Durante la edición latinoamericana del Foro Económico Mundial, que terminó el viernes en la Riviera Maya, se escucharon diferentes voces sobre la región. Una de las que más sonó fue la de Arturo Valenzuela, quien ha sido en un par de veces el encargado de esta parte del mundo en el Departamento de Estado de Estados Unidos y es profesor de la Universidad de Georgetown. Portafolio habló con él.
¿Ha perdido América Latina su lustre?
Sí, es cierto. Tuvimos una época bastante dorada de crecimiento extraordinario con el auge de los precios de las materias primas y eso le dio a la región una gran sensación de bienestar que ahora está en veremos.
¿Cómo ve la situación desde el punto de vista institucional?
Sin duda alguna ha tenido lugar una consolidación democrática. Entre 1930 y 1980, para citar una época concreta, 42 por ciento de los cambios de gobierno que tuvieron lugar en la zona fueron por un golpe de Estado. En la década de los 80 esa proporción bajó al 20 por ciento y ahora los golpes de Estado 'clásicos' son raros. Hemos visto unos tres en años recientes.
No todo es tan estable, dirían algunos…
Es verdad. En las pasadas dos décadas 18 presidentes tuvieron que renunciar porque no pudieron terminar su gestión, sin entrar a hablar de otro tipo de abusos como vemos en varios países. En resumen, hay problemas subyacentes que ahora se ven todavía más claros.
¿Y eso que reacción le genera?
Como politólogo me preocupo por la debilidad de las instituciones y las falencias del Estado de derecho, así como la gobernabilidad en democracia. Arreglar eso toma tiempo pero es muy importante. Uno no puede pensar que basta con asegurar un crecimiento económico alto.
¿Podría venir un periodo de inestabilidad política en la región?
Yo creo que no. Aunque es verdad que después de la Gran Depresión del siglo pasado tuvieron lugar grandes turbulencias, no es comparable la circunstancia. Dicho lo anterior, veo gobiernos débiles y presidentes en problemas que a lo mejor no logran terminar su periodo.
¿Qué factores influyen en esa debilidad?
Los partidos políticos están mal. Se encuentran fraccionados, deslegitimados y afectados por personalismos. Uno lo ve en Colombia, por ejemplo, en donde la pugna en la clase dirigente ha llevado a que se personalice la política o que se fragmenten las colectividades.
¿Hay oportunidades de avanzar?
Sin duda. Pero se requiere liderazgo importante y especialmente instituciones mejores. Esto lo repito constantemente porque la norma en la región es decir que se requiere un salvador. Después llegan las dificultades porque los mesías no consiguen mejorar la situación y la reacción es sacarlos.
Una sociedad que funcione bien puede tener líderes a veces mediocres. Si las instituciones son más fuertes que las personas, las sociedades conseguirán avanzar.
Yo les digo a mis estudiantes que no fue sino hasta el final de la Segunda Guerra Mundial que los países europeos pudieron organizarse y uno se olvida del desastre que fue la república de Weimar o la española. En conclusión, cualquier receta toma tiempo. Y la preocupación es que las reglas de juego sean buenas.
Para hablar de un par de casos, me preocupan los procesos de reforma constitucional que hoy están en marcha en Chile y Colombia. El lío es que el proceso es por zalamería. Es decir, se hace una reforma pequeña que complica otras cosas, sin que se den las correcciones reales.
¿Qué opina de la reelección?
Creo que como mínimo debería limitarse a que un presidente se pueda reelegir una vez y nunca más. De resto, la presencia en la política se vuelve constante y las cosas no cambian. En América Latina cada vez que hay una crisis de gobierno, se vuelve una de régimen. En resumen, hay que pensar las cosas bien y no esta especie de piñata que uno ve a la hora de hacer reformas.
Usted es amigo de la democracia parlamentaria, que no ha fructificado en la región…
Así es. Soy consciente de que incluso en Colombia el expresidente López Michelsen la propuso. La respuesta que siembre me dan es que nuestra idiosincrasia es distinta y eso es una mentira, porque las idiosincrasias no surgen de la nada sino que se forman. Pienso que un sistema parlamentario despersonalizaría la política latinoamericana y fortalecería los partidos.
¿Qué espera en estos años que vienen?
Unos pasos para adelante y otros para atrás, aunque debo aclarar que aquí las generalizaciones son muy peligrosas. Me explico: con todos los problemas que pueda tener Chile hoy en día, la justicia funciona. En otras naciones no.
¿Qué le gustaría ver?
Que la política se vuelva más parlamentaria. Yo tengo una propuesta que es eliminar la segunda vuelta presidencial y dejar que sean los congresos los que escojan el nombre del mandatario por mayoría. Eso permitiría la formación de consensos y el fortalecimiento de los partidos.
Ricardo Ávila
Director de Portafolio
México