La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, lanzó ayer un programa de concesiones que busca atraer unos 64.000 millones de dólares de inversión privada para modernizar y operar carreteras, ferrocarriles, aeropuertos y muelles portuarios en Brasil.
El programa de infraestructura pretende restaurar el crecimiento de la complicada economía de Brasil y aumentar la popularidad de Rousseff, afectada por la alta inflación, la subida del desempleo y un escándalo de corrupción en la compañía petrolera estatal Petrobras.
El Gobierno admitió que el 65 % de la inversión solo llegará en el 2019, tras la finalización del segundo mandato de Rousseff.
El Foro Económico Mundial sitúa a Brasil en el puesto 120 de entre 144 países en calidad general de sus infraestructuras, siendo las carreteras y el transporte aéreo especialmente malos, considerados como un obstáculo a la productividad y la eficiencia. El plan pretende corregir anteriores errores en licitaciones de concesiones, que atrajeron poco interés por la excesiva intervención estatal.
Rousseff ofrece mejores condiciones a los inversores, aunque la financiación a bajo costo del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) se vio reducida en medio de la restricción fiscal que vive Brasil. Se espera que las compañías financien parcialmente sus proyectos con fondos privados, a través de bonos para infraestructuras. La nueva ronda de concesiones ampliará la asociación del Gobierno con compañías privadas e impulsará la confianza en la economía, a las puertas de la recesión.
Reuters