Tras dos días de deliberaciones, los siete líderes de las economías más poderosas del mundo se comprometieron a reducir el uso de energías fósiles en sus países.
La cita alemana estuvo ensombrecida por la crisis financiera de Grecia y la renovación de sanciones contra Rusia por su papel en la guerra civil de Ucrania. En ambos temas, la anfitriona, la canciller de Alemania, Ángela Merkel, y el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, impusieron la visión de ser firmes y mantener la presión de la comunidad internacional.
En el caso de la economía helénica, Obama urgió al primer ministro Alexis Tsipra a tomar decisiones “duras”, mientras que Merkel advirtió que se acaba el tiempo para llegar a un acuerdo entre Atenas y sus acreedores. “Los griegos van a tener que tomar decisiones políticas duras, que serán positivas para ellos a largo plazo”, afirmó el presidente estadounidense al término de una cumbre del G7, celebrada en Baviera, en el sur de Alemania.
Con respecto a Rusia, los líderes de las siete potencias amenazaron con endurecer las sanciones al gobierno de Vladimir Putin por su papel en el conflicto ucraniano.
Como preámbulo a la conferencia climática de diciembre en París, se dio un espaldarazo a los objetivos ambiciosos de reducción de las emisiones de CO2. El respaldo fue plasmado en el comunicado final, donde los líderes de las siete potencias abogan por reducir las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero entre 40 y 70 por ciento de aquí al año 2050, partiendo de los niveles de 2010.
Como prueba de su ambición, destacaron que quieren lograr esa reducción “en la parte alta de la horquilla”.
Los siete países se comprometen también a asumir su parte de responsabilidad “para lograr una economía mundial sobria en carbono a largo plazo”. Para ello quieren “transformar los sectores energéticos de aquí a 2050” en sus países. En otras palabras, prescindir al máximo de los combustibles fósiles (gas, petróleo y carbón) en beneficio de las energías renovables.
“Es una declaración histórica que anuncia el fin de la era de las energías fósiles”, se felicitó el colectivo European Climate. Jennifer Morgan, responsable de las cuestiones climáticas en el World Resources Institute, destacó que “por primera vez, los dirigentes del G7 apoyan el objetivo de descarbonizar la economía”. La cumbre de la ONU sobre el clima en París deberá definir a nivel mundial el camino a seguir para limitar el calentamiento global.
“Elmau ha cumplido con sus promesas”, coincidió Martin Kaiser, de Greenpeace.
En Bonn (oeste de Alemania), donde se celebraban unas negociaciones multilaterales para preparar la conferencia del clima de París, las reacciones eran menos entusiastas.
Para que la conferencia de París sea un éxito, será necesario obtener el apoyo de países muy contaminantes como son China, India, Rusia o Brasil.
Los países del G7 (Estados Unidos, Canadá, Japón, Francia, Alemania, Italia, Reino Unido) representan el 10 % de la población mundial, y alrededor de una cuarta parte de las emisiones de dióxido de carbono (CO2).
El G7 hizo suyo el objetivo de limitar el aumento global de la temperatura en el planeta a dos grados centígrados respecto a la era preindustrial.
Además, se reafirmó su compromiso de “movilizar” 100.000 millones de dólares por año de aquí al 2020, en dinero público y privado, para financiar iniciativas en favor del clima. El compromiso final fue el “resultado de unas negociaciones difíciles”, según reconoció Merkel.
CONTRA EL FRAUDE FISCAL
El Grupo de los siete países más industrializados destacó su interés en ampliar los programas internacionales de intercambio de información tributaria para atajar tanto el fraude fiscal como las estrategias de algunas multinacionales para pagar menos impuestos.
Estados Unidos, Canadá, Japón, Alemania, Francia, el Reino Unido e Italia recogieron este asunto en el comunicado conjunto final de la cumbre de sus líderes entre ayer y hoy en el palacio de Elmau (sur de Alemania).
Los líderes del G7 pidieron una “rápida implementación” del nuevo estándar global para el intercambio automático de información tributaria para finales del 2017 o del 2018, un protocolo ratificado por unos 50 países hasta la fecha.
Este acuerdo, anunciado el pasado octubre en Berlín, busca facilitar la persecución de las personas que tratan de engañar al fisco ocultando dinero en el extranjero y evitar las prácticas –legales, pero polémicas- de ingeniería tributaria de ciertas multinacionales.
Entre los firmantes hay un gran número de países europeos (aunque no Suiza), tres latinoamericanos (Argentina, Colombia y México), dos asiáticos (Corea del Sur y Mauricio) y un africano (Suráfrica), aunque falta Estados Unidos.
Mediante este pacto, basado en unas reglas de intercambio automático de información financiera diseñadas por la Ocde, se registrarán a partir del 2016 los datos de todas las nuevas cuentas bancarias y comenzarán a compartirse de forma rutinaria desde septiembre de 2017.
Entre los datos que se compartirán están incluidos los saldos, los intereses aplicados, los dividendos, los beneficios procedentes de productos financieros y los números de identificación fiscal.
Agencias