Una ola de endeudamiento en los países emergentes y en desarrollo ha crecido de forma más rápida e importante que en cualquier otro periodo de los últimos 50 años y podría provocar otra crisis, avisó el Banco Mundial.
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Y si rompe esa ola, las consecuencias serían mucho más dañinas que en otras ocasiones, ya que golpearía a compañías privadas además de gobiernos, en un momento en el que se ha instalado a nivel global un lento crecimiento económico, según un informe que analiza los cuatro principales estallidos de endeudamiento en más de 100 países entre 1970 y 2018.
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“El tamaño, la velocidad y la amplitud de la última ola de endeudamiento debería preocuparnos a todos”, dijo el presidente del Banco Mundial, David Malpass, en un comunicado. “Claramente, es hora de corregir la trayectoria”, añadió.
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El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) llevan años alertando sobre la creciente deuda mundial, pero el último informe es aún más duro e insiste sobre la necesidad de que los gobiernos actúen para evitar una crisis.
Según el FMI, la deuda global alcanzó los US$188 billones a finales de 2018, lo que es el equivalente de casi 230% de la economía mundial.
Sumado a esto, el reporte del Banco Mundial destaca el “llamativo” crecimiento de la deuda en las economías emergentes y en desarrollo, que es el “mayor, más rápido y más amplio” en esos países en los últimos 50 años.
Tras una caída durante la crisis financiera mundial de 2008, la deuda en esos países alcanzó su máximo histórico del 170% del PIB o casi US$55 billones en apenas ocho años desde 2010, aprovechando unos intereses muy bajos.
Mucho de ese crecimiento tuvo lugar en China, donde superó los US$20 billones, pero Pekín también se ha convertido en un importante prestamista para países de ingresos más bajos.
El informe avisa que la actual ola de endeudamiento “podría seguir el patrón histórico y provocar crisis financieras en esas economías”, sobre todo si las tasas de interés alcanzan su máximo o si se produce un repentino shock mundial. Una mejor gestión de la deuda, una recaudación fiscal más eficaz, tasas de cambio flexibles y unas reglas fiscales más estrictas podrían ayudar a evitar una crisis o disminuir su impacto si esta se produce, apunta el reporte del Banco Mundial.
Ante esto, Malpass resaltó que los gobiernos deberían contener el riesgo al lograr el equilibrio adecuado entre los beneficios y los costos de la nueva deuda. “Las acumulaciones simultáneas de deuda pública y privada históricamente se han asociado con crisis financieras que resultaron en caídas particularmente prolongadas en el ingreso per cápita y la inversión”.
Las economías emergentes son más vulnerables que antes de la última crisis, en medio de déficits presupuestarios, una mayor deuda corporativa denominada en moneda extranjera y mayores déficits en cuenta corriente, apunta el Banco Mundial. El organismo agregó que esas circunstancias implican “un aumento repentino en las primas de riesgo que podría precipitar una crisis financiera”.