La razón es que en la medida en que aparecen datos sobre la evolución del sector productivo en el presente año, es evidente que la velocidad es otra.
Así lo dejan en claro tanto las estadísticas del Dane como las encuestas sectoriales adelantadas por los gremios de la producción. En todos los casos es evidente que hay un menor ritmo que en el pasado reciente y que circunstancias tales como la coyuntura mundial, el alza en las tasas de interés internas o la profunda revaluación del peso, se han conjugado para frenar el carro de la economía.
Esa situación no necesariamente preocupa a los analistas. De hecho, las autoridades tienen mucho que ver en lo sucedido, pues la visión preponderante es que resulta preferible un aterrizaje suave a uno forzoso.
Por tal motivo, desde hace meses el Banco de la República adoptó medidas tendientes a enfriar la demanda interna. Tal como lo dijo el propio Emisor en su informe al Congreso, "para alcanzar un crecimiento sostenido de largo plazo es necesario tener una inflación baja y estable".
No obstante, el 2008 ha estado signado por una mayor incertidumbre que en el pasado reciente.
Por una parte, los efectos de la cada vez más fuerte recesión en los Estados Unidos todavía son difíciles de evaluar. En la medida en que las malas noticias para la economía más poderosa del planeta se acumulan, surgen inquietudes sobre un posible contagio en otras latitudes.
Pero eso ha ocurrido solo de manera moderada, por lo menos hasta la fecha. De hecho, los países exportadores de materias primas se siguen beneficiando de las altas cotizaciones de productos como el petróleo o los cereales en el mercado internacional.
Más allá de las quejas populares en las más diversas latitudes por las fuertes alzas en el precio de los alimentos, una buena parte del mundo en desarrollo ha obtenido ganancias de la situación.
Volviendo a Colombia, la creciente dependencia de Venezuela como destino de las exportaciones de manufacturas, también es una señal de alerta. A pesar de la dinámica del comercio binacional, las tensiones diplomáticas de comienzos del año y la inflación creciente en el país vecino crean un gran signo de interrrogación sobre la sostenibilidad de ese mercado.
Un tercer elemento, que no es novedoso pero se ha profundizado, es la caída en el precio del dólar por debajo de los 1.800 pesos, el mismo nivel de mediados de 1999. La aguda revaluación ha multiplicado las quejas tanto de los exportadores, como de los productores nacionales que deben competir con los bienes importados, cuya tasa de crecimiento en el primer bimestre fue superior al 30 por ciento anual.
Por tales circunstancias, las proyecciones sobre el futuro de la economía se mueven en un rango mucho más amplio que en el pasado reciente. Por ejemplo, el Banco de la República proyectó un aumento del Producto Interno Bruto entre 3,7 y 5,7 por ciento para el 2008, aunque aclaró que "es probable que la economía se ubique en la parte alta de este rango, cercana al 5 por ciento, si se tiene en cuenta el desempeño satisfactorio de los indicadores disponibles hasta la fecha sobre el comportamiento de los consumidores, el empleo y la industria". Así las cosas, la entidad concluyó que "la desaceleración de la economía sería moderada y su tasa de expansión seguiría por encima del promedio histórico".
Parte de las buenas expectativas se asientan en que la confianza de los consumidores se mantiene, a pesar de que es un poco menos positiva que en diciembre pasado.
También es destacable el comportamiento de la inversión extranjera que mantiene crecimientos superiores al 20 por ciento, después de haber alcanzado un nivel sin precedentes de 9.038 millones de dólares en el 2007.
Una proporción importante de esos recursos se ha dirigido a las industrias extractivas que han registrado precios récord, tanto en el caso del petróleo, como del carbón, el oro y el ferroníquel. La febril actividad exploratoria en hidrocarburos, abre además la posibilidad de mayores exportaciones en los años por venir si, por supuesto, tienen lugar los hallazgos. Por tales razones, el pulso de la economía nacional tiene hoy en día más sobresaltos que en el pasado reciente. Aunque la buena salud se mantiene, los signos vitales no son tan uniformes ahora, aunque la esperanza de las autoridades es lograr una estabilización en los meses por venir.
Puesto de otra manera, el aterriza suave sigue siendo posible, así el vuelo haya encontrado más turbulencia que la prevista. El desafío, por supuesto, es que los pilotos mantengan el control de la nave y que sepan sortear las tormentas o aumentar el combustible, si llegara a ser necesario.