La adopción de tecnología para mejorar la competitividad es el tema central del Congreso Nacional Palmero que se realizará a partir de hoy en Villavicencio, organizado por Fedepalma.
El presidente del gremio, Jens Mesa Dishington, habló con Portafolio sobre la coyuntura del sector y los temas centrales del evento.
¿Cuál es el tema central del Congreso?
La agroindustria de palma de aceite siempre la hemos visto como un motor del campo colombiano. Y en este sector han pasado muchas cosas en los últimos 20 años. Ha habido casos exitosos de creatividad e innovación tanto institucional como de los productores.
Hoy, estamos en un punto de quiebre histórico. Los planes de desgravación arancelaria se están venciendo y quienes no despertaron de esta realidad tienen problemas, que ahora se los endilgan a los TLC.
Pero eso no necesariamente es tan cierto. Ese proceso tenía que darse con acompañamiento en modernización, innovación, transferencia y mayor competitividad. Pero la tarea no se hizo.
¿Si el campo no pudo competir cuando había aranceles, la situación se puede complicar?
La palma tuvo aranceles del 60 por ciento y hasta prohibida importación. A parir de la apertura económica del presidente César Gaviria se levantó la restricción a las importaciones y entramos, en diferentes tratados, en desgravación gradual. En el 2016 tendremos cero aranceles para aceites y grasas comestibles. Hoy tenemos un arancel de 3,8 por ciento.
¿Y por qué no se hizo la tarea, si la apertura económica fue en 1991?
Los productores han hecho parte de la tarea, pero ha faltado acompañamiento. El problema es que tenemos que competir con el primer productor mundial de soya, que es Estados Unidos.
¿Cómo los coge a ustedes el actual panorama de competencia abierta?
No es una sorpresa para nosotros porque eso ya lo sabíamos. El tema es cómo nos encontramos en estos momentos. Y la respuesta es que los palmeros hemos hecho un proceso gradual. No esperábamos tener una revaluación del peso tan fuerte como sucedió en los últimos diez años.
Teníamos instrumentos como las franjas de precios, pero estas tuvieron perforaciones, especialmente en la Comunidad Andina. Al comienzo nos dijeron que debíamos producir para Venezuela y Perú, sin embargo, esos países nos bloquearon.
En el Tratado de Libre Comercio (TLC) con los Estados Unidos las franjas de precios se entregaron. Entonces quedamos con ese país sin aranceles sin franjas, pero con la diferencia de que ellos tienen condiciones de competitividad.
¿Qué tan atrasados estamos en competitividad?
Ese es un problema grave. Por ejemplo, cómo sacar la producción de aceite de palma de los Llanos para la exportación. La navegación por el río Meta y el Orinoco sigue siendo un sueño y el tren no está ni siquiera en la agenda. Y sacar el aceite en camiones es una locura.
En los últimos años se sembró palma en los Llanos bajo la expectativa de que se iba a usar para biocombustibles.
Y ¿qué pasó?
Hemos visto en los últimos cuatro o cinco años que el Gobierno perdió el rumbo de ese programa. El nivel de mezcla sigue siendo de 10 por ciento en el país y 8 por ciento en Bogotá. No hemos implementado ni siquiera lo que nos habían dicho, que era 10 por ciento en Bogotá. Hoy deberíamos estar en mezclas de 12 por ciento.
¿Qué ha pasado con el tema de tierras en los Llanos?
Tenemos un problema muy complejo en ese tema. La Ley de restitución de tierras ha puesto en aprietos a muchos productores. Los programas de inversión están paralizados ante esta incertidumbre.
¿Qué opinan del proyecto Zidres que hace curso en el Congreso?
Es avanzar en la dirección correcta. Pero incluso, ese proyecto debe tener unos ajustes que, si se dan, nos ayudarían a solucionar en parte el problema. Tenemos que apoyar esta iniciativa aunque no sea la solución definitiva al tema de tierras.
¿Cómo le fue a la producción de palma el año pasado?
Creció 6,7% y llegamos a 1,2 millones de toneladas. Las siembras aumentaron 1,5 %. La única forma de crecer es siendo rentables.
LA PALMA, MOTOR DE LA ECONOMÍA
El Gobierno dice que ante la crisis del petróleo, la industria y el agro deben convertirse en el motor de la economía. ¿La palma asumirá este reto?
El potencial existe, pero la realidad es otra cosa. Yo diría que hoy tenemos demasiados temas que solucionar antes que pensar en crecer. Y en eso estamos. Me parece que el Gobierno o algunas personas no están viendo el panorama completo. La tasa de cambio ha subido, pero los precios internacionales se cayeron. La verdad es que no veo claro el panorama. El precio promedio de una tonelada es de 900 dólares y hoy está en 600. Además, tenemos una gran preocupación en el tema laboral. Nuestras empresas han sido pioneras del empleo formal, pero el Ministerio de Trabajo nos dice que debemos formalizarnos como si fuéramos informales.
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