Las transferencias de dinero enviadas por emigrantes de America Latina y el Caribe a sus países de origen tenderán a estabilizarse en 2010 luego de caer 15 por ciento en 2009.
Así lo revela un nuevo informe divulgado ayer por el Fondo Multilateral de Inversiones (Fomin), del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Las remesas a esta región bajaron a unos 58.800 millones de dólares el año pasado, menos que el volumen alcanzado durante el 2006.
El año pasado fue la primera vez que las remesas se redujeron en relación al año inmediatamente anterior, desde que el Fomin comenzó a analizar estos flujos de dinero, en el 2000.
Hasta el año pasado, el crecimiento promedio anual fue de 17 por ciento, aunque comenzó a frenarse en 2006 y se redujo considerablemente a partir de 2008, cuando la crisis económica global afectó los niveles de empleo e ingresos de emigrados en países como Estados Unidos, España y Japón.
Un apoyo clave
No obstante la reducción registrada en el 2009, las remesas seguirán siendo una fuente de recursos indispensable para millones de familias en América Latina y el Caribe, ayudándoles a cubrir gastos de primera necesidad como casa, comida, ropa y salud.
En países como Haití, Guatemala, Honduras, Nicaragua y El Salvador estos flujos aún representan más de 10 por ciento del producto interno bruto.
El informe del Fomin enfatizó que los flujos de remesas a América Latina y el Caribe, tomados en su totalidad, comenzaron a estabilizarse en el último trimestre de 2009.
Otros datos sobre empleo en países fuente de remesas sugieren que la tendencia declinante se está agotando.
"En el corto plazo, es improbable que se produzca una recuperación considerable en el volumen de remesas, en gran medida por las perspectivas inciertas de crecimiento económico en los tradicionales países fuente de remesas", señala el informe. "Sin embargo, los signos de estabilidad de los últimos meses podrían dar pie a una estimación de niveles estabilizados de remesas, o incluso del principio de un nuevo período de crecimiento de un dígito en un futuro cercano", agregó el estudio del Fopin.
México, el mayor receptor de remesas en esta región, tuvo una fuerte caída de 16 por ciento en las remesas el año pasado, totalizando 21.100 millones de dólares. A diferencia de algunos países sudamericanos y caribeños que reciben envíos de dinero de sus emigrados en distintas regiones del mundo, casi todas las remesas a México provienen de Estados Unidos, el primer país golpeado por la crisis económica internacional.
Aunque también tiene millones de emigrados en Estados Unidos, América Central tuvo una reducción de alrededor de 9 por ciento en las remesas, en parte porque existen considerables flujos entre los países del istmo, por ejemplo de nicaragüenses enviando dinero desde Costa Rica.
La mayor caída se registró en Brasil, donde bajaron 34 por ciento, prolongando una tendencia que comenzó mucho antes de la crisis global.
Los emigrados brasileños han tendido a regresar a su país, motivados por sus buenas perspectivas económicas y las menguantes oportunidades laborales en países anfitriones como Japón.
Los flujos de remesas también se ven afectados por otros factores, algunos de los cuales son estacionales y se repiten año a año. Por ejemplo, muchos emigrados latinoamericanos envían mayores sumas para Navidad y para el Día de la Madre. En 2009 giraron menos dinero que en 2008 para esas festividades. México también notó una reducción en el número de viajes de fin de año de emigrados en Estados Unidos, que suelen portar dinero para sus familiares. Otros factores que afectan a las remesas son irregulares, como las tasas cambiarias, que este año tuvieron particular incidencia.
En Perú y Ecuador, los ingresos por remesas medidos en dólares aumentaron por las fluctuaciones entre el euro y el dólar, que compensaron la reducción en el monto de los envíos.
Pocas posibilidades de aumentar
Cualquier pronóstico para las remesas a América Latina y el Caribe deberá tomar en cuenta el hecho de que el año pasado muchos emigrados adoptaron tácticas como usar ahorros o reducir gastos para seguir enviando dinero a sus familiares.
Incluso, si sus niveles de empleo e ingresos mejoran en los próximos meses, es probable que los emigrados tengan que atender sus propias necesidades antes de que puedan aumentar sus transferencias.