La legislación que sancionó el Congreso en la noche del miércoles para elevar el techo de la deuda y financiar al Gobierno hasta comenzado el 2014 hará que cientos de miles de empleados federales vuelvan a su trabajo y reabran los parques nacionales y los museos. Sin embargo, retomar el ritmo no será para nada fácil.
“Esto provocó una gran desorganización”, dijo en entrevista Larry Allen, presidente de Allen Federal Business Partners, consultora de contratos de McLean, Virginia. “La onda de choque durará meses”.
La parálisis parcial del funcionamiento del Gobierno fue más breve que los cierres presupuestarios de 1995 y 1996, que se prolongaron un total de 26 días. Pero el trastorno de este año tuvo un alcance mucho más amplio, dijo Barry Anderson, que fue director adjunto de la Oficina de Administración y Presupuesto (OMB, por sus siglas en inglés) de la Casa Blanca durante el cierre fiscal de 1996.
El Congreso había completado siete de los trece proyectos de ley de asignación de partidas para el financiamiento de los organismos en el cierre anterior, lo que dejó en actividad a grandes sectores del Gobierno. Esta vez ni uno solo de los organismos que se financian a criterio del Congreso tenía la aprobación definitiva. “Las cosas son muy distintas ahora”, señaló Anderson.
Los organismos federales recibieron instrucciones de comenzar a abrir las oficinas el jueves de “manera pronta y ordenada”, de acuerdo con un memo de la directora de la OMB Sylvia Burwell que autorizó a los empleados de licencia a volver a su trabajo.
PROYECTO DE LEY
“Trabajaremos en estrecha colaboración con los departamentos y los organismos para que la transición a un funcionamiento pleno sea lo más fluida posible”, expresaba Burwell en el memo enviado en las primeras horas del jueves, luego de que el presidente Barack Obama firmara el proyecto de ley que ponía fin al cierre.
La parálisis de 16 días de las actividades de muchos organismos federales redujo el crecimiento del Producto Interno Bruto del cuarto trimestre del 2013 en por lo menos 0,6 por ciento, o sea que eliminó de la economía estadounidense 24.000 millones de dólares, informó Standard Poor’s ayer.
El costo de volver a poner en marcha el Gobierno es difícil de tabular. Un estudio llevado a cabo por la OMB después del cierre de 1996 calculó el costo de la parálisis en 1.400 millones de dólares, o alrededor de 2.000 millones a valores de hoy.
Esa cifra no incluye los costos generados al regresar los empleados, aunque esos gastos fueron considerados “significativos” por John Koskinen, subdirector de administración de la OMB durante el cierre anterior, en una audiencia en la Subcomisión de Administración Pública de la Cámara de Representantes de diciembre de 1996.
Bloomberg