La turbulencia registrada en los mercados emergentes ha generado preocupación sobre el desempeño de estas economías en los próximos años. En Colombia, los efectos inmediatos han sido la acentuada devaluación de la tasa de cambio y desvalorizaciones excesivas de activos financieros denominados en moneda local, las cuales creemos que eventualmente se corregirán. Sin embargo, la turbulencia también ha acentuado los interrogantes sobre si la economía colombiana está preparada para afrontar las nuevas condiciones económicas y financieras globales.
COLOMBIA COMO ECONOMÍA EMERGENTE
En los últimos 5 años, la abundante liquidez proveniente de países desarrollados y el vigoroso crecimiento de China dieron soporte a las economías emergentes. Estos dos factores fueron fundamentales para que los precios de las materias primas, que determinan los ingresos por exportaciones y los términos de intercambio de estos países, se mantuvieran elevados y favorecieran la demanda agregada interna.
Salvo algunas excepciones (como Venezuela y Argentina), este contexto también les permitió tener mayor acceso a los mercados financieros internacionales, reducir significativamente sus costos de financiamiento, y recibir capitales por medio de Inversión Extranjera Directa (IED) e inversión de portafolio.
Con el comienzo del desmonte del programa de expansión monetaria de la Fed en EE. UU., y con las crecientes preocupaciones por la ralentización económica de China (en transición a un modelo de crecimiento basado más en el consumo privado que en la inversión y las exportaciones), el panorama de los próximos años para las economías emergentes es tanto complejo como heterogéneo.
En Colombia, las perspectivas de corto plazo son favorables y, dada la coyuntura actual, creemos que está en posición de ventaja frente a la mayoría de economías latinoamericanas. En primer lugar, su situación macroeconómica es una de las más sólidas en la región, con un crecimiento promedio de 4,1 % durante el 2012 y el 2013, el tercero más alto, solo por debajo de Perú y Chile, y con tasas de desempleo (9,6 % promedio anual) e inflación (1,9 %) en niveles históricamente bajos al cierre del 2013. Así, el Índice de Miseria Macroeconómica (la suma de inflación y desempleo menos la tasa de crecimiento económico) disminuyó de 8,6 en el 2012 a 7,5 en el 2013, el mínimo nivel desde que hay información (2001) y uno de los más bajos de América Latina, nuevamente solo por debajo de Perú y Chile.
En segundo lugar, según un informe reciente del Instituto de Finanzas Internacionales en el que se analizan 14 indicadores para 23 economías emergentes, Colombia es la tercera menos vulnerable ante choques externos, superada únicamente por Filipinas y Corea del Sur. Excluyendo la variable de elecciones en el 2014, solo 3 indicadores locales están en niveles de vulnerabilidad: i) el déficit en cuenta corriente, con vulnerabilidad alta; ii) la desviación de la tasa de cambio real a diciembre del 2013 respecto a su promedio entre el 2003 y el 2012, con vulnerabilidad media, y iii) el crecimiento del crédito en relación con su promedio entre el 2010 y el 2012, también con vulnerabilidad media.
No obstante, la vulnerabilidad asociada al déficit en cuenta corriente disminuye cuando se tiene en cuenta que está financiado más que proporcionalmente por IED. De hecho, Colombia es el segundo país emergente con la relación más alta entre IED y déficit en cuenta corriente, la cual se ha mantenido por encima de 1 (el déficit es menor que la IED) desde el segundo trimestre del 2011, según las cifras de balanza de pagos al tercer trimestre del 2013.
UN “SEGURO” ADICIONAL
Desde mayo del 2012, Colombia cuenta con una Línea de Crédito Flexible (LCF) con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por 5,8 mil millones de dólares, los cuales están disponibles para desembolsarse cuando Colombia lo solicite sin ningún tipo de condicionalidad (hasta mayo del 2015), y se sumarían a los 43,6 mil millones de dólares de reservas internacionales que tiene el país actualmente.La LCF es un instrumento creado por el FMI en el 2009 como respuesta a la crisis financiera global, para apoyar a los países miembros con buen desempeño económico, políticas prudentes y un sólido marco de política económica ante un eventual deterioro de las condiciones externas.
La LCF sirve como “seguro” para la economía local en caso de que la turbulencia actual restrinja el acceso a financiamiento externo, lo que implicaría que el Gobierno solo podría recurrir al interno y generaría presiones al alza sobre las tasas de interés locales, desplazando al sector privado. Esta potencial reversión de flujos externos requeriría un ajuste en cuenta corriente, inicialmente a través de una fuerte devaluación del peso colombiano (mucho mayor que la registrada en el último mes) para generar mayores ingresos por exportaciones netas; sin embargo, en caso de una desaceleración del comercio global, la segunda parte del ajuste se daría a través de una contracción de la demanda interna.
Una devaluación desordenada del peso podría aumentar excesivamente las expectativas de inflación, motivando una política monetaria más restrictiva para contenerlas, en lugar de actuar de manera contracíclica. Esta es precisamente la situación que han afrontado en las últimas semanas Turquía, Sudáfrica e India, donde los bancos centrales aumentaron sus tasas de interés para contener las presiones inflacionarias generadas por fuertes devaluaciones, a pesar de que el crecimiento económico no es del todo sólido.
RETOS DE MEDIANO PLAZO
Si bien las perspectivas de corto plazo son favorables para Colombia, el reordenamiento financiero global indica que el país debe reducir su dependencia a los precios de materias primas minero-energéticas y aumentar la competitividad de otros sectores transables diferentes a la minería (industria, agricultura y algunos servicios).
En particular, se debe acelerar la construcción de infraestructura y la implementación de reformas que disminuyan la informalidad del empleo, mejoren la calidad de la educación y la salud, y combatan los graves problemas de institucionalidad, corrupción y violencia.
Julio César Romero
Analista macroeconómico de Corficolombiana.
Andrés Pardo Amézquita
Gerente de investigaciones económicas de Corficolombiana