Las elecciones en Guatemala iluminan la batalla entre políticas democráticas y el crimen organizado. Desde que el poder civil fue restablecido en 1986, se aprecia hoy que los sucesivos gobiernos han tenido tantos problemas de violencia, que ningún partido ha logrado ganar más de un período de gobierno en la presidencia. Esa tendencia parece continuar en la elección general del pasado mes de septiembre. Mientras el candidato de gana del presidente Óscar Berger, queda rezagado a un tercer lugar de lejos, las encuestas de opinión sugieren una segunda vuelta entre dos candidatos que no se parecen en nada al gana de Berger. Álvaro Colom, un hombre de negocios, maneja un partido de centro-izquierda que antes estaba cerca de la guerrilla de izquierda que participó en una guerra civil, principalmente contra dictadores militares durante más de tres décadas hasta 1994, cuando se hizo un acuerdo de paz. Su más cercano rival, Otto Pérez Molina, parece estarlo superando. Pérez es un ex general a cargo del servicio de inteligencia del ejército. Colom pregona un slogan de esperanza, mientras Pérez habla de una mano firme (¿seguridad democrática?). Pero ambos líderes coinciden en que el crimen violento es el problema mayor. La tasa de asesinatos en Guatemala de 47 por 100.000 habitantes en el 2006, es la segunda más alta en las Américas, después de Colombia, de acuerdo al Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas (Undp). Esa cifra sube a 110 por 100.000 en Ciudad de Guatemala, la capital del país. En Colombia, la tasa de crímenes está cayendo a pesar de que el conflicto armado persiste. En Guatemala la cifra de hoy está subiendo (desde 31,5 por ciento por 100.000 habitantes en el 2003, de acuerdo al Centro para el Estudio de la Justicia en las Américas, un tanque de pensamiento). La Undp opina que la violencia le cuesta a Guatemala el equivalente de 7,3 por ciento del PIB cada año. El Salvador, país vecino, sufrió también una guerra civil, pero ahora tiene menos crímenes que Guatemala. El actual presidente, señor Berger y su gobierno, han hecho una labor relativamente buena en la economía, pero en cuanto al crimen, ha luchado ineficazmente contra las poderosas mafias, que tienen contactos muy cercanos con elementos de las fuerzas de seguridad, y contra las pandillas juveniles (conocidas como Maras). La más grande debilidad del gobierno de Berger es la resistencia ancestral de los ricos en Guatemala a pagar impuestos. El Estado debe, de alguna manera, funcionar con menos del 10 por ciento del PIB, cifra bien debajo del promedio en América Latina. La economía guatemalteca ha sido ayudada por las remesas de los compatriotas en E.U. Los candidatos presidenciales están de acuerdo en la necesidad de aumentar los ingresos por impuestos, fortalecer el sistema policial y el judicial, y combatir la pobreza. Parece que aunque mal de muchos es consuelo de tontos, de todas maneras casi todos los pueblos de América Latina adolecen de fallas muy similares. Nicolás de Zubiría Gómez Ingeniero químico La más grande debilidad del gobierno de Berger es la resistencia ancestral de los ricos en Guatemala a pagar impuestos.
Finanzas
29 oct 2007 - 5:00 a. m.
Problemas en Centroamérica
Problemas en Centroamérica
POR:
-
guardar
save_article.message.success_title save_article.message.successsave_article.message.success_updated_title save_article.message.success_updatedHa ocurrido un error al intentar guardar este artículo
- Reportar error
- Seguir economía
Lo más leído
Destacados
Más Portales