A comienzos de año explicamos las razones por las cuales esperábamos un impacto moderado de la reforma tributaria de Trump en el crecimiento del PIB de EE. UU. en 2018.
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En particular, con respecto al consumo privado, que representa casi 70% del PIB y que es el principal motor de la inflación, explicamos las razones por las que esperábamos que menos de la tercera parte de los recortes impositivos se tradujeran en un mayor gasto este año: i) la experiencia previa muestra que los hogares destinaron aproximadamente un 30% de los recortes impositivos de Bush y Obama a aumentar su gasto; ii) la tasa de ahorro personal se sitúa en un mínimo cíclico, lo que sugiere que hay un espacio amplio para fortalecer los niveles de ahorro a partir de dichos recortes; y iii) los recortes son mayores para las cohortes de más altos ingresos, cuya propensión marginal a consumir es más baja.
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Un factor adicional que mencionamos en ese momento era el potencial efecto negativo de unos mayores precios del petróleo en el gasto de los hogares en EE. UU. Luego de las correcciones a la baja que se presentaron desde febrero, dichos precios se han vuelto a fortalecer y en días recientes alcanzaron sus niveles más altos desde finales de 2014. En consecuencia, el precio de la gasolina en Estados Unidos también ha aumentado y hoy se sitúa en su nivel más alto desde mediados de 2015.
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Además, el precio del galón de gasolina en ese país supera en unos 30 centavos al que se observaba hace un año, lo que equivale a un incremento anual cercano a 12%. De mantenerse en estos niveles, estimamos que el gasto de los hogares en combustibles aumentaría en casi 37.000 millones de dólares en 2018 y a su vez reduciría el gasto en otro tipo de bienes y servicios en igual magnitud (los hogares de EE. UU. gastaron 305.000 millones de dólares en combustibles en 2017, así que un aumento de 12% lo llevaría a 342.000 millones este año). Por su parte, en columnas previas también explicamos que la reforma tributaria de Trump implicaba una reducción de la carga impositiva de las personas naturales cercana a 123.000 millones de dólares en 2018. De esta manera, un incremento de los precios de la gasolina que se mantenga en los niveles actuales, evaporaría una porción muy significativa de los ahorros que genera la reforma tributaria este año, aunque el efecto neto de ambos factores continuaría siendo positivo para el ingreso de los hogares en unos 86.000 millones de dólares en 2018 (123.000 millones de recortes impositivos, menos 37.000 millones de mayor gasto en combustibles). Lo anterior implica que el impacto positivo de la reforma tributaria sobre el gasto de los hogares en 2018 sería aún menor que el que estimamos previamente.
Adicionalmente, hay otro elemento de esta situación que reduciría todavía más el impulso sobre el consumo privado, dado que el impacto de los mayores precios de la gasolina no se reparte equitativamente a lo largo del espectro de ingresos de la población. Según explicamos en columnas previas, los hogares de menores ingresos son los que menos se están beneficiando de los recortes impositivos, pero a su vez son los más afectados con el incremento del precio de la gasolina. El ingreso promedio del 20% de la población de bajos recursos (quintil inferior) aumentará apenas 0,4% en 2018 gracias a la reforma tributaria, mientras que el del 20% de mayores ingresos (quintil superior) lo hará en 2,9%. Sin embargo, el gasto promedio en combustibles del quintil inferior representa cerca del 7,9% de su ingreso, mientras que el del superior representa el 1,4%, a 2016.
Estas cifras sugieren que los hogares de menores ingresos efectivamente verían una reducción de su ingreso disponible después de incorporar las ganancias por los recortes impositivos y las pérdidas por el incremento del precio de la gasolina que se ha observado a la fecha. Recordemos que los hogares de menores ingresos son los más propensos a consumir un aumento extraordinario de los mismos, así que la reforma tributaria podía llevarlos a incrementar su gasto notablemente, pero en este escenario de mayores precios de la gasolina no sería posible. Por su parte, los hogares de mayores ingresos se verían menos afectados por el incremento de los precios de la gasolina, pero al ser más propensos a ahorrar un aumento extraordinario de los mismos, lo más factible es que apenas destinarían una proporción menor de los recortes impositivos a incrementar su gasto.
En efecto, los datos más recientes de ventas minoristas evidencian que el efecto positivo de la reforma tributaria sobre el gasto de los hogares ha sido más moderado del que se creía, posiblemente también afectado por el incremento de los precios de la gasolina en el primer trimestre. En particular, el crecimiento del grupo control de las ventas minoristas menor (que excluye el gasto en gasolina, entre otros, y que es determinante para calcular la inflación) tan sólo creció 0,4% mensual en marzo, a pesar de la muy baja base estadística que le precedía en los tres meses previos. Así, el crecimiento mensual en trimestres móviles se situó en 0,1%, el segundo más bajo desde septiembre de 2016, mientras que el crecimiento trimestral se desplomó a 0,3%, el más bajo desde septiembre de 2016.
Por eso, seguimos creyendo que las preocupaciones por un aumento significativo de la inflación núcleo (excluyendo alimentos y gasolina) y de la actividad económica en EE. UU. son excesivas. Lo anterior justifica nuestra expectativa de que la Reserva Federal continuará con la normalización gradual de su tasa de interés objetivo, por lo cual mantenemos nuestro pronóstico de máximo 3 incrementos en 2018, el segundo siendo en la reunión de junio (el primero, en marzo).
Andrés Pardo Amézquita
Director Ejecutivo de Investigaciones Económicas, Corficolombiana