Hay, por supuesto, muchos más temas que superan, para comentarlos, la extensión de un artículo de opinión. Por eso hoy quiero destacar algunos más. La generación de empleo tiene que ser uno de los objetivos de las políticas económicas de los países. El acceso al trabajo debe se una prioridad de todos y garantiza la convivencia civil. Es una exigencia para mantener la cohesión social. El estar sin trabajo durante mucho tiempo, o la dependencia prolongada de la asistencia pública o privada, mina la libertad y la creatividad de la persona y sus relaciones familiares y sociales con graves daños en el plano psicológico y espiritual. Combatir el desempleo con políticas efectivas contribuye a salvaguardar, dice el Papa, el primer capital que es la persona en su integridad, y remata citando uno de los documentos del Concilio Vaticano II: el hombre es el autor, el centro y el fin de toda la vida económico-social. En un país como el nuestro con cifras de desempleo crecientes debería ser prioritaria la generación de puestos de trabajo, y no parece serlo. En la agenda del Gobierno, de los empresarios y de los gremios ese tendría que ser un aspecto primordial con metas claras que se cumplan. Por supuesto que no es suficiente crear empleo. La encíclica recuerda el concepto del trabajo decente que debe estar a tono con la dignidad humana. La Organización Internacional del Trabajo (OIT), también lo ha propuesto desde hace años. Para esta entidad el trabajo decente es el que se realiza en condiciones de libertad, igualdad, seguridad y dignidad humana. La libertad supone garantías para los trabajadores y las organizaciones sindicales. La igualdad se refiere a tratos no discriminatorios por razones de raza, edad o género. La seguridad requiere sistemas de seguridad social y protección contra los riesgos laborales y la dignidad exige la erradicación del trabajo infantil y el diálogo social. ¿Qué tan comprometidos estamos en Colombia con el trabajo decente? La respuesta a este interrogante debería ser tema de todas las asambleas empresariales y gremiales. Los organismos financieros multilaterales y los gobiernos deben tener como tema de reflexión una propuesta de la encíclica. Para gobernar la economía mundial, para sanear las economías afectadas por la crisis, dice el documento, urge la presencia de una verdadera autoridad política mundial, orientada al bien común, que se comprometa a un auténtico desarrollo humano integral. ¿Será posible? '' Dar a los demás lo que les corresponde en justicia es una regla básica para la evolución armónica de toda sociedad y para lograr el bien común que está por encima del bien particular.WILABR
Finanzas
23 jul 2009 - 5:00 a. m.
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Comentaba en la anterior columna algunos de los aspectos más relevantes de la reciente encíclica del Papa Benedicto XVI conocida como Caritas in Veritate. El documento es amplio y pretende examinar lo que debe ser el desarrollo humano integral. Los criterios orientadores para el desarrollo de una sociedad en un mundo globalizado, se afirma, son dos: la justicia y el bien común. Dar a los demás lo que les corresponde en justicia es una regla básica para la evolución armónica de toda sociedad y para lograr el bien común que está por encima del bien particular.
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