“La crisis en España sí se ha visto. Por ejemplo, la basura ya no la recogen de lunes a domingo sino de lunes a sábado”, comenta el dependiente de una caseta de turismo en la céntrica Puerta de Alcalá, como si fuera un chiste; pero ni siquiera eso se nota, pues en largos trayectos por el centro histórico, el Paseo de La Castellana y el parque El Retiro, el estado de limpieza de las calles no se baja de impecable.
Aunque de las personas del diario vivir madrileño que Portafolio.co sondeó sobre la crisis, todos coincidieron en que sí están conscientes de que el desempleo –de más del 25 por ciento y por encima de 50 por ciento entre los jóvenes– es el principal flagelo del momento, y en el inconsciente de esta personas no hay una crisis que les evite consumir como si vivieran épocas de ‘vacas gordas’.
“Tener una ración de pan y azúcar cada tres días para alimentar a una familia, como en la época de la guerra, eso sí es una crisis. Lo que estamos viviendo hoy día es un chiste”, comenta una vendedora de regalos y ‘souvenirs’ ya entrada en años, en la zona de la Puerta del Sol, en el centro de Madrid.
Y es que en un paseo por las zonas anteriormente mencionadas cualquier visitante, así no tenga el ojo observador del periodista, se dará cuenta de que a los restaurantes y los bares no les cabe ‘un alma’ y que en los comederos más populares hay que hacer reservación con días de anticipación: “Otra de las señales de la crisis es que hace unos años, para comer en uno de estos restaurantes había que reservar meses antes; hoy es posible reservar tan solo días antes”, dice el periodista Igor Galo, quien agrega que “ni siquiera se conseguía un taxi libre”.
El visitante desprevenido podría concluir que la crisis ha hecho que bajen los precios de los productos y por ello el consumo se mantiene en niveles saludables, pero no es así, pues un menú del día en esta zona, que sigue siendo una cantidad de comida superior a la que un humano con apetito promedio puede soportar, cuesta entre 10 y 12 euros.
Eso sí, una caña, es decir, una jarra de cerveza de unos 250 mililitros que se sirve del dispensador se consigue desde un euro, y se puede picar comida (tapas españolas) por un costo relativamente bajo por unidad, pero que al sumar esos precios la cuenta se va incrementando, por ejemplo en una salida ‘de tapas’, o sea ir de bar en bar mientras se toma una cerveza o un trago en cada establecimiento.
Por el lado del comercio, los precios no bajan. Una visita de Portafolio.co a la tienda por departamentos El Corte Inglés reveló que los precios no son los más bajos del mercado, y más tratándose de un país en una crisis financiera tan profunda como en la que se encuentra España.
Por ejemplo, chaquetas y ‘blazers’ de invierno están en 500 euros en promedio, mientras que los zapatos para caballero, de marcas conocidas, están entre 100 y 500 euros cada par. Y si lo que quiere es llevarse un par de zapatos más finos, revueltos entre todos los demás los hay de 1.200 euros. “Si la crisis estuviera tan fuerte como se muestra en los medios de comunicación, no nos molestaríamos en exhibir zapatos y prendas de este precio como algo normal”, comenta una dependienta de la tienda, quien prefirió mantener su nombre en reserva.
Regularmente, el sótano de las sedes de este almacén de varios pisos alberga un supermercado gourmet que no les tiene nada que envidiar a los delikatessen en Estados Unidos o Alemania: jamones de jabugo, anguilas bebé, chorizos finos, encurtidos, caviares y tragos de todo tipo hacen las delicias de los visitantes, así no compren nada y solo se den un paseo para mirar qué hay.
Por ejemplo, en esta sección gourmet hay una habitación refrigerada destinada únicamente a las champañas, con precios entre los 200, 500 y 1.200 euros por botella. Y justo a la salida de esa habitación reposa una botella de vodka de color azul claro con una etiqueta que ostenta, tímidamente, el precio de 1.700 euros.
Así, la crisis en España sí existe, pero en la sicología de los españoles el placer por la buena comida y los buenos vinos no deja que el consumo se detenga y eso, en últimas, mantiene a la economía caminando, así el precio por no dejar de gastar se pague más adelante.
MAURICIO ROMERO
EDITOR PORTAFOLIO.CO