Lo más grave no es que Bolsonaro sea de derecha. Lo peor es que su pobreza humana, mental e intelectual coloca en grave riesgo a los derechos fundamentales, a la mayor democracia de América Latina y, con ella, a sus ideales en toda la región, donde ha imperado por el más prolongado periodo de nuestra historia reciente.
“Bolsonaro no es la causa de una democracia que agoniza sino su consecuencia”, opina el investigador argentino Pablo Gentili al hacer una análisis de lo sucedido el domingo en Brasil.
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Alerta que con su triunfo en la primera vuelta de las elecciones brasileñas se fijaron los cimientos para un régimen despótico y autoritario, que se fortaleció con la despolitización de la sociedad.
Si Bolsonaro gana la presidencia de Brasil el próximo 28 de octubre, se habrá colocado en el poder ese régimen dictatorial por decisión popular y no por un golpe militar, temen los demócratas. Pero, lo más grave, para ellos y otros analistas, es que el fenómeno de la despolitización se arrastra como un cascabel a lo largo de América Latina, donde la política y los políticos también están en cuidados intensivos.
“Si vence Bolsonaro, Brasil habrá dado el primer paso en la región hacia el resurgimiento del fascismo”, alerta el politólogo Arnaldo Goncalves.
Más de 49 millones de brasileños apoyaron a Bolsonaro con el 46% de los votos y lo dejaron en la puerta de la Presidencia “no lo hicieron por convicción sino por la decepción y hastío con la política y los políticos y con eso sentenciaron a la guillotina a nuestra democracia”, dice con tristeza a Portafolio el investigador brasileño Ronaldo Freitas.
Otros culpan a la intolerancia y al fanatismo por la vitoria del polémico candidato ultraderechista del Partido Social Liberal (PSL) porque les es difícil entender las razones que tienen sus seguidores para apoyar a un hombre que aplaude la tortura, los asesinatos, el exterminio, la violencia, el porte de armas, que emana odio, inyecta veneno social cada vez que habla, es xenófobo, racista e ignorante y proclama la barbarie y el terror. Su indigencia humana fue internacionalmente conocida cuando votó a favor de la destitución de la ex presidenta Dilma Rousseff en 2016 y dedicó su voto a la memoria del coronel Carlos Alberto Ustra, quien la torturó cuando ella tenía 19 años.
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También la deja en evidencia cuando le rinde homenaje, cada vez que puede, a ese personaje siniestro que “torturaba a sus víctimas y, cuando eran mujeres, además de violarlas, solía llevar sus hijos para que las vieran moribundas, ensangrentadas y desnudas”, recuerda el investigador Gentili.
Bolsonaro ha atacado e insultado públicamente a las mujeres, a su única hija, a los afro descendientes y a la comunidad LGBT de la manera más grotesca que ha podido, lo que ha llevado a poner en entredicho su sanidad mental
TAMPOCO SE ENTIENDE
Por eso, resulta igualmente difícil entender por qué el ex militar se catapultó y venció con amplio margen en la primera vuelta electoral después de las multitudinarias manifestaciones en su contra de indignadas mujeres brasileñas, que representan el 52,3% del electorado.
“Primero, porque no todas las mujeres respaldaron las protestas y, segundo, porque su victoria de Bolsonaro fue el resultado de una mezcla de intolerancia, condimentada con una enorme ola conservadora, que se convirtió en tsunami con los escándalos de corrupción que aniquilaron, al mismo tiempo, la confianza de los brasileños en la política y en los políticos”, responde a Portafolio la analista Diana Brajterman.
Esos escándalos fueron los que fortalecieron al militar en sus aspiraciones presidenciales. El de la Petrobras, la mayor empresa estatal de América Latina, por ejemplo, quedó al descubierto por la mayor operación anticorrupción conocida como ‘Lava jato’ y llevó a la cárcel a decenas de políticos de los principales partidos e involucró a tres ex presidentes.
Además de la decepción frente al sistema político existente, los brasileños que votaron por Bolsonaro también buscaron herir de muerte al Partido de los Trabajadores (PT) y se dejaron seducir por su discurso antisistema, aunque su candidato haya sido, dentro de ese mismo sistema, un mediocre concejal y diputado por 30 años.
La pobrísima votación a partidos de centro derecha como el Social Democrático Brasileño (PSDB) y el Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) evidenció que “la votación de la derecha se volcó a favor de Bolsonaro con el único propósito de aplastar al PT en la primera vuelta”, afirma el analista argentino Rafael Gumucio.
Pero, el PT no resultó fatalmente lesionado y se fortaleció con 9 gobiernos estatales y en su representación en la Cámara de diputados, pese al pobre respaldo de poco más de 31 millones de votantes o del 29% que recibió su candidato Fernando Haddad en la primera vuelta presidencial del domingo y quien irá con Bolsonaro a la segunda vuelta el próximo 28 de octubre.
Haddad, un moderado intelectual del PT, convocó ayer a los demócratas para que lo apoyen mientras que Bolsonaro arremetía contra su partido con un discurso de exterminio. Por eso, independientemente del que resulte vencedor de esta contienda, los próximos cuatro años se pronostican como muy difíciles por el grado de polarización en que quedará Brasil.
CANDIDATO DEL CAPITAL
Desde el punto de vista económico, la victoria de Bolsonaro se atribuye a los grandes capitales mundiales, regionales y nacionales. Sin su apoyo y sin el de la oligarquía y los ricos brasileños, no habría despegado ni para la primera vuelta, afirman algunos analistas. La prueba de eso es que ayer lunes los mercados se levantaron eufóricos. La bolsa subió de 5,46 a 87,291 puntos, el mejor ritmo en semanas, y valor del dólar con relación al real cayó el 3,67%, por ejemplo
“Los inversionistas ven en Bolsonaro a un aliado, un candidato dispuesto a compensar lo que para ellos eran excesos intervencionistas del Partido de los Trabajadores (PT). De ahí que su arrollador triunfo ayer, los animó a reanimar en la economía brasileña, que no arranca desde la grave recesión que surgió entre 2014 y 2017”, afirma la analista económica Heloísa Mendonca.
Aunque los expertos estiman que Bolsonaro tiene un 75% de posibilidades de ser electo como presidente de Brasil el próximo 28 de octubre no tendrán que esperar hasta ese día para festejar su victoria.
“El optimismo se debe también a que tendrá un apoyo robusto en la Cámara de los Diputados y en el Senado”, recuerda el economista André Prefeito. El PSL, logró el domingo, con 52 diputados, el segundo mayor grupo en el congreso. No obstante y a pesar de la ventaja de 17 puntos de del ex militar sobre su contrincante, en política nunca hay nada definitivo, especialmente cuando aún faltan 3 semana para la disputas final.
Por eso el sociólogo y demócrata brasileño Luiz Eduardo Soares está convocando en un video: “Vamos al segundo turno y tendremos la posibilidad de cambiar el juego” del terror y la barbarie.
Gloria Helena Rey
Especial para Portafolio