Los barones del fútbol sudamericano se reunieron en el hotel St. Regis Bal Harbour de Miami Beach a fines de abril de 2014 para alardear: acababan de ganar 100 millones de dólares con la venta de los derechos de la Copa América.
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"¡El negocio va muy bien!", dijo el ejecutivo argentino de marketing deportivo Mariano Jinkis a sus socios, citando las ventas para la trasmisión en América Latina de la Copa Centenario. "Tendremos 100 millones de ganancias", dijo, "¡solo de Estados Unidos!".
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Lo que Jinkis no sabía es que el FBI también estaba escuchando, a través de grabaciones encubiertas hechas por un asociado. Así es como EE.UU. realizó una extensa investigación sobre la corrupción de la Fifa, el organismo organizador del deporte más popular del mundo, que finalmente atrapó a más de 40 personas, incluidos ejecutivos del fútbol y empresarios de marketing deportivo.
No se sabía del todo lo que estos grandes pagos significaban para los capos del fútbol hasta que los fiscales federales de Brooklyn, Nueva York, comenzaron a revelar sus pruebas en el juicio por crimen organizado contra tres antiguos ejecutivos del fútbol sudamericano.
Durante las últimas cinco semanas, un jurado estadounidense, que incluye maestros y jubilados, ha escuchado todo sobre la vida de lujo que estos hombres vivieron, que incluía cenas con baile de tango, vuelos en jets privados a exclusivos centros vacacionales como Mauricio, estadías en hoteles de cinco estrellas y una reunión nocturna clandestina en una lujosa granja en un centro turístico uruguayo.
CUIDADO PERSONAL
Uno de los acusados, Juan Ángel Napout, de origen paraguayo, que fue presidente de la Federación del Fútbol Sudamericano, era muy aficionado al cuidado personal con sus manicuras, pedicuras y masajes organizados discretamente por su chofer, según el testimonio.
"Si esto es cierto, los demandados son proveedores de buen gusto y productos de lujo de alta gama, pero también hay una razón probatoria sólida para esta evidencia", señaló Anthony Sabino, profesor de derecho en la escuela de negocios de St. John's University en Nueva York. Esto se demuestra con el rastro documental que dejaron los acusados: aquí hay personas que aceptaron este dinero, aquí hay evidencia que muestra que obtuvieron este dinero y así es como lo gastaron. Es parte integrante de la tarea de demostrar que hubo corrupción".
El conductor de Napout realizó otra tarea: condujo 30 horas desde Asunción, Paraguay, hasta Buenos Aires y luego de regreso para recoger y entregar sobornos en efectivo a su jefe y facilitar los pagos a otro funcionario argentino, según el exejecutivo de marketing deportivo Alejandro Burzaco, que se declaró culpable y está cooperando con el gobierno de Estados Unidos.
Los fiscales dicen que Napout recaudó millones de dólares en sobornos y obsequios, como 10.175,88 dólares en boletos para un concierto de Paul McCartney en Buenos Aires.
"¡Crecimos con él, se lo debemos a los Beatles y Paul es un genio!", dijo el amigo de Napout en un correo electrónico después del concierto de noviembre de 2010. "Para mí, este es un sueño hecho realidad". "¡También tuve la sensación de que no era real, así de bueno fue!", dijo Napout.
Otro de los acusados, José María Marín, expresidente de la Federación Brasileña de Fútbol, de 85 años, está bajo fianza durante el juicio y vive bajo arresto domiciliario en su departamento de 3,5 millones de dólares en la Trump Tower de Manhattan.
El caso podría pasar al jurado el jueves. Marín calificó el pago para él y para otros ejecutivos de fútbol como una merecida recompensa en una conversación cargada de improperios con los ejecutivos de marketing grabada por el FBI en abril de 2014 en Miami Beach.
*Bloomberg