Hace unos meses, paseando por Antigua Guatemala, una niña de cinco años me vendió una pulsera y me la ató en la muñeca; y yo, que ni siquiera llevo reloj desde hace una década, no soy capaz de quitármela… de la cabeza.
Llevaba un vestidito y un delantal confeccionados por su madre, a quien
ayudaba a vender coloridos ponchos, blusas y pulseras de diseño tradicional.
Sé dónde vive esa niña -en un cerro- y sé también que en su modesta vivienda el suelo es de tierra y el techo no es capaz de aislar a su familia de la lluvia. Los fines de semana van a Antigua para vender a los turistas prendas tan vistosas que sorprende que pasen desapercibidas a los funcionarios que recuentan el Producto Interno Bruto. Sin embargo, hay indicadores que presentan un futuro prometedor para esta y otras millones de familias que viven bajo el umbral de pobreza en Latinoamérica.
En los próximos quince años se va a producir un fenómeno que contradice doscientos años de historia: los países emergentes van a contribuir más al crecimiento de la economía mundial que los países desarrollados. Según Mckinsey Global Institute, el consumo casi se triplicará en los países emergentes, pasando de 12 a 30 trillones de dólares anuales, mientras que los países desarrollados experimentarán un crecimiento entre moderado y decepcionante: de 26 a 34 trillones de dólares.
En otras palabras, estamos ante una oportunidad histórica de crecer y prosperar juntos, facilitando a la nueva clase media emergente el consumo de productos y servicios que contribuyan a mejorar su calidad de vida y sus oportunidades de futuro.
Con el fin de alimentar un debate productivo, presento 10 claves para acelerar el desarrollo de los países emergentes.
1. Foco en la innovación disruptiva. En los próximos 15 años, la nueva clase media será el motor que impulsará el crecimiento de la economía mundial. Este segmento de clientes se incorporará progresivamente al consumo a medida que las empresas les ofrezcan productos y servicios disruptivos: es decir, más simples, más fáciles, más accesibles y más baratos. Los modelos de innovación incremental, basados en mejorar la calidad de los productos y servicios seguirán vigentes, pero para un mercado cuyo tamaño tenderá a disminuir.
2. Fase explosiva en la curva de consumo. En los mercados emergentes, la curva de consumo suele seguir tres fases (arranque moderado, crecimiento explosivo y estancamiento) a medida que aumenta la renta per cápita (RPC). Por ejemplo, el consumo de bienes básicos crece rápidamente al subir la RPC mientras que los productos de lujo tardan más en despegar. Así que para innovar con éxito en los mercados emergentes es necesario anticiparse a la fase explosiva de las curvas de consumo.
3. Estrategia de entrada al mercado. Con frecuencia las multinacionales comenten el error de importar su estrategia de comercialización a los mercados emergentes, sin tener en cuenta que cada mercado presenta particularidades únicas. Por eso, nada mejor que conocer de primera mano los mercados locales y lograr asociarse con sus distribuidores. También conviene apostar por formar talento local y ofrecerle los incentivos para que no se marche.
4. Emprendedores e ‘inprendedores’. Los países latinoamericanos no lideran los rankings mundiales en herramientas y facilidades para que se desarrolle una cultura de emprendimiento. Pero esta cultura también es una necesidad clave para las propias empresas a la hora de diseñar propuestas que sirvan a la nueva clase emergente.
5. Disciplina. La disciplina personal no es una virtud típicamente latina, sino más bien anglosajona, germánica y asiática, pero resulta crucial para liderar la innovación. La disciplina organizativa se alcanza a través de la disciplina personal, cultivada por personas concretas mediante hábitos concretos, así que urge tomar medidas para erradicar esta limitación.
6. Colaboración. En un contexto de cambio en el que Latinoamérica tiene la oportunidad de mejorar las condiciones de vida de millones de familias, es una irresponsabilidad mantener o alimentar conflictos entre personas que impiden la colaboración en y entre empresas e instituciones. Solos vamos más rápido, pero juntos llegamos más lejos.
7. Bajar el centro de gravedad. La gente conecta cuando participa. Quedó obsoleto el modelo de gestión basado en que el equipo directivo en la ‘torre de marfil’ diseña el futuro y luego da instrucciones.
Álvaro González-Alorda, Profesor invitado de INALDE Business School