Además de la simple acumulación, la necesidad de garantizar la seguridad y la liquidez de las reservas internacionales hace que el perfil de riesgo de los activos seleccionados para la acumulación sea bajo.
Una vez se cumple con esta exigencia, el objetivo de la administración del portafolio es generar la mejor rentabilidad posible. Así entre 2000 y 2008 las reservas internacionales generaron una utilidad de 5.810 millones de dólares. Para alcanzar esos resultados fue necesario asumir riesgos financieros asociados a cada uno de los activos que compone la cartera formada.
El portafolio actual, que representa cerca del 95 por ciento del total de reservas internacionales, se ha modificado recientemente para evitar la volatilidad de los activos de renta variable, de forma tal que ha quedado invertido cerca del 85 por ciento en papeles emitidos por gobiernos, acuerdos de recompra con la Reserva Federal y entidades supranacionales. El porcentaje restante está invertido en activos emitidos por entidades bancarias (12,6 por ciento) y entidades corporativas (2,4 por ciento).
Respecto a la calificación crediticia, el 93 por ciento de los activos tiene AAA en el largo plazo y A1 en el corto. El saldo restante (fuera del portafolio) está distribuido en: i) la posición en el FMI y derechos especiales de giro (DEG) (670 millones); ii) aportes al Fondo Latinoamericano de Reservas, Flar, (369 millones), y iii) oro, pesos andinos y saldos positivos de convenios internacionales (33,6 millones).
Para el Ofin, en la selección de la composición por monedas es necesario tener en cuenta varias consideraciones. Si uno de los objetivos centrales de las reservas es poder intervenir en el mercado cambiario, en el portafolio de las reservas debe tener una importancia significativa la divisa empleada para dicha intervención.
Así mismo, si se acumulan reservas para atender las obligaciones en moneda extranjera, tanto de comercio de bienes y servicios como de capitales, debe existir una proporción de las reservas que replique los egresos de la balanza de pagos del país.
Actualmente esa composición es la siguiente: 85 por ciento dólares, 12 por ciento euros y 3 por ciento yenes, a manera de replicar los egresos de la balanza de pagos promedio en cada moneda de los últimos tres años.