En una democracia guiada por una política de seguridad consolidada, los delitos contra la ciudadanía prenden alarmas. Los recientes robos cerca al Parque de la 93, Teusaquillo y al Hotel Dann en Bogotá no deben pasar inadvertidos. Afectan a las autoridades, el comercio, sectores residenciales y empresas de seguridad privada. La teoría del todos ponen en materia de seguridad ciudadana, como sinónimo de buen gobierno, es una necesidad. Pone la Policía, redoblando sus esfuerzos para materializar las estrategias presentadas por el coronel Palomino en el foro donde se suscribió un pacto por la seguridad de Bogotá. La SuperVigilancia seguirá su proceso de fortalecimiento institucional para sancionar empresas piratas y usuarios que contraten servicios ilegales. Es imperativo convocar una mesa de seguridad en Bogotá integrada por autoridades, gremios y empresarios para seguir fortaleciendo la red de apoyo y solidaridad ciudadana y abocar el tema de las falsas alarmas. La experiencia de la mesa de seguridad del Valle de Aburrá, integrada por la Policía y el comercio, es un buen ejemplo. De enero a septiembre de 2007 la red de Bogotá reportó 17.327 casos sospechosos, de los cuales 1.251, un 7.2 por ciento, resultaron positivos. En el 83 por ciento de estos se aplicaron normas de policía, en el 13 por ciento se produjeron capturas, en nueve casos se incautaron armas, en siete se recuperaron vehículos, y se recuperaron mercancías avaluadas en 101573.835 de pesos en 19 casos. Merece resaltarse el impacto de esta cooperación ciudadana creada por el presidente Uribe, y robustecerla debe ser prioritario. Pero ésta no es la única parte de la ecuación. Es importante construir una nueva visión sobre la seguridad privada, la cual incluye vigilancia física, electrónica, transporte de valores, consultoría, capacitación, blindajes, etc. Es una tarea a mediano plazo que empieza por cumplir los derechos laborales de los guardas de las empresas prestadoras de estos servicios. En la medida en que un vigilante sea bien pago, tendrá un mayor sentido de pertenencia y será menos vulnerable al soborno. Las buenas prácticas comerciales serán la regla, no la excepción. Los consumidores de seguridad privada (viviendas, comercio, banca, Estado, etc.) también ponen. Los usuarios deben diseñar estrategias de seguridad basadas en políticas de administración del riesgo y contratar esquemas acordes con sus necesidades, definiendo dónde reforzar su seguridad. Las cifras lo avalan: el comercio reportó (a través de Fenalco) robos por 107.768 millones de pesos en el 2006, un 44 por ciento de ellos externos y un 29 por ciento internos, detectados por vigilancia humana y circuitos cerrados de televisión. En una democracia segura, todo delito contra la ciudadanía debe ser motivo de alarma. Parafraseando la canción: celos, malditos celos...Robos, malditos robos. *Columna de la Fundación Buen Gobierno. Juan Carlos Portilla* Vicepresidente Sector Seguridad Privada, Fenalco La teoría del todos ponen en materia de seguridad ciudadana, como sinónimo de buen gobierno, es una necesidad.
Finanzas
05 nov 2007 - 5:00 a. m.
Robos, malditos robos
Robos, malditos robos
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