A pesar de que el subsidio a la tasa de interés hipotecaria, adoptado desde abril del 2013 para los estratos medio y bajo, ha impulsado la adquisición de vivienda nueva, también habría generado el aumento de los precios.
Así lo advierte un informe de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (Anif), en el que agrega que parte del fenómeno está en la promoción ‘artificial’ y temporal de una mayor asequibilidad para la compra.
“Con este entorno, y dadas las presiones fiscales, los excesos de demanda y los elevados precios, no deberían impulsarse los subsidios a la vivienda, sino la competencia entre el sector bancario vía tasas”, señala el presidente del gremio, Sergio Clavijo.
El informe va más allá y sugiere que el ingreso real de la gente tampoco crece al ritmo de los valores de la finca raíz.
De hecho, datos de la entidad, que cubren el periodo 2005-2013, dan cuenta de un aumento de 6,7 por ciento anual en el precio de la oferta nueva y de 7,4 por ciento anual en la usada.
Estos superan los crecimientos del ingreso total (4,7 por ciento anual del PIB real), del consumo de los hogares (4,6 por ciento) y de su ingreso disponible (4,5 por ciento).
HIPÓTESIS REFUTABLE
Para César Llano, presidente de la Federación Colombiana de Lonjas de Propiedad Raíz (Fedelonjas), la hipótesis de Anif está teóricamente bien sustentada, pero en la práctica no es tan real, básicamente porque la destinación del estímulo fue –como lo dice la misma Asociación– para los estratos bajo y medio, y en una tercera fase, para impulsar la compra de viviendas con precios entre 80 y 200 millones de pesos, es decir, donde el impacto es marginal y no tan fuerte.
“Caso contrario, y eso hay que tenerlo claro, es el de los estratos altos. Allí es evidente la especulación, pero con la diferencia de que no tiene el beneficio de un subsidio”, explica Llano, quien limita el fenómeno a Bogotá, Bucaramanga y una parte de Medellín, especialmente en el mercado de casas.
Incluso, Llano considera que en los niveles altos no es un fenómeno colectivo sino particular: “Allí no hay una crisis de hipoteca, simplemente porque el estrato 6 no se endeuda para comprar o lo hace en montos muy bajos lo que, de paso, desvirtúa cualquier riesgo de burbuja”.
Y aunque Anif está en el bando contrario, reconoce el beneficio del Gobierno ha sido positivo. Eso se ve en el Índice Anif de Asequibilidad de la Vivienda (IAAV).
En efecto –dice el informe– al corte de enero pasado este se ubicaba en un plano ligeramente favorable para todos los segmentos de ingreso, salvo para el estrato bajo sin subsidio.
Sin embargo, insiste en que el estímulo a la demanda genera presiones al alza sobre los precios y cita el caso particular de Bogotá, que desde el 2005 sufre por las restricciones de suelo y los choques de demanda.
“Estos factores han elevado los valores de la vivienda a puntos superiores al 40 por ciento de su promedio histórico, muy por encima de los fundamentales de ingreso de la economía”, explica Anif.
Vale recordar que los 32 mil créditos avalados para ser respaldados con el subsidio a la tasa se acabarían en junio; de ahí el consenso en la necesidad de a mirar de dónde se apropian nuevos recursos.
‘EL ANUNCIO DE UNA BURBUJA INEXISTENTE’
Según el ministro de Vivienda, Ciudad y Territorio, Luis Felipe Henao, Anif lleva dos años anunciando una burbuja que no existe.
“Todos los estudios demuestran que no hay elementos estructurales para respaldar las conclusiones que la Asociación ha desarrollado”, explica el funcionario.
Del subsidio a la tasa, destaca el impulso que le dio inicialmente a los estratos bajos (con el beneficio vigente y permanente) y luego, a los rangos medios (que también tiene cupos disponibles).
“Lo que ha hecho el beneficio es mejorar el acceso de las familias al crédito”, anota Henao.
Y agrega que “en un país como Colombia, donde este es escaso y las tasas de interés son de las más altas de la región –según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)– impulsar estos programas da paso a la equidad. Aún más si tenemos en cuenta que en el país se construyen 250 mil unidades nuevas y solo hay 120 mil créditos, entre viviendas nuevas y usadas”.
Gabriel E. Flórez G.
Economía y Negocios