Una buena porción de las ganancias de las empresas estadounidenses que salen del país y se invierten en paraísos fiscales, regresan después, disfrazadas como inversión extranjera directa (IED), logrando nuevos dividendos.
Así lo han dado a conocer investigadores de las Universidades de Washington y Carolina del Norte, en desarrollo de un trabajo conjunto con expertos del Instituto Tecnológico de Massachusetts, liderado por los profesores Jacob Thornock, Edward Maydew y Michelle Halon, respectivamente.
La investigación de esta particular práctica de evasión de impuestos, fue sustentada en la comparación de los flujos de capital registrados por la Reserva Federal y el Departamento del Tesoro, hacia conocidos paraísos fiscales, algunos de los cuales ya han suscrito Acuerdos Bilaterales de Tributación (TIEA) con Estados Unidos.
En un proceso de observación de dichos flujos mensuales se encontró que los capitales, que hicieron el recorrido de ida y vuelta, oscilaron entre 34.000 y 109.000 millones de dólares, produciendo unas pérdidas para el fisco valoradas entre 8.000 y 27.000 millones de dólares.
Se calculó que, por ejemplo, por cada punto que aumentaba la tasa de impuestos a las rentas de capital, la inversión en portafolios extranjeros se doblaba y en ocasiones casi se triplicaba.
Posteriormente, los mismos poseedores aparecían como inversionistas extranjeros en portafolios financieros de Estados Unidos, a través de los cuales obtenían asimismo un tratamiento fiscal preferencial.
Sin embargo, comprobaron que, al entrar a operar los acuerdos bilaterales de colaboración fiscal, automáticamente dichos flujos cayeron en un 32 por ciento bajo dicha modalidad y sin tener en cuenta otro tipo de prácticas de evasión.
Los investigadores señalaron que dicha herramienta de control ahuyenta a los evasores, pues ven que posiblemente es mayor el riesgo que su beneficio.
Los resultados del trabajo, titulado como “El largo camino de regreso a casa”, fueron entregados al comité del Senado que ha venido investigando el fenómeno de la evasión tributaria.
Caterpillar fue citada recientemente a comparecer ante el Comité de Investigaciones del Congreso, para descargos por esta práctica.
EL CASO CATERPILLAR
El senador demócrata Carl Levin, de Michigan, es quien lidera la campaña orientada a tapar los huecos de la evasión fiscal que estimulan, entre otras, la masiva fuga de capitales hacia paraísos fiscales.
Levin reveló en este caso que la fabricante de maquinaria pesada abrió desde 1999 en Suiza una subsidiaria, a través de la cual empezó a facturar buena parte de las ventas de repuestos hechas a sus agentes en más de 190 países del mundo.
Aunque toda la operación de despacho de repuestos siguió siendo manejada desde Illinois, sede central de la compañía, Caterpillar logró desviar - con asesoría de PriceWaterhouseCoopers-, utilidades de US$8.000 millones.
Germán Duque