Una Venezuela que hasta hace menos de un mes estaba velando al presidente Hugo Chávez en capilla ardiente, un mandatario que estuvo 14 años en el poder y que el 7 de octubre del año pasado había logrado su tercera reelección para gobernar seis años más.
Ese es el país que a pesar del agotamiento que causa vivir en campaña electoral vota el domingo.
Aunque en el tarjetón de votación figurarán 7 candidatos, en las calles solo se habla de dos ¿o tres?: el abanderado de la coalición opositora, Henrique Capriles; el candidato del oficialismo, Nicolás Maduro, y el propio Chávez, que aunque muerto es utilizado en la campaña a favor de su heredero político hombro a hombro con él, y a ratos hasta por delante de él.
Sí, en cada acto político del oficialismo es Chávez -mediante grabaciones en audio y video- quien canta el himno nacional, pide desde su corazón que voten por Maduro, saca la cara en afiches y gigantografías, y quien, literalmente, cerró la campaña.
Extractos de la actividad proselitista que efectuó el mandatario tres días antes de la victoria del 7 de octubre fueron usados en la clausura de campaña de Maduro.
Capriles, abogado de 40 años de edad, no compite solamente contra Maduro, sindicalista que pasó de ganarse la vida como chofer de autobús y guardaespaldas de Chávez a desempeñarse como presidente de la Asamblea Nacional, canciller, vicepresidente y presidente encargado de Venezuela; también compite contra Chávez.
La campaña exprés que duró 10 días (normalmente dura tres meses) pasó por distintas etapas. Aunque al principio ni lo nombraba, Maduro empezó a llamar a Capriles “caprichito, burguesito”. Luego le soltó al país la ‘noticia’ de que Chávez se le había aparecido en forma de pajarito y, como hiciera su predecesor, no tardó en denunciar supuestos planes de magnicidio.
Capriles, que al principio evitaba las confrontaciones, empezó a atacar. Repetía, acto tras acto, que Maduro conocía China o Cuba mejor que su país.
Eso sí, paradójicamente, ambos le prometieron al país mejorar las misiones sociales creadas por Chávez y aumentar el salario mínimo. El plus de Capriles consistió en ofrecer inclusión y el de Maduro en garantizar que no volvería la “derecha apátrida”.
Mientras esto pasaba en la contienda, en la calle los ánimos estaban cada vez más caldeados; en la frontera venezolanos quedaron varados del lado colombiano; en los supermercados escasean productos como la Harina Pan, y en los colegios y las universidades suspenden, sea por duelo nacional o porque faltan cinco días para la elección.
En definitiva, el país que vota este domingo es uno que nunca supo a ciencia cierta qué tipo de cáncer le ganó la batalla a Chávez ni dónde estuvo alojado el tumor; un país que la última vez que vio a su presidente en pleno uso de sus sentidos fue el 8 de diciembre.
Más allá de las teorías sobre chavistas que a pesar de la petición del difunto mandatario, supuestamente se niegan a votar por Maduro; de los opositores que ante el ventajismo oficialista y la criticada actuación del Consejo Nacional Electoral en la campaña, al parecer se sienten desmotivados; más allá de las dos venezuelas que parecen vivir a empujones dentro del territorio nacional, hay hechos ciertos que decidieron el destino del país en octubre y que el domingo pueden hacerlo una vez más.
Aunque en las presidenciales anteriores 18’854.935 venezolanos podían votar y acudieron a las urnas más de 15 millones de votantes, fueron los más de 3 millones 600 mil venezolanos que no sufragaron los que decidieron el destino del país.
Chávez, quien obtuvo 8’191.132 votos-, le ganó a Capriles, que sumó 6’591.304 sufragios, por una diferencia de 1’599.828 votos.
LOS DESAFÍOS DEL DIÁLOGO Y LA RECONCILIACIÓN AGUARDAN AL FUTURO PRESIDENTE DE VENEZUELA
Durante 15 años, Hugo Chávez se encargó de dividir al país y estigmatizar a los que no compartían sus ideas.
El funeral de Hugo Chávez mostró que Venezuela es un país desgarrado.
Dirigentes del mundo entero despidieron al presidente, mientras los líderes de la oposición fueron los grandes ausentes, una imagen reveladora de un país que este domingo también debería votar por la reconciliación.
Conmigo o contra mí, revolucionario o burgués capitalista, patriota o imperialista, chavista o ‘escuálido’ (apelativo despectivo para designar a los detractores del Gobierno): etiquetas como estas acompañan a los ciudadanos desde hace años, y han separado familias, amigos y empresas.
