la misma marca".
Feller destaca que mientras que Toyota vende 29 modelos bajo tres marcas, GM tiene 55 modelos y siete marcas, si se excluye Hummer.
De igual forma, GM tiene una inflada red de concesionarios. Toyota tiene menos de 1.500 concesionarios en E.U. Cada uno vende 1.800 vehículos al año. La red de GM supera los 6.000 concesionarios, pero cada uno vende menos de 500 vehículos anualmente.