La crisis de las pirámides genera muchas preguntas y reflexiones:
¿Se trata de una sublevación o insurrección de una parte de la población contra algunas instituciones en particular el sistema bancario y financiero? ¿Cómo y por qué se engendra un fenómeno colectivo de semejantes proporciones ante la vista pública sin que se tomen acciones a tiempo? ¿Cuáles son los valores que se exponen en este fenómeno? ¿Qué responsabilidad les cabe a las empresas privadas?
Para profundizar en la discusión nos parece relevante realizar una reflexión desde la perspectiva de la ética empresarial -el lugar de la empresa privada en la sociedad y las consecuencias de sus acciones- desde la rendición de cuentas y la responsabilidad.
Debemos empezar por la pregunta sobre ¿cuál es el rol de la empresa privada en la sociedad? Se acepta que ellas pertenecen a la sociedad y que una y otra se interrelacionan e influyen mutuamente. La empresa privada cumple con funciones sociales vitales y hace parte de un entramado social más amplio que le genera oportunidades pero que también la limita creándole deberes y responsabilidades. Por ello, es necesario que las empresas privadas contribuyan a la generación de bienestar social al tiempo que deben evitar causar daños a su entorno en materia social y ambiental y respetar y cuidar los derechos de los ciudadanos. Es decir, las empresas privadas pueden y deben contribuir al logro de objetivos sociales más amplios tales como la eliminación de la pobreza, la regulación de dineros provenientes de actividades ilegales y la reducción en las disparidades en la distribución del ingreso y las inequidades. Estas causas, aunadas a una crisis de valores parecen explicar el fenómeno de las pirámides.
La gerencia de empresas consiste no solamente en obtener niveles de rentabilidad adecuados sino en garantizar su legitimidad ante la ciudadanía. La crisis de las pirámides evidencia una falencia de legitimidad de las entidades financieras ante un sector amplio de la ciudadanía. Pareciera que hay una crisis de responsabilidad y que no ha sido posible instaurar procesos y mecanismos efectivos de rendición de cuentas por parte del sector privado que promuevan el autocontrol.
No se trata de presentar rutinariamente informes de sostenibilidad social y ambiental, los cuales son percibidos por la ciudadanía como simple fachadas. Tampoco se trata de informar únicamente a la Junta de accionistas acerca de si sus decisiones fueron debidamente implementadas. Muchas veces, inclusive, sujetarse, sin cuestionar las decisiones de los accionistas, puede resultar en un "lado oscuro" de la rendición de cuentas, ya que los gerentes pueden ser proclives a ejecutar actos que generen dilemas sociales al conformarse a las órdenes recibidas, sin cuestionarlas y sin profundizar en sus consecuencias sobre la sociedad.
La rendición de cuentas es un ejercicio sobre responsabilidad, es decir, responder ante los demás. Se trata que los gerentes desarrollen procesos de rendición de cuentas ante los accionistas, por supuesto, pero también ante sus pares profesionales y ante el público en general a partir de preguntas que conduzcan a la autorreflexión y auto-regulación como por ejemplo: ¿Con esta decisión que intereses estoy privilegiando y porque? El valor creado es para quién? ¿quién se beneficia de ello? ¿que derechos potencio o limito? Y finalmente una pregunta muy importante: con la decisión que he tomado como gerente, ¿qué tipo de persona seré?
*Profesor Facultad de Administración-Universidad de Los Andes.
Finanzas
26 nov 2008 - 5:00 a. m.
El sector privado también debe rendir cuentas
El sector privado también debe rendir cuentas
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