India importa actualmente e importará aún más en el futuro. Es una democracia; su economía está creciendo rápidamente; y pronto será el país más poblado del mundo. Los occidentales deberían entusiastamente desear que India fuera un exitoso modelo de desarrollo democrático dirigido por el mercado.
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Una pregunta importante es si el Gobierno de Narendra Modi, en el poder desde mayo de 2014, ha marcado una decisiva diferencia en la trayectoria económica de India. La evidencia indica que todavía no lo ha hecho. Pero las reformas que ha introducido pudieran marcar una diferencia más notable durante los próximos años.
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Tras la crisis de divisas de 1991, se produjo un decisivo cambio en las políticas económicas y en el rendimiento de India. La versión india de la ‘reforma y apertura’ de China elevó el crecimiento medio del producto interno bruto (PIB) per cápita a cerca del 5% anual entre 1992 y 2017. La media móvil quinquenal de crecimiento del PIB per cápita alcanzó el 7,2% en los años anteriores e incluyendo al 2007, antes de disminuir hasta el 5,8% en los años subsiguientes hasta 2017. Esa desaceleración es decepcionante.
Sin embargo, si se mantuviera esta tasa, el PIB per cápita se duplicaría cada 12 años. Eso sería transformador, y no sólo para India, ya que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) pronostica que su población alcanzará los 1.600 millones de habitantes (el 17% del total mundial) para 2040.
Una pregunta importante es si la tasa de crecimiento de India seguirá disminuyendo, si se estabilizará o si aumentará nuevamente. Un asunto crucial al respecto es la marcada caída en la tasa de inversión del país, desde un máximo del 40% del PIB en 2011 al 30% en 2017. Si la tasa de inversión se mantuviera en este último nivel, es poco probable que el crecimiento del PIB aumente a más del 8% anual, y mucho menos a tasas aún más altas, aunque no debiera caer por debajo de las actuales tasas.
En retrospectiva, las elevadas tasas de inversión de principios de la década de 2000 eran en sí insostenibles. Legaron un problema de ‘balances gemelos’ (combinación de empresas sobreapalancadas con bancos endeudados) que resultó de deudas incobrables en los bancos y en numerosas empresas.
El análisis de la Encuesta Económica recientemente publicada en el país concluyó que revertir la desaceleración de la inversión asociada a estos estresados balances es una tarea difícil. La agenda, indica el análisis, incluye la limpieza de los balances no saludables, lo cual actualmente está en marcha. También es importante avanzar en la reducción de los costos de hacer negocios ‘creando un entorno regulatorio y fiscal claro, transparente y estable’.
Hay que cuestionar si es factible que un Gobierno que recientemente desmonetizó repentinamente una gran parte de la oferta de dinero pendiente pueda crear un régimen tan estable. Las dificultades iniciales del nuevo impuesto a los bienes y servicios, en sí una valiosa reforma, ocasionaron todavía más daños.
Modi indicó su determinación de implementar vitales reformas estructurales durante su discurso del mes pasado en la reunión anual del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) en Davos.
Su agenda es impresionante y amplia. La Encuesta Económica sostiene que la desaceleración de la economía india en 2016 y a principios de 2017 ya se ha revertido: actualmente está avanzando a toda velocidad. Sin embargo, basado en lo que ha sucedido hasta ahora, una apuesta razonable pudiera ser que el crecimiento se estabilice en algún punto entre el 7 y el 8% anual, siempre y cuando el entorno siga siendo favorable.
Considerándolo todo, India debería recuperar de China el título de’gran economía de más rápido crecimiento en el mundo’ este año.
¿Qué pasa con los desafíos a más largo plazo? Eliminar los obstáculos para lograr una mayor inversión y fomentar mayores ahorros son ambas metas importantes. La Encuesta Económica también señala, triunfantemente, que, por primera vez, India saltó 30 lugares para entrar en los primeros 100 lugares en la publicación Doing Business 2018 del Banco Mundial, que evalúa la facilidad para hacer negocios.
Este resultado es producto de las reformas. Sin embargo, India todavía se encuentra 22 lugares por detrás de China. India también ocupó el lugar 164 en relación con la efectividad en hacer cumplir los contratos. Esto refleja la ineficacia del sistema legal, el cual tiene características ‘dickensianas’. A India le podría, y le debería, ir todavía mucho mejor.
En general, sin embargo, el potencial de mejora política e institucional en lo que sigue siendo un país pobre (cuyo PIB real per cápita es aproximadamente un octavo de los niveles del de EE. UU.) debería generar confianza en que el rápido crecimiento continuará.
Sin embargo, la Encuesta Económica pregunta, claramente, si en la actualidad existe una tendencia en las economías que todavía están tan rezagadas en comparación con las más ricas del mundo, como es el caso de India, a fracasar en emparejarse.
En particular, la Encuesta señala obstáculos que no existían en el pasado. Éstos incluyen la actual reacción negativa en contra de la globalización, la cual pudiera desacelerar el crecimiento de las exportaciones; la tendencia del crecimiento de la industria a alcanzar un pico cada vez más tempranamente en el proceso de desarrollo, o ‘desindustrialización prematura’; el reto de actualizar los recursos humanos y el impacto negativo del cambio climático sobre la productividad agrícola.
El desafío crucial aquí es la educación. India continúa sin proporcionar una educación adecuada para una enorme proporción de sus niños, un fracaso que afectará la calidad de la fuerza laboral durante muchas, muchas décadas. La Encuesta también presenta un buen argumento en pro de aumentar el trabajo científico de India y de invertir más en investigación y desarrollo (I+D), especialmente en el sector privado.
Una notable característica estructural de India, cuya importancia trasciende la economía, es la preferencia social por los hijos varones. Esto se evidencia en la fuerte tendencia a continuar teniendo hijos hasta que nazca un varón.
La cantidad de ‘mujeres desaparecidas’ - mujeres que estarían vivas dada una proporción de sexos normal - actualmente se estima en 63 millones. El número de niñas indeseadas - niñas que solamente existen porque los padres realmente querían tener un varón - se estima en 21 millones.
Y, lo que es peor aún, estos prejuicios no están desapareciendo con la prosperidad. Si bien el tratamiento de las mujeres indias ha mejorado de muchas maneras, la ignorante preferencia por un varón persiste. Tanto el resultado como las actitudes sociales que lo causan tienen que cambiar, ya que estos son enormemente dañinos. El desarrollo económico importa y por sí solo, nunca es suficiente.