UNA BOCANADA DE AIRE fresco que nos emociona de principio a fin es la mejor descripción para este nuevo álbum que presenta Járanatambó, una propuesta alentadora en medio de un mar de sonidos comerciales cada vez más devaluados y menos sorprendentes, donde lo previsible es el ingrediente central de los nuevos talentos. Pero Mundos paralelos, el segundo trabajo en estudio de esta banda bogotana liderada por Mariangélica Duque y la producción musical de Alejandro Escallón, es diferente y sorprendente.
La banda existe hace siete años y durante este período ha logrado crear dos grandes obras para un mercado muy complejo y ambiguo en sus lógicas de aceptación. Por fortuna ellos no creen en lógicas, aman y creen en su arte profundamente y para ello utilizan de manera acertada una mezcla de talento, sensibilidad y visión como fuente de inspiración para crear sus obras.
La primera asociación que usted puede hacer de este grupo, a propósito de su nombre (algarabía tambores) es que sea tropical. Pero más que un enfoque específico hacia ritmos del Caribe o africanos, la banda los fusiona con sonidos electrónicos, funk, bossa nova y blues para crear nueve piezas sencillamente maravillosas por la forma en que se ejecutan los planos sonoros y los arreglos musicales. Es un disco que busca llegarle a un público más amplio, pero a su vez es un producto práctico porque le permite al grupo acoplar sus presentaciones sin tener que recurrir a 13 músicos, como antes lo hacían. De ello la importancia del uso de la tecnología como pieza fundamental en la creación del disco.
La voz sensual de Mariangélica Duque (una de las mejores voces colombianas del momento), llena además de fuerza y proyección, enamora desde el primer corte, Aguacero de mayo, una especie de porro moderno que con el paso de los minutos se torna en popurrí entre lo caribe y lo urbano, gracias a sonidos cercanos al hip-hop. Cada canción es un mundo aparte y le permite al grupo explorar y experimentar con diferentes corrientes musicales manteniendo la esencia del folclor nacional de forma equilibrada. Mundos paralelos une el legado de José Barros, Totó La Momposina y la visión que alguna vez tuvo Carlos Vives, con la diferencia que la calidad de la música, las letras y los arreglos priman por encima de los otros intereses de la industria.
POR JACOBO CELNIK