Este movimiento, que de algún modo extiende la tendencia que ya se venía avizorando en el pasado mes de diciembre, afecta en forma directa, principalmente, a los grandes inversores e inversionistas institucionales como bancos, aseguradoras y fondos de pensión, que son grandes tenedores de estos activos.
Como es de conocimiento, los títulos de deuda pública durante el 2009 lograron rentabilidades importantes. De hecho, el TES con vencimiento en julio del 2020, el cual actúa como punto de referencia en el sistema, alcanzó un rendimiento de 20 por ciento. Sin embargo, existe incertidumbre con respecto al accionar que puedan tener estos títulos durante el 2010, ya que es un año de elecciones, y es habitual que bajo ese contexto exista al menos volatilidad en los mercados.
Sin ir más lejos, al retornar al 2006, año donde es reelecto el presidente Álvaro Uribe, podemos observar en el comportamiento de estos títulos una gran volatilidad con un fuerte crecimiento de las tasas en el primer semestre, que pasaron de niveles del 7 al 12 por ciento, y una posterior caída del rendimiento hacia la segunda mitad del año, que lo terminó regresando hacia el 9 - 8,8 por ciento. Resulta altamente posible que esta inestabilidad sea una característica durante el 2010, no sólo por motivos o circunstancias locales, sino también por lo que pueda ocurrir a nivel internacional.
Si nos detenemos en el análisis del comportamiento de la tasa a lo largo de los últimos dos años, observamos que tras el rally del 2008 hacia niveles del 13,9 por ciento, ha comenzado un proceso bajista para el rendimiento que se extendió hasta alcanzar los mínimos de noviembre pasado en torno al 8, 0 - 7,8 por ciento. Dicho movimiento ha sido directo, sólo con una recuperación menor de tasa hacia mediados del 2009, que ha sido contenida por la zona del 9,6 por ciento, para finalmente desde esas instancias se materialice la baja hacia los mínimos antes mencionados de 7,8 por ciento.
De acuerdo a nuestra lectura, siempre desde el punto de vista técnico, resulta posible considerar que los mínimos registrados hacia noviembre-diciembre pasados hayan sido de importancia para el mediano plazo, y que desde esas instancias se encuentre en fuerza un movimiento de recuperación mayor para la tasa, el cual debería extenderse hacia los próximos meses; ello al menos como recuperación del trayecto de baja, previo desde el 13,9 por ciento.
En efecto, creemos posible que este movimiento alcista de tasa iniciado en niveles de 7,8 por ciento pueda extenderse hacia los próximos meses, con la intención de llevar el rendimiento de este bono de referencia de regreso hacia el 9,3 - 9,4 y 9,6 por ciento, aunque con posibilidades de que, incluso, el alza de tasa pueda ser aún mayor con rendimientos del 10 por ciento hacia mediados del presente año.
Es claro que en el corto plazo se pueden presentar recortes parciales al avance del último mes operativo, sin embargo, desde nuestro punto de vista, dicho comportamiento debe ser considerado oportuno para bajar la exposición de bonos, a la espera del repunte mayor tasa que mencionamos antes, hacia el 9,6 por ciento, al menos; todos los niveles siempre tomando como referencia el título con vencimiento a julio del 2020.
¿QUÉ ESPERAR PARA EL DÓLAR?
Si repasamos la historia de los últimos 15 años, y nos detenemos a observar el comportamiento de la divisa en épocas de elección, identificaremos que la tendencia se ha caracterizado por ser alcista para la moneda estadounidense. En 1994, cuando es nombrado presidente Ernesto Samper Pizano, el peso colombiano se deprecia en un 3 por ciento; en 1998, cuando llega al poder Andrés Pastrana, la devaluación alcanza 15 por ciento, mientras que en el 2002, cuando asume el poder Álvaro Uribe, en su primera presidencia el peso colombiano alcanza una devaluación del 23 por ciento.
Veremos que sólo en el 2006, cuando Uribe es reelegido, el peso colombiano termina el año revaluado respecto a la moneda estadounidense, sin embargo, aun así, durante el primer semestre de ese año, es decir, hasta un mes después su triunfo, la moneda local llegó a devaluarse en un 15 por ciento, para luego, a partir del segundo semestre, recuperar el terreno perdido.
Está claro que la historia no necesariamente deba leerse como un lineamiento directo, y por lo tanto, creer por ello, que el sólo hecho de ser el 2010 un año de elecciones, el dólar tenga que subir, aunque debemos decir que de acuerdo a nuestro modelo de análisis, el 2010 se muestra ya como un año prodólar en el mundo, intentando recuperar las fuertes bajas sufridas al menos durante el 2009.
En este sentido, si la tendencia prodólar se confirma frente a monedas de importancia como el euro y libra, resulta probable que esa tendencia se termine replicando en la región, y el peso colombiano no estará exento, ya que por efectos de las elecciones presidenciales, la tendencia a favor de la moneda estadounidense, incluso hasta podría acentuarse.
Si nos detenemos en la proyección de precios, entendemos que la baja de comienzo de año encuentra sólido soporte en la zona de 1.960-1.920 pesos, y mientras esa zona no sea quebrada de manera consistente, allí estaremos en presencia de niveles para la compra y el posicionamiento en la moneda estadounidense. Sólo caídas inmediatas del dólar por debajo de 1.900 pesos estará comprometiendo nuestra lectura y análisis, y entonces sí podremos pensar en regresos hacia los 1.800 pesos, o bien esperar valores inferiores como parte de un proceso de revaluación mucho más importante a lo largo del presente año; aunque vale decir que actualmente este escenario luce poco probable.
CONCLUSIÓN
El 2010 se presenta como un año difícil, pero no por ello poco entretenido desde el punto de vista de los mercados financieros, ya que la volatilidad aparenta ser un factor determinante. De acuerdo a nuestras expectativas, a lo largo del presente año debemos esperar recuperación de las tasas y también presión alcista para el dólar. Veamos finalmente que ocurre...