Se trataba de una luz muy brillante, muy potente, pero se ignoraba su campo de aplicación. Los científicos la llamaron láser por el acrónimo en inglés de Light Amplification by Stimulated Emisión of Radiation ('amplificación de luz por emisión estimulada de radiación'), sin saber las implicaciones que tendría para la humanidad.
Esta luz concentrada ahora se utiliza en campos que van desde la astronomía, las comunicaciones y la medicina hasta el arte, el entretenimiento y muchas otras áreas, que han vivido una evolución gracias a este invento. Un gran motivo para celebrar en sus 50 años.
Su descubrimiento tuvo lugar en 1960. Aunque al principio nadie creía en él, a pesar de que el científico de origen alemán Alfred Einstein, ya predijera en un ar- tículo, publicado en 1917, la importancia que podía tener ese haz de luz amplificada por emisión estimulada de radiación en el desarrollo de otros procesos técnicos y de investigación en distintas áreas.
Einstein estableció los fundamentos para desarrollar el láser, así como sus predecesores, los máseres (amplificadores de microondas por la emisión estimulada de radiación), basándose en la ley de radiación de Max Planck, que establece los conceptos de emisión inducida y espontánea.
En el año 1951, el científico estadounidense Charles H. Townes junto con sus asistentes inventó el máser. Por este descubrimiento ganó el premio Nobel de Física en 1964, junto con los físicos soviéticos Nikolái Basov y Alexander Prójorov, quienes se encontraban trabajando independientemente dentro de la misma línea.
El estadounidense Arthur L. Schawlow, considerado uno de los inventores del láser junto con su colega Townes, manifestó entonces que "el láser era una solución buscando un problema". Townes y Schawlow patentaron, tras varias batallas legales, el invento en 1960.
Ángel Costela, profesor de Energías del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, de España) explica que "la diferencia fundamental entre la luz de un láser y la luz de una bombilla es que esta última emite luz en todas las direcciones, en cambio el láser la emite de forma totalmente dirigida. De hecho, el láser no lo podríamos ver a no ser que existiera algo por lo que su luz es dirigida".
Pero no es sólo para la ciencia para la que el láser ha abierto puertas de investigación, también en la vida diaria de las personas el láser ha significado un gran avance. Sobre todo en el campo de la medicina. Este haz de luz ha conseguido que se puedan realizar operaciones quirúrgicas sin que el paciente sangre; ayuda a la cicatrización de las heridas; ofrece la posibilidad de eliminar las dolorosas piedras en el riñón y con él están operando desde hace tiempo oculistas y odontólogos.
En la industria se ha hecho imprescindible para cortar materiales duros, en los robots de fabricación, en la precisión de mediciones de distancia. Mejor dicho, está hasta en los aparatos reproductores de CD.
El escepticismo reinó al principio
El primer artículo en el que se describe el descubrimiento del láser, escrito en 1960 por el científico estadounidense Theodore H. Maiman, inventor del primer láser que utilizaba un rubí rosa bombeado por una lámpara de flash, fue rechazado por una de las revistas científicas más importantes de la época el 'Physical Review Letters', aduciendo que ese descubrimiento "no era interesante".
Poco después apareció en otras publicaciones y los científicos se dieron cuenta de su importancia. "Algunas de las empresas de comunicación también rechazaron este descubrimiento, que ahora es fundamental en ese campo, porque en los años cincuenta creían que los microondas, de donde proceden los máseres, podían ofrecer más aplicaciones", dice Costela.
Ahora es muy importante su aplicación en medicina. Desde un punto de vista más lúdico, se usa en los aparatos reproductores de CD, los lectores de barras de los supermercados y en industria son conocidas sus aplicaciones en los robots para la fabricación de automóviles.