Hastiados, los venezolanos han multiplicado las iniciativas para el reencuentro y el diálogo: partidos de béisbol, actos culturales, manifestaciones y numerosas iniciativas en las redes sociales hablan de reconciliación, un reto que también está presente en la campaña de los dos candidatos a la presidencia, el oficialista Nicolás Maduro y el opositor Henrique Capriles.
“Siempre hemos trabajado con los que piensan diferente.
La intolerancia y la crispación han venido de la derecha. Lo que hemos hecho en 14 años ha sido únicamente responder”, aseguró Maduro en una entrevista, garantizando que a partir del 15 de abril, si es elegido presidente, “profundizará el diálogo bolivariano con todos los sectores que quieran debatir y trabajar”.
“Yo decreto que el 15 de abril será el día de la paz, el encuentro y la reconciliación de todos los venezolanos”, clama en sus mítines Capriles, cuya consigna de campaña es precisamente “Venezuela somos todos”.
Para sus detractores, el presidente Hugo Chávez, militar de formación, avivó esa división e incrementó su fuerza transformando en ‘enemigo’ a la mitad del país.
“La posición del Gobierno es que solo existe el Gobierno y los demás somos apátridas o traidores. Pero esto es insostenible y la pluralidad se va a imponer”, explicó Ramón Guillermo Aveledo, coordinador de la coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD).
Desde el Gobierno se apunta a que Maduro, un civil que ha sido durante seis años ministro de Relaciones Exteriores, pueda ser el hombre adecuado para llevar a cabo el acercamiento entre los venezolanos, en este momento de transición política.
“No tiene ese pasado de otros líderes chavistas que podría generar un cierto rechazo. No ha tomado decisiones impopulares como una expropiación y no ha manejado las finanzas. Con él, la política internacional de Venezuela fue un éxito y eso es innegable”, aseguran estas fuentes.
Pese a que su campaña está teniendo un tono muy radical, Maduro, favorito según la mayoría de las encuestas, es visto como un hombre más conciliador que el núcleo duro del chavismo. Para otros expertos, su talante es una gran incógnita por haber estado a la sombra de Chávez durante años. “Habrá que ver quién es Maduro. Si gana y lo hace por una diferencia grande, quedará fortalecido y negociará con más holgura para imponer sus decisiones dentro del chavismo, pero si gana por tres o cuatro puntos porcentuales, no va a ser tan fácil”, previó la historiadora Margarita López Maya, coordinadora del libro ‘Ideas para debatir el socialismo del siglo XXI’.
Aveledo subrayó que desde el poder no se ha enviado ninguna señal de diálogo a la oposición desde la muerte de Chávez. “La gente está agotada de esta división, independientemente de cómo piensen o por quién voten. Nuestro objetivo es un país sin exclusiones y por eso lucharemos el 14 de abril, pero también el 15 y el 16. Porque esta división es artificial y está obligada a disolverse.
La pregunta es cuándo”, apuntó.
Para Manuel Felipe Sierra, veterano periodista y autor de varios libros sobre la realidad política venezolana como ‘Los Hilos del Poder’, Maduro “estará obligado a trabajar en equipo” si gana. “Chávez representaba un gran factor de división de la sociedad.
Eso con Maduro cederá. Por ser un civil y por su carácter, está obligado a formar un equipo plural, como ocurre en la mayoría de los gobiernos del mundo”, dijo.
En un momento en que los desafíos económicos son grandes en este país que produce tres millones de barriles de petróleo por día, pero donde la inflación supera el 20 por ciento anual, los empresarios no tienen suficientes dólares para importar y el poder adquisitivo de los ciudadanos disminuye tras la reciente devaluación, los empresarios consideran urgente el diálogo.
POLARIZACIÓN SE AVIVÓ
En una versión comprimida de las presidenciales de octubre del 2012, los candidatos llevaron su incendiario cruce de ataques personales en todo el país, azuzando a la polarización y sin palabras de entendimiento ni espacio para la reconciliación.
Con el chavismo todavía llorando la muerte de su fundador, Maduro acusó a la “oligarquía” y “al imperio” de buscar el caos asesinándolo a él y a su rival, saboteando el sistema eléctrico y fraguando un golpe de Estado como el que en abril del 2002 derrocó a Chávez por 48 horas.
El presidente interino no duda en catalogarlo de “burguesito”, “príncipe de Nueva York” e “hijo de Hitler”. “Así como existe Cristo y el Anticristo en la religión, en la política venezolana está Chávez y está él, ‘el Antichávez’, el fariseo, el farsante”, clamó Maduro.
Por su lado, Capriles denunció la posibilidad de manipulación de las máquinas de votación, el abuso de los recursos públicos y la injerencia cubana en asuntos de seguridad nacional.
El opositor lo califica de “vago” y asegura que “Él y los otros en el poder son un grupito que dicen ser socialistas, pero viven como ricos”.