De hecho, se ha apreciado con respecto a la mayoría de las monedas, excepto frente a Brasil y Chile. Con respecto a las monedas de estos países el peso se ha devaluado 11,1 por ciento y 6,8 por ciento respectivamente (Cuadro 1). Frente al bolívar venezolano, el peso se ha mantenido prácticamente igual en términos reales. Dentro de la canasta exportadora de Colombia, algunos productos son particularmente, sensibles al tipo de cambio. Ello ocurre, porque en esas exportaciones Colombia compite con países cuyos salarios suelen estar por debajo de los salarios vigentes en Colombia. El Cuadro 2 muestra el ingreso per cápita promedio (una variable proxy de los ingresos por trabajador) de los países con los cuales Colombia compite en cada uno de los diez productos no mineros más exportados. Se observa, por ejemplo, que en el caso de flores el ingreso per cápita promedio de los países exportadores era de 7.703 dólares en el 2007, mientras que el ingreso per cápita en Colombia en ese mismo año, era de 8.500 dólares (ajustado por capacidad de compra). La diferencia es mucho mayor en la exportación de café en grano: el ingreso per cápita promedio de los países que exportan este producto es de 2.814 pesos, casi una tercera parte del ingreso per cápita de Colombia. Es evidente, que el café colombiano no podría competir con otros países productores como Vietnam o Guatemala, si el único factor fueran los salarios. Sin embargo, el café colombiano tiene una prima especial por calidad y suavidad, que le permite competir frente a estos y otros países. Lo que resulta interesante es que el ingreso per cápita promedio de los países que exportan cafés elaborados (por ejemplo, café tostado descafeinado o sin descafeinar) es superior a 20.000 dólares, es decir, dos veces y media el ingreso per cápita de Colombia. El mensaje es directo: si Colombia se concentra en exportar café elaborado, las exportaciones de café van a tener un mayor valor agregado por trabajador, va a ser más fácil competir vía costos con los países competidores, y los exportadores no van a depender del tipo de cambio como si fuera una cuestión de vida o muerte. De hecho, la estrategia de llevar las tiendas Juan Valdez, directamente a los países consumidores va encaminada en esa dirección. Algo similar tendría que ocurrir en las exportaciones de flores (sustituir las exportaciones de flores cortadas, por la exportación de flores embaladas como bouquets), o en las exportaciones de azúcar (hacia la exportación de alcoholes carburantes o de productos derivados como confites). Este análisis también tiene implicaciones desde el punto de vista de la política de subsidios: ante una tendencia revaluacionista persistente los subsidios solo tienen sentido si inducen incrementos permanentes en productividad y particularmente, si apoyan una transformación productiva de las actividades beneficiadas hacia actividades de mayor valor agregado y menor dependencia de la tasa de cambio como mecanismo competitivo. Esta es la verdadera defensa del empleo en el largo plazo, y no la entrega de subsidios a cambio de que los empresarios se comprometan con mantener el empleo y garantizar el pago de los parafiscales, como se hace actualmente. La importancia de enfocar los subsidios hacia esos objetivos es aún mayor, si se tiene en cuenta que cada peso que un productor recibe como subsidio representa más de un peso para la sociedad, porque para generarlo se deben colocar impuestos, cuyo costo marginal de recaudo es mayor que uno. En efecto, un estudio del Departamento Nacional de Planeación calcula, que en Colombia recaudar un peso por impuestos cuesta, en promedio, 1,20 pesos en el corto plazo y 1,50 pesos en el largo plazo. Los países exitosos en crecimiento y en exportaciones enfrentan más temprano que tarde, procesos de apreciación cambiaria significativos. El éxito no es sostenible si la capacidad de competir en los mercados externos depende, fundamentalmente del tipo de cambio. En el caso colombiano, la apreciación de los últimos cuatro o cinco años es el resultado del propio debilitamiento del dólar en el escenario internacional, pero también del éxito de la política de Seguridad Democrática y del reestablecimiento de la confianza inversionista, reflejada en buena medida en el crecimiento de los flujos de Inversión Extranjera Directa. Si las políticas de crecimiento y de competitividad son exitosas en Colombia, el resultado va a ser el mejoramiento de los ingresos de la población, gracias a los incrementos en productividad, y por ende, ese proceso va a venir acompañado de una apreciación real del tipo de cambio. Ello va a requerir una coordinación macroeconómica mucho mayor (expresada en niveles crecientes de ahorro público para permitir que la inversión privada continúe expandiéndose), pero también una transformación productiva hacia exportaciones con mayor valor agregado y menor dependencia de la tasa de cambio. '' Los países exitosos en crecimiento y en exportaciones enfrentan más temprano que tarde, procesos de apreciación cambiaria significativos.'' En el caso colombiano, la apreciación de los últimos cuatro o cinco años es el resultado del propio debilitamiento del dólar en el escenario internacional, pero también del éxito de la política de Seguridad Democrática y del reestablecimiento de la confianza inversionista. Juan Mauricio Ramírez. Vicepresidente Técnico, Consejo Privado de Competitividad .WILABR
Finanzas
09 jul 2008 - 5:00 a. m.
Revaluación y transformación productiva
En lo corrido del año, el peso colombiano se ha apreciado 8,4 por ciento frente al dólar en términos reales.
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