Desde antes de posesionarse como presidente, Iván Duque ya había vislumbrado cuál era el camino a seguir en materia de comercio exterior: no firmar nuevos acuerdos comerciales y aprovechar los que están vigentes. En este sentido, José Manuel Restrepo, ministro de Comercio, Industria y Turismo, ha reiterado que uno de los pilares de su agenda será el aprovechamiento de los TLC vigentes.
“Hoy tenemos un mercado potencial de 1.500 millones de consumidores. Para aprovecharlo, vamos a identificar la oferta exportable, ahondaremos en la diplomacia técnica y sanitaria, acercaremos a los empresarios a esos acuerdos comerciales y diseñaremos estrategias que mejoren la gestión de comercialización”, explicó Restrepo, quien ha insistido que de nada sirve seguir firmando acuerdos si los actuales no se han explotado a profundidad.
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Este esfuerzo también está articulado a la cartera de Agricultura, la cual será clave, junto con el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) y el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima).
Andrés Valencia, ministro de Agricultura, dijo, en una reciente entrevista con Portafolio, que “lo que estamos viendo es una situación en donde firmamos una cantidad de TLC, pero no los hemos podido aprovechar integralmente porque, si bien tenemos el acceso arancelario, no contamos con acceso real desde el punto de vista de protocolos sanitarios o fitosanitarios, para que los productos agrícolas lleguen a estos mercados”.
En este sentido, en lo corrido del Gobierno Duque, se han dado algunos avances que son esperanzadores de cara al futuro.
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Es así como a mediados de agosto de año se dio la primera exportación de cítricos dulces nacionales a Estados Unidos, luego de un trabajo conjunto entre los sectores público y privado.
Luego a finales de ese mismo mes se conoció la noticia de la apertura de lácteos y derivados colombianos a México, gracias a que 13 plantas del país lograran cumplir los requisitos por parte del Invima y su homólogo mexicano, Senasica.
Y recientemente se conoció que el limón Tahití colombiano logró su admisibilidad al mercado argentino.
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No obstante, Javier Díaz, presidente de Analdex, ha resaltado casos en que los tiempos de acceso tomaron más tiempo de lo previsto, como el del aguacate hass que demoró cerca de 10 años en poder acceder a Estados Unidos.
Al analizar las cifras del TLC con el principal socio comercial del país, que es Estados Unidos, desde la firma en el 2012 hasta la fecha, resalta que las cifras han sido agridulces ya que la balanza ha sido deficitaria desde el 2014. No obstante, la Cámara de Comercio Colombo Americana, AmCham Colombia, realizó una encuesta de percepción entre empresarios acerca del impacto del acuerdo comercial, en el que el 58% manifestó que el TLC ha sido favorable para sus compañías, frente a un 22,7% que lo consideró irrelevante.
De cara al futuro, la directora de AmCham Colombia, María Claudia Lacouture, dijo, a través de una columna de opinión, que “el sector agrícola sigue siendo el de mayor potencial para Colombia. Se han identificado oportunidades en frutas y hortalizas procesadas; cafés especiales, cacao y derivados; flores; frutas, legumbres y hortalizas; molinería y panadería; pasabocas o snacks, así como en el sector acuícola y pesquero. Son 97 productos con acceso, pero se necesita que los empresarios cumplan con las normas y regulaciones para venderlos”.
Del lado de Anif, Sergio Clavijo, su director, indicó que “hacia futuro, Colombia deberá prepararse para afrontar cada vez más la competencia de productos estadounidenses. En seis años ya se han desgravado productos como la carne de cerdo, el azúcar, las motos y el papel. Ahora viene la etapa de desgravación de productos sensibles, tales como el arroz (6 años), el pollo (10 años), el maíz (12 años) y los automotores (10 años), varios de los cuales quedarán con cero arancel. El Gobierno deberá entonces gerenciar de forma más eficaz este gran problema del ‘Costo-Colombia’ para poder hacer frente a ese programa de desgravación a través de obtener mayores productividades multifactoriales”.
En cuanto al tratado de libre comercio con la Unión Europea, se evidencia en el balance de los cinco años el déficit que se ha generado en la balanza comercial con ese bloque. En el 2013, el superávit para Colombia era de US$1.678 millones y el año pasado, se registró un déficit de US$1.138 millones.
No obstante, Javier Díaz indicó que no hay que preocuparse por esta cifra, siempre y cuando se recupere por otro camino como el de la inversión extranjera directa desde ese bloque económico.
Según un análisis del gremio exportador, los flujos de inversión de inversión extranjera directa provenientes de Europa han crecido 24,3% desde el 2014.
Asimismo, a finales de agosto, un extenso informe del Servicio de Estudios del Parlamento Europeo –publicado en julio de este año y en el cual se analiza el impacto del TLC entre la Unión Europea y Colombia– propuso en las conclusiones y recomendaciones “unas reglas potencialmente más relajadas sobre productos orgánicos y ‘nuevos alimentos’, en particular para productos que ya se consumen en Colombia y, por lo tanto, como lo ha demostrado la experiencia, no representan un riesgo para la salud humana”.
Esto genera un panorama ilusionante de cara al futuro para que el agro pueda aprovechar aún más el acuerdo comercial con el bloque europeo.
La profundización también será clave en el tratado con Canadá, por las oportunidades comerciales que hay para el sector agroindustrial. A principios de este año, en marzo, se dio un paso importante por lo que Colombia envió su primer cargamento de arroz a Canadá después de cuatro años de negociaciones entre el sector público y privado. Sobre el grano, Liliana Villaveces, directora ejecutiva de la Cámara de Comercio Colombo Canadiense, dijo que “fue un reto para que se exportara y fue un logro muy importante para el país. Aquí en la Cámara creamos un comité agroindustrial justamente porque vemos que podemos fortalecer esa identificación de las barreras”.
Otro de los acuerdos comerciales que tiene un gran potencial para consolidarse es el que Colombia tiene con los países de la Alianza del Pacífico. Si bien las cifras son positivas, hay espacio para crecer en varios frentes. Y lo mismo sucede con los miembros de la Comunidad Andina, en cuanto a acceso de manufacturas y agrícolas.