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Carlos

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Finanzas

14 may 2009 - 5:00 a. m.

¿No tiene más sencillo?

Este es el único lugar del mundo donde existe la pregunta "¿No tiene más sencillo?", expresión malévola de una costumbre maldita y desconsiderada con los clientes.

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14 may 2009 - 5:00 a. m.

La Fundación Yo creo en Colombia y Pedro Medina en sus conferencias evangélicas, han definido esta patria como un lugar único. País con mayor cantidad de especies de anfibios, mayor variedad de palmas, la mina de esmeraldas más grande del mundo, productor número uno de especies de flores y otro número de distinciones, que detallan de memoria en una lista larga y orgullosa. Hoy quiero agregar un nuevo hallazgo que está en su etapa final de comprobación: este es el único lugar del mundo donde existe la pregunta "¿No tiene más sencillo?", expresión malévola de una costumbre maldita y desconsiderada con los clientes, que denota un desprecio total por el buen servicio.

"¿No tiene más sencillo?" es la pregunta que le puede hacer a usted un taxista cuando le paga 'la carrera', porque es la primera del día y no tiene vueltas. Usted quisiera decirle "a mí qué me importa, el que presta el servicio público es usted", pero puede verse enfrentado a dos situaciones. La primera, que el taxista sea amable y se baje a cambiar el billete, detalle que se le agradece, pero que no deja de ser una pérdida de tiempo para usted. Pero eso es si le va bien. Porque le puede tocar uno de esos taxistas inmutables y a usted le toca apearse del carro e irse de romería a cambiar el billete, para que el señor reciba 'sueltito', menudito, sencillo. Y siga tranquilito por la vida.

"¿No tiene más sencillo?" fue la pregunta que me hizo hace algunos días la dependiente de la más reconocida tienda de café de Colombia, cuando arribé con mi periódico a tomarme un tinto tempranero. "Es que no he hecho sino una venta y no tengo vueltas", manifestó con desprecio.

--Señorita- le dije, perdóneme, pero es que ese no es mi problema. El negocio no es mío. ¿Por qué no dejan una base para comenzar el día? ¿O sea que no me puedo, entonces, tomar el tinto?
Y oh, gloria inmarcesible, recibí esta respuesta que también es única, propia, orgullo nacional, y que debe estar en la lista de nuestros donaires: "¡Hum!". Hum, para el que no esté familiarizado, tiene varias acepciones: a mí qué me importa, usted verá, mire a ver qué hace, problema suyo, etc. Media vuelta de la señorita que abordó otros oficios y se acabó. Otra que estaba a su lado se hizo la de la vista gorda. Y adiós, tinto.

Es una cultura perversa, que hace parte de una torcida visión de los negocios. Le puede pasar a usted en un almacén lujoso o en una tienda de barrio. Y peca ofensivamente contra un mínimo sentido de planeación, de organización, de servicio al cliente.
Pero hay más: uno se sometería al "¿No tiene más sencillo?", si fuera enunciado con respeto, con cierta consideración, con el reconocimiento de que es algo fortuito, que escapa a un principio consuetudinario de servicio.

Pero no. Casi siempre se lo espetan al cliente con rabia, con molestia evidente, con una certeza que incrimina y acusa al que paga, por no tener lo que le corresponde al que recibe. Fenalco y la Confecámaras tienen mucho qué hacer al respecto. Ay, Pedro, yo creo en Colombia. ¿Pero no tienes más sencillo?

cgalvarezg@gmail.com 

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