Más allá de las dificultades, la intervención femenina en las juntas directivas ha aumentado en América Latina, fortaleciendo así las vías que conducen a la inserción de la mujer dentro del podio gerencial de las grandes corporaciones.
Sin embargo, algunas organizaciones continúan sin atraer, promocionar y retener a profesionales de género femenino, además no consiguen ascender a las mujeres a niveles ejecutivos y se encuentran ausentes de las posiciones 'en línea', es decir, aquellas que poseen responsabilidad directa sobre el balance de resultados del negocio.
Indudablemente, los éxitos o fracasos que se consigan en una organización dependen del cuerpo directivo, es decir del presidente y/o junta directiva, por lo cual la incursión femenina además de ser novedosa, entra a una evaluación más exigente y competitiva dentro del entorno empresarial, colocando al género en una exposición directa en donde puede ser juzgada o atribuida dependiendo de los mismos.
La pérdida de talento femenino se manifiesta desde el comienzo de la relación laboral, en numerosas ocasiones, debido a que las mujeres calificadas son seleccionadas para ocupar posiciones que se hallan por debajo de su nivel profesional, asignándoles mayoritariamente puestos no trascendentales y de personal de apoyo.
El género no concibe a un buen o a un mal líder. Una visión a largo plazo, relaciones interpersonales sólidas y perdurables, mayor comunicación y empatía, mayor tolerancia a la diversidad y la delegación; son sólo algunas de las muchas virtudes que las líderes femeninas pueden aportar a los consejos de directores generales, estableciendo un escenario para un excelente logro de resultados.
Si bien el proceso es largo y llevará tiempo fortalecerlo, algunos indicadores demuestran que la inclusión de talento femenino en América Latina está avanzando en la dirección correcta. Sin embargo las compañías se plantean, cada vez más, incluir mujeres en los rangos ejecutivos.
Actualmente se percibe una rápida evolución mundial y las compañías, como colectividad humana, deben valorar la contribución concreta que puede ejercer la mujer dentro de cada organización. El género femenino cuenta con competencias únicas que influyen en los resultados directos en cuanto a productividad y permanencia.
Asimismo, es notable la fuerte reciprocidad entre los resultados económicos corporativos y la diversidad de género en la dirección de las organizaciones. La diversidad, bien dirigida, produce mayor autonomía, invención, buen gobierno y maximización de resultados. Las compañías que pretendan ser sostenibles en el largo plazo deben establecer culturas inclusivas, que propicien que tanto el género femenino como el masculino contribuyan al bien de la misma.
Por otra parte, es interesante ver cómo la mujer no sólo dentro de las organizaciones a nivel mundial ha logrado una mayor visibilidad directiva, sino que además en diferentes gobiernos ha comenzado a incursionar como líder política. Es decir, hace varios años, se comenzó a ver cómo las mujeres ya estaban participando fuertemente en congresos, asambleas, concejos y diferentes grupos políticos, llegando así a lograr en algunos países directamente la Presidencia.
Finalmente, es importante que las mujeres que sí han logrado posiciones de liderazgo sientan la responsabilidad social de dejar las puertas abiertas para que otras mujeres le sigan los pasos, puesto que de esta forma se tendrán cada vez más oportunidades para el género.