Dentro de la generación de economistas jóvenes que se destaca en el mundo de hoy, el nombre de Vikram Mansharamani es uno de los que más resuena. Con un doctorado en economía del prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts, es uno de los profesores más populares de la Universidad de Yale, en Estados Unidos.
Autor del libro Boombustology, que invita a detectar las burbujas especulativas antes de que revienten, es conocido por su facilidad de expresión y por sus agudos comentarios.
Invitado por Corficolombiana al Congreso de Asofiduciarias que tendrá lugar en Cali esta semana, el experto en mercados financieros, demografía, productos básicos y economías emergentes, habló con Portafolio.
Uno de los tópicos que usted trata es el análisis de la incertidumbre. ¿Qué tan inciertas son las cosas en el mundo de hoy?
Bastante. Hay muchas corrientes cruzadas, de todo tipo, que hacen difícil ver hacia dónde vamos en el planeta.
¿Qué ejemplos quisiera mencionar?
Muchos. Pensemos en el Medio Oriente y lo que sucede con el Ejército Islámico; en lo que pasa entre Rusia y Ucrania; en Europa con el tema de Grecia; en China con la desaceleración de su economía; en Estados Unidos con la polarización política entre los dos partidos más importantes; en el Ártico, en donde hay una carrera por los recursos naturales entre varias potencias; en Brasil y su inestabilidad. Así podría citar más casos. Ninguno lo deja a uno mirar con comodidad el futuro.
¿Qué certezas tenemos, entonces?
Lo único cierto es que el mundo es incierto…
¿Cuál es su evaluación de la economía global?
Que hay múltiples velocidades en marcha. Estados Unidos parece evolucionar relativamente bien. Digo relativamente porque veo cosas que no me gustan. Acepto que se está creando empleo, pero las plazas generadas no son de muy buena calidad. China está teniendo problemas y se encuentra en la mitad de una transición en favor del consumo. Por su parte, Japón tiene un lío de envejecimiento de su población que es muy serio, y Europa sigue sin salir al otro lado.
¿Cómo se expresan esas diferencias?
El resumen está en lo que hacen los bancos centrales. La Reserva Federal piensa subir las tasas de interés eventualmente, mientras los europeos le inyectan liquidez a sus economías. Lejos de haber coincidencias, hay políticas distintas que chocan. Las corrientes encontradas en el frente cambiario están generando todo tipo de trastornos.
Aun así ¿es el mundo más próspero?
Depende de lo que se quiera decir con esa expresión. Es verdad que los ingresos promedio han aumentado en el planeta, pero los promedios no quieren decir mucho. Entre otras razones porque hay que incluir la desigualdad en la ecuación y en este caso estamos dando marcha atrás. Hoy, la porción de la riqueza en manos del uno o el 10 por ciento que está en la cima de la pirámide es mucho mayor que en décadas pasadas.
¿Qué se puede rescatar?
Que mucha gente ha salido de la pobreza, comenzando por China e India y llegando hasta América Latina.
En lugar de apenas sobrevivir, cientos de millones de personas tienen un mayor grado de bienestar.
¿Y eso qué quiere decir?
Que las implicaciones son enormes. Por ejemplo, el surgimiento de la clase media tiene consecuencias sobre el consumo de productos básicos.
¿Cuál es el significado de eso?
Solo basta con ver los patrones de consumo de alguien a quien se le mejora su ingreso. La gente cambia su comportamiento.
Si en un momento dado la preocupación era tener techo y comida, cuando las personas cubren esas necesidades demandan otras cosas. Para citar un caso, la dieta de los individuos cambia en favor de más proteínas.
¿Sube la demanda de carne?
Exacto. Y eso exige más forrajes para alimentar el ganado. Lo que estamos viendo es que ese apetito aumenta mucho más rápido que el tamaño de la población del planeta.
Hay ejemplos similares con respecto al transporte urbano, los viajes aéreos o la educación, entre otros.
Es decir…
Vamos a ver un auge en el consumo que no tiene paralelo en el planeta. Y eso es porque la clase media que está expandiéndose puede equivaler al 30 por ciento de la población mundial. La magnitud del cambio es tan grande, que el impacto será enorme.
¿Eso qué implica para países productores de bienes básicos ahora que el ciclo terminó?
No veo tan claro que el ciclo haya terminado en todos los productos.
Es cierto que en algunas áreas como en el acero, hay una capacidad instalada que excede con creces lo que el mercado puede absorber. Pero en lo que tiene que ver con el petróleo, así la oferta supere actualmente a la demanda, con el tiempo el apetito por más insumos energéticos va a subir y volveremos a ver presiones sobre los precios.
¿Y qué hay de la comida?
El pronóstico es muy sólido. Tenemos dos fuentes de demanda muy importantes.
La primera es que la población mundial sigue aumentando, lo cual quiere decir que hay más bocas que alimentar. La segunda es el cambio en las dietas a lo cual ya me referí. Si las personas quieren más carne de vacuno, pollo o cerdo, ¿de dónde va a salir el concentrado?
¿Y la tecnología?
Las modificaciones genéticas tienen la posibilidad de aumentar el rendimiento de las cosechas en forma dramática, pero no todo el mundo está de acuerdo sobre su uso. Sin duda este es un tema al que hay que seguir muy de cerca.
Seis años y medio después de la crisis financiera internacional ¿cuál es su análisis?
Hay muy pocos activos en el mundo que uno pueda calificar como baratos. Una de las razones es que hay tanto dinero en el mundo que este tiene que encontrar un refugio. Cuando uno altera el precio del dinero, también altera su uso. Y personas y empresas se endeudan mucho más de lo necesario.
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¿Qué opina acerca de América Latina?
En general ha salido golpeada por la caída en las cotizaciones de los productos básicos. Pero cuando uno mira la perspectiva de la que hablé, considero que el desafío de la región es posicionarse para responder a la mayor demanda de alimentos o de energía.
Es cierto que eso no pasa de la noche a la mañana. No obstante, hay que estar preparados.
¿Y cuál es su percepción sobre Colombia?
Tiene muchos recursos, comenzando por una gran capacidad para la producción agrícola.
Las perspectivas con las que cuenta el país son muy prometedoras, incluyendo la posibilidad de conseguir la paz interna.
Y lo que se está haciendo en infraestructura es muy importante. Si rompen ese cuello de botella serán mucho más competitivos y podrán responderle a las necesidades de un mundo que, en medio de los insalvables altibajos, no hay duda de que seguirá hacia adelante.
Ricardo Ávila
Director de Portafolio