Este 7 de agosto se cumplieron siete años desde que el presidente Juan Manuel Santos asumió la primera magistratura de la nación. Le queda un año para cumplir sus dos periodos constitucionales, pero ya es posible establecer el legado que le deja al país, el cual se puede medir por el cumplimiento de los objetivos previstos en los planes de desarrollo aprobados durante su administración, que son bastante similares. Tanto en el plan 2010-2014 ‘Prosperidad para Todos’, como en el plan 2014-2018 ‘Todos por un nuevo país’ se buscaba construir un país seguro y en paz, con bajos índices de pobreza y con una población educada y trabajando, que permitiera alcanzar un crecimiento anual del PIB entre el 4 y el 6 por ciento.
Puede decirse que en materia económica y social, si bien en estos años hay unos avances importantes en el aumento de la población ocupada y disminución de la informalidad, así como progresos en salud, educación, infraestructura y vivienda, hemos tenido crecimientos modestos del PIB, esperándose para el este año solo un crecimiento del 2 por ciento. Los sectores productivos y de servicios no han podido dar el gran salto en materia de innovación y competitividad. Esta desaceleración de la economía no puede achacarse solo a la crisis económica mundial, sino a problemas estructurales internos que no hemos sabido ni podido corregir.
El gran legado que el presidente Santos le deja al país es el acuerdo de paz, que pone fin al conflicto armado con las Farc y sienta las bases para la construcción de una paz estable y duradera, abre múltiples oportunidades en diferentes sectores y crea mejores condiciones para el desarrollo del país. Garantizará la creación de una justicia transicional, ajustada y articulada a nuestras instituciones y al derecho internacional, y que las víctimas puedan hacer valer sus derechos a la verdad, a la reparación, a la justicia y a la no repetición.
A pesar de este logro extraordinario, no existe consenso entre los colombianos sobre las bondades del acuerdo, y se da lo mismo que pasó con Simón Bolívar, al haber logrado la independencia de España. Fue tal la polarización, que Bolívar, en su última proclama a los colombianos (1830), expresó: “Mis últimos votos son por la felicidad de la Patria. Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro”. Lo mismo sucede con el presidente Santos que, en su reciente discurso de instalación de las sesiones del Congreso, manifestó: “La transformación de Colombia en estos últimos años no debe considerarse como un logro solo del Gobierno, sino de todos los colombianos. Se los digo de verdad y con toda franqueza: ¡Olviden- se de mí! Olviden –si eso los hace sentir mejor a algunos– que estos avances se lograron en estos años de gobierno”.
No queda duda de que con el logro de este proceso de paz, el presidente Santos, con el paso del tiempo, será reconocido como uno de los grandes gobernantes de Colombia, y le será aplicable las palabras que José Domingo Choquehuanca dirigió a Libertador: “Con los siglos crecerá vuestra gloria, como crece el tiempo con el transcurrir de los siglos y así como crece la sombra cuando el sol declina”.
Manuel José Cárdenas
Consultor internacional
emece1960@yahoo.com
El legado de Santos
Tanto en el plan 2010-2014 ‘Prosperidad para Todos’, como en el plan 2014-2018 ‘Todos por un nuevo país’ se buscaba construir un país seguro y en paz.
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