La administración de Donald Trump ha congelado su principal programa para el impulso de las relaciones económicas con China, mientras que se queja del inflado desequilibrio comercial entre los dos países y declara que los esfuerzos de Pekín por liberalizar su economía han dado marcha atrás.
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David Malpass, un diplomático económico de la administración, declaró que el Diálogo Económico Integral (CED, por sus siglas en inglés) con Pekín “se ha estancado”, y que no había planes para revivir las conversaciones. La decisión fue tomada después de que el diálogo entre los dos países concluyera sin ningún progreso tangible.
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El CED es un prominente programa que involucra a funcionarios de alto nivel gubernamental en Washington y a sus contrapartes en Pekín, y que tiene como objetivo resolver los problemas de comercio e inversión.
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El desencanto de la administración incluso surge en un momento en el que Trump está intentando convencer a Pekín de presionar a Corea del Norte en relación con su programa de misiles nucleares. La Casa Blanca ha adoptado un enfoque cada vez más polémico en sus relaciones económicas, incluyendo oponerse a la solicitud de China para obtener reconocimiento como una "economía de mercado" ante la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Malpass, quien se desempeña como subsecretario de asuntos internacionales en el Departamento del Tesoro de EE. UU., se refirió al CED en tiempo pasado, diciendo que se había establecido para lograr progreso en la liberalización del mercado y en el diálogo económico entre los dos países.
“China no se está moviendo en una dirección orientada hacia el mercado, así es que, por ahora, el CED también se ha estancado”, declaró. “No hay un diálogo para reiniciar el CED. El paso crítico es que China cambie las prácticas económicas para estar más alineado con las reglas globales y con la liberalización del mercado”.
Este tono severo surgió después de que la administración presentó a las conversaciones de julio de manera positiva. En ese momento, el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, comentó que las reuniones en Washington representaban un “enorme paso” en abordar el déficit entre EE. UU. y China, y que Beijing había entendido el plan.
Wilbur Ross, el secretario de Comercio, dijo en aquella ocasión que él esperaba negociar fechas y objetivos durante las próximas conversaciones.
Sin embargo, la Casa Blanca ha llegado a preocuparse por el creciente papel de las empresas estatales en China, así como por la falta de progreso en áreas que incluyen la liberalización de los precios. Desde hace un tiempo, algunos funcionarios de la administración de Trump han estado expresando un escepticismo cada vez mayor acerca de las conversaciones con China, y ya lo estaban haciendo antes del viaje del presidente a Asia el mes pasado.
Durante los primeros nueve meses de este año, EE. UU. tenía un déficit comercial de US$274.000 millones en bienes con China, por mucho el mayor de todos sus socios comerciales.
En abril, la administración parecía estar mucho más optimista luego de la reunión en Mar-a-Lago entre Trump y Xi Jinping. Las conversaciones del ‘plan de 100 días’ fueron dirigidas por Ross, quien elogió como históricas la reanudación resultante de las importaciones de carne estadounidense por parte de China y otras medidas dirigidas a la industria de servicios financieros. Trump recurrió a Twitter para proclamar la victoria.
“China acaba de acordar que EE. UU. podrá venderle carne de res y otros productos importantes a China una vez más. ¡Éstas son noticias reales!”, tuiteó él posteriormente a un anuncio de mayo.
Pero los resultados que surgieron fueron ampliamente criticados por las empresas estadounidenses que instaron a la administración a enfocarse en problemas estructurales más importantes. Y durante una reunión en julio del CED en Washington, la administración adoptó una posición más severa, con Trump repudiando un acuerdo en materia de acero que Ross había negociado con los chinos por considerarlo débil.
El percibido fracaso del diálogo inicial ha envalentonado a los ‘halcones’ en relación con China de la administración, incluyendo a Robert Lighthizer, el representante comercial estadounidense, y a Peter Navarro, el economista y autor de ‘Death by China’ (Muerte por China), quien actualmente es asesor comercial sénior de la Casa Blanca.
Lighthizer está ahora supervisando una investigación – la cual se anticipa que conduzca a nuevas sanciones comerciales contra China de un tipo u otro – de las prácticas de propiedad intelectual y de las normas sobre transferencia de tecnología forzosa de China.
El Departamento de Comercio todavía está procediendo con las investigaciones de seguridad nacional en relación con las importaciones de acero y de aluminio; estas investigaciones podrían conducir a una combinación de cuotas y aranceles que se anunciarán a principios del próximo año.
Esta semana, el Departamento de Comercio comenzó “por iniciativa propia” una investigación de las importaciones de aluminio para combatir el dumping (la exportación debajo del costo de producción) utilizando un poder que no se ha ejercido desde 1985.
EE. UU. también se ha unido a la Unión Europea (EU) en la lucha contra el intento de China de ser considerada una economía de mercado dentro de la OMC, y ha estado tratando de construir alianzas con la UE y con los japoneses dentro de la OMC para contrarrestar a Pekín. Y en Berlín, el jueves, funcionarios estadounidenses estaban participando en una guerra retórica abierta contra funcionarios chinos durante una reunión mundial sobre el exceso de capacidad del acero.