La economía de Brasil sufrió en el tercer trimestre su mayor contracción desde inicios del 2009, nuevamente con un desempeño por debajo de lo esperado a medida que menores inversiones y un incremento en la capacidad ociosa de las fábricas diluyeron un tenue crecimiento.
La economía se contrajo 0,5 por ciento en el tercer trimestre respecto a los tres meses previos, anunció ayer la agencia gubernamental de estadísticas Ibge.
El frágil trimestre reforzó los temores sobre Brasil, que en los últimos años ha tenido problemas para contener la inflación y mantenerse competitivo, ensombreciendo la reputación ganada en una década de robusto crecimiento.
Aunque la perspectiva de una recesión en la mayor economía de América Latina parece aún poco probable, el frenazo sugiere un escenario de débil crecimiento y también un posible recorte de la calificación de crédito en el 2014 antes de los comicios donde se espera que la presidenta Dilma Rousseff busque la reelección.
Tras conocerse los decepcionantes números, el ministro de Hacienda, Guido Mantega, reconoció que la recuperación demora más de lo que el Gobierno esperaba, pero dijo que la economía brasileña debe crecer en el cuarto trimestre frente al tercero, debido a una gradual recuperación de la actividad económica del país.
UN DIFÍCIL 2014
La cifra deja a Rousseff con poco margen de error en el final de su primer mandato. El próximo año promete ser complicado para la presidenta, que debe terminar los preparativos para el Mundial, enfrentar el escepticismo del empresariado y la probable eliminación de los estímulos monetarios en Estados Unidos. El sector privado ha sido cauteloso.
La inversión cayó 2,2 por ciento respecto al segundo trimestre, debido a los elevados costos y la poca confianza de parte de los empresarios.
SAO PAULO/REUTERS