Me hace caer en cuenta Enrique Peñalosa que con lo que va a costar el subsidio anual a la primera línea de 30 kilómetros de metro de Bogotá, más o menos 300.000 millones de pesos al año, se podrían construir 20 megacolegios con nuevos cupos para 80.000 alumnos por jornada, o se podrían comprar 15.000 hectáreas de tierra en Bogotá y sus alrededores.
Con 6.000 hectáreas, el 40 por ciento de esa tierra, se podría crear un programa de vivienda social para 1,5 millones, y ello acabaría con la presión para que sigan creciendo los barrios piratas. Con las hectáreas sobrantes se podrían construir muchos parques.
Alternativamente se podrían construir 100 kilómetros de Transmilenio en 10 años. Nada de eso se va a hacer porque los bogotanos creemos que "tenemos derecho a montar en metro" (y que el país pague).
También tenemos derecho a montar en carro particular, pero ahora que el presidente Uribe está concibiendo y proponiendo ideas geniales para racionar el consumo, como parar el país por 24 horas, hay que pensar si esa es la mejor manera de crear conciencia. Otro amigo que prefiere mantenerse anónimo me escribe al respecto que "el subsidio a la gasolina corriente es un subsidio a las clases altas y a las clases medias altas que tienen carro particular. Ellos son unas minorías que demandan cada vez una mayor porción del presupuesto público para la construcción avenidas, calles y puentes".
A él no le escandaliza tanto que se subsidie el ACPM, ya que altos precios de ese combustible repercuten en el costo de transporte de los alimentos y en las tarifas de transporte por buses de las grandes mayorías. Pero considera "aberrante y totalmente inequitativo que mientras no hay presupuesto para atender las necesidades" más apremiantes, se subsidie implícitamente a los propietarios de carros particulares que son los que consumen gasolina a la lata (el cálculo que hace es que con el barril de petróleo a 133 dólares , el subsidio a la gasolina le cuesta al gobierno 2,5 billones al año).
No encuentra justificación alguna para ese subsidio y añade que se debería abolir o disminuir para dejar que el precio interno de la gasolina refleje su costo y fluctúe conforme al mercado mundial de tal manera que los dueños de automóviles nos veamos obligados a hacer un uso más racional de los mismos y a montar en Trasmilenio.
De verdad llama la atención que si el Gobierno percibe la necesidad de crear conciencia y de bajar el consumo de gasolina, no se piense que la mejor manera de racionar y racionalizar el consumo de un producto que está subsidiado es dejar que su precio refleje los costos de ponerlo a disposición del público. Además, si el subsidio implícito cuesta millones de millones de pesos, tenemos la obligación de discutir si conviene mantenerlo o si más bien podría destinarse a educación, salud y vivienda social.
Si en Bogotá se harían maravillas con el subsidio del metro, con este se podría comprar tierra para construir vivienda social para 12 millones de personas, o construir cada año entre 80.000 y 100.000 viviendas, o crear y dotar 167 megacolegios con cupo para 668.000 jóvenes.
Y los ricos de Cali, Barranquilla, Cartagena Bucaramanga y el resto del país presionarían a los alcaldes corruptos y/o ineptos para que les terminen pronto los proyectos de transporte masivo, en lugar de quejarse, como lo hacen ahora, de que esos sistemas "transportan es a los pobres" y hacen cada vez más difícil el tránsito de los vehículos de los que tienen su propio carro.