Después de casi dos años de auditoría, la Oficina de Fiscalización del Congreso concluyó que el 69 por ciento, de los 16.000 plaguicidas que se venden en los Estados Unidos fueron introducidos al mercado sin cumplir todos los requisitos exigidos en materia de riesgos ambientales y humanos.
Mediante la práctica de registro ‘condicionado’, la Agencia de Administración Ambiental (EPA) ha aprobado durante años pesticidas para el uso en la agricultura y en hogar, sin el lleno completo de los requisitos. En efecto, más de 11.000 de dichos productos, figuran con registro oficial, bajo la condición de atender algunos requerimientos en plazos que oscilan entre uno y tres años, que en muchos casos nunca se cumplieron.
La GAO (oficina de contabilidad estatal) encontró, por ejemplo, un total de 2.100 pesticidas que tienen más de 20 años en el mercado con ‘registro condicionado’.
Otros 3.500 siguen circulando después de 15 años de uso. Algunos de los requisitos pendientes tenían que ver nada menos que con la necesidad de aportar estudios sobre su toxicidad y riesgos para la salud humana, y otras especies de animales y vegetales.
Los investigadores comprobaron con las compañías fabricantes, que no habían cumplido en su mayor parte los requerimientos adicionales, dentro de los plazos establecidos por la EPA.
Indicaron en ese sentido que el sistema aplicado por la agencia ambiental no solo es obsoleto sino que “no es confiable”.
Citaron el caso del producto con el ingrediente activo ‘clothianiding’, que le fue aprobado a la compañía Bayer CropSciences en el 2003 y que recibió el visto bueno definitivo en el 2007, pero que debió ser retirado en el 2010 por sus efectos nocivos sobre las poblaciones de abejas, indispensables en la actividad polinizadora en la agricultura.
Igualmente, reportaron el caso del ‘imprelis’ un herbicida formulado por DuPont para control de malezas y cuyo registro la EPA condicionó en su momento a la realización de dos estudios adicionales sobre impacto ambiental.
Solo hasta el 2011, se comprobó que el herbicida tenía grave impacto sobre algunas especies de pinos. La compañía alegó un mal uso por parte de los agricultores; meses después le fue cancelado el registro.
Situaciones similares ocurrieron con productos elaborados con base en el principio activo ‘foramsulfuron’ y el ‘acetamiprid’, que después de 10 años de estar en el mercado, comprobaron respectivamente sus efectos dañinos sobre especies de plantas terrestres y acuáticas, lo mismo que para insectos benéficos como las abejas.
También se menciona un producto con tecnología moderna, conocido como ‘nanosilver’ usado como antimicrobiano en la industria textil, y que es considerado altamente toxico en la salud humana.
Germán Duque
Miami