La tregua en la guerra comercial que alcanzaron Estados Unidos y China durante el fin de semana instaló un gran optimismo en los mercados internacionales, los cuales se apuntaron ayer fuertes subidas al ver una mayor posibilidad de que la tensión entre las dos principales potencias del mundo se acabara.
El más beneficiado fue el petróleo, pues según los datos de Reuters, el Brent registró un alza de 3,75% hasta los US$61,69 por cada barril. Las acciones también repuntaron: el Dow Jones subió un 1,13% y el S&P500 un 1,09%, mientras que en Europa, el Dax alemán ascendió un 1,85% y el Cac francés, un 1%, como ejemplos de una jornada que estuvo marcada por los números verdes en los indicadores de todo el mundo.
Sin embargo, ese optimismo no duraría mucho, pues según los expertos, la reunión entre Donald Trump y Xi Jinping del fin de semana y el acuerdo alcanzado tan solo serían “bonitas palabras. “El vicepresidente Mike Pence denominó esto como la guerra fría económica, por lo que no creo que unas buenas palabras delante de la cámara en el G20 supongan cambios sustanciales que generen el inicio del fin de la guerra comercial”, indica David Lafferty, jefe de estrategia de mercado en Natixis.
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El problema es que, como afirman, realmente no se puede decir que haya un acuerdo. Según recogieron los medios de comunicación, se estableció un periodo de 90 días en los que no se establecerían nuevos aranceles y se desarrollaría la negociación para un acuerdo real. China se habría comprometido a incrementar la compra de productos estadounidenses.
“Realmente no se puede hablar de que haya un acuerdo, al menos no uno por escrito. Lo que hay es la esperanza de que en los próximos 90 días la guerra comercial chino-estadounidense se resuelva. Todo lo que sucedió en la cumbre del G-20 fue posponer ese aumento por 60 días, desde finales de diciembre hasta finales de febrero”, explica Raj Bhala, profesor distinguido de la Universidad de Kansas y senior advisor de la firma Dentons.
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Sumado a esto, los analistas afirman que no solo es que no exista un acuerdo por escrito que defina las metas y las propuestas a cumplir por cada una de las partes, sino que, además, desde la tregua, se han sucedido las discrepancias entre ambas partes.
“Lo único que se han visto son inconsistencias entre las versiones y lo logrado es resultado de las amenazas de Trump, lo que no es sostenible”, resalta Stuart Malawer, profesor de derecho y comercio internacional de la Universidad George Mason.
Además, como agrega el experto, “probablemente esto solo durará hasta el próximo tuit presidencial. La intención de Trump solo es sembrar el caos, no hay una estrategia real”.
Por lo pronto, ayer se volvió a registrar una alta presión desde Estados Unidos para que China haga concesiones. “Hubo un compromiso de ambos líderes que precisa ser alcanzado en 90 días e instrucciones para ambos equipos de negociar y convertir esto en un real acuerdo con acciones especificas, ejecutables y plazos”, apuntó el secretario del Tesoro de EE. UU., Steven Mnuchin.
También ayer tanto Trump como su asesor económico, Larry Kudlow, dijeron que China habría aceptado reducir “hasta 0%” los aranceles para los automóviles estadounidenses en el país asiático (hoy en el 40%), al tiempo que también eliminaría los gravámenes a los productos agrícolas, el sector más golpeado hasta el momento en Estados Unidos por la guerra comercial. “Mi expectativa es que China levante esos aranceles rápidamente”, aseguró ayer Kudlow.
Según señalaron las agencias de comunicación, hasta el momento el Gobierno de China ni admitió ni desmintió que vaya a realizar esas medidas.
ALGO ES ALGO
Con todo lo anterior, entre los expertos las opiniones sobre este acuerdo son distintas. Por ejemplo, Robert Gulotty, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Chicago, opina que “tenemos mucho camino por recorrer antes de un acuerdo. Parece que hay una división entre las partes sobre lo que se acordó y las empresas no podrán expandir el comercio hasta que se haga una propuesta más concreta. Dicho esto, 90 días es mejor que nada”, lo que muestra una visión más optimista de lo alcanzado el fin de semana.
Pero, desde otros puntos de vista, ese optimismo no es tan elevado. “La verdad es que no soy demasiado optimista sobre este acuerdo, pues desde el lado estadounidense, parece más bien una pausa temporal. Los principales funcionarios comerciales de la administración Trump, y el propio Trump, no entienden los conceptos básicos del comercio internacional y tienen una visión puramente contradictoria y de suma cero del comercio. Por eso, no creo que estemos cerca del final de la política de guerra comercial, al menos en EE. UU.”, señala Edward Stuart, profesor emérito de economía de la Universidad de Illinois.
Bhala, por su parte, coincide más con esa posibilidad. “En absoluto diría que con este acuerdo estamos más cerca del final de la guerra comercial. EE. UU. tiene serias preocupaciones sobre la política industrial de China y las prácticas de propiedad intelectual. Además, en ningún momento el Partido Comunista de China ha abordado directamente las preocupaciones de los Estados Unidos; o las ha rechazado o ha ofrecido ideas a las que se había comprometido hace años. Asimismo, durante esos 60 días que habría de negociación hay tres días festivos principales: Navidad, Año Nuevo y Año Nuevo Chino, lo que reduce aún más el tiempo para una resolución que ponga fin a la guerra”.
Rubén López Pérez