Como consuelo, algunos mirarán lo que ocurre en otras latitudes, en donde las autoridades económicas se enfrentan a dilemas similares, ante el mayor ritmo de los precios en casi todas las naciones del planeta. Pero el ejemplo de los males ajenos sirve poco a la hora de curar los propios. Y es que las cifras demuestran que Colombia también está contagiada por las alzas, quizás con mayor intensidad de la que muchos esperaban. Así lo dejó en claro el Dane el martes, cuando informó que el incremento en el Índice de Precios al Consumidor llegó a 6,02 por ciento en los primeros seis meses del año, la cifra más alta desde el 2001. Como si eso fuera poco, en los 12 meses terminados en junio dicho crecimiento fue de 7,18 por ciento, por encima de la meta oficial, cuya cota máxima es 4,5 por ciento. A estas alturas del partido no existe ningún analista que crea que al final del año se podrá llegar cerca de ese número, y los más optimistas confían en que la temporada de cosechas debería traer consigo una que otra rebaja, particularmente en productos agrícolas que tienen un peso alto en la canasta familiar. Ese es precisamente el tema fundamental en un fenómeno que está ligado a los mayores precios de los alimentos. De acuerdo con un análisis hecho por el Banco de la República, 82 por ciento de la aceleración en la inflación está ligada a la comida, cuya alza anual como grupo ya va en 11,98 por ciento. Por productos específicos es clara la responsabilidad de la papa, con un crecimiento del 152,4 por ciento en el primer semestre, del arroz con el 34,4 por ciento, del tomate de árbol con el 28,8 por ciento, de otras hortalizas y legumbres secas con el 24,6 por ciento y de los aceites con el 21,9 por ciento. En casi todos los casos lo sucedido tiene razones climáticas, pues la temporada invernal ha afectado a vastas áreas agrícolas. En algunos apartes también ha tenido que ver el fenómeno mundial de mayores cotizaciones en el trigo o el maíz, entre otros. No obstante, la culpa no es solo de esos bienes. Desde hace un tiempo largo, los especialistas han señalado que el sistema de fijación de tarifas en Colombia tiene elementos perversos que llevan a una especie de círculo vicioso de reajustes. Más allá de esa razón, lo cierto es que en los primeros meses del año la energía subió 11,4 por ciento, el servicio de agua y alcantarillado 5,9 por ciento y el gas 8,8 por ciento. En contraste, los combustibles saltaron 6,8 por ciento, lo cual resulta moderado si se tiene en cuenta que en el mismo período el valor del barril de petróleo en el mercado internacional subió 45,8 por ciento. Ahora, por supuesto, el desafío de las autoridades es evitar que comience una cadena de reajustes. Eso explica por qué la tasa de interés ha vuelto a saltar al escenario como el instrumento por excelencia para moderar el ímpetu de la demanda. El problema es que buena parte de ese apretón ya se logró. Tal como lo mostraron los datos de crecimiento para el primer trimestre, el ritmo del consumo ya va en 3,8 por ciento anual. En consecuencia, subir el costo del dinero arriesga ahogar al sector productivo, sin hablar del hecho de ponerle presión a la baja a la tasa de cambio que regresó a esa senda esta semana. Tales consideraciones fueron analizadas en el Viejo Continente, en donde el Banco Central Europeo subió sus tasas ayer, después de que Suecia y Noruega lo hicieran en forma independiente. Si esos casos son comparables con el colombiano es algo que será motivo de discusión en los días que vienen. Pero lo que sí quedó claro es que a la hora de escoger entre el combate a la recesión o a la inflación, los banqueros centrales siempre prefieren enfrentar a la segunda. '' El mayor ritmo de la inflación en Colombia volvió a poner sobre la mesa la posibilidad de que el Banco de la República decida reajustar los intereses a finales de julio.WILABR
Finanzas
04 jul 2008 - 5:00 a. m.
Regresa el dilema
Son pocos quienes envidian por estos días a los miembros de la junta directiva del Banco de la República. La razón es que los siete integrantes de este cuerpo, comandado por el Ministro de Hacienda, deberán decidir dentro de tres semanas si vuelven a insistir en la receta de subir las tasas de interés, para así ponerle coto a la inflación, o hacen caso a las quejas del sector productivo por cuenta de la desaceleración en la demanda interna.
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