La semana pasada, el gobierno dio a conocer la “Política Nacional Logística” (Conpes 3982 de 2020), mediante la cual busca promover la intermodalidad en el transporte, así como la facilitación del comercio.
El lanzamiento de esta política llega en buen momento, ya que de llevarse a cabo a cabalidad, permitiría mejorar el escenario poco favorable del país en términos de comercio internacional y que fue destacado por la revista The Economist en un artículo reciente titulado The costs of Colombia’s closed economy.
La revista, ilustra a través de un ejemplo sencillo, los múltiples pasos a los que debe someterse una botella de vino desde su importación hasta su destino final, lo que explica las razones por las cuales Colombia consume el vino más costoso de toda América Latina. Son en esencia, los altos costos que generan las medidas no arancelarias y el muy deficiente desempeño logístico.
El Conpes hace gran énfasis en la reducción entre 2018 y 2030 de los costos y los tiempos de importación en los puertos, para lo cual la Dian deberá establecer un plan para el uso de las declaraciones anticipadas, entre otras medidas. Igualmente, se busca reducir los tiempos de exportación en un 70%.
Además de los usuales arreglos institucionales, el Conpes dispone de una serie de desarrollos tecnológicos para las operaciones de comercio exterior. Al tiempo que se fortalecerá la Ventanilla Única de Comercio Exterior (VUCE) a través del desarrollo del módulo de inspección simultánea en puertos, aeropuertos y zonas de frontera se propone la interoperabilidad de esta ventanilla con las ventanillas únicas de los países de la Alianza del Pacífico y de la Comunidad Andina.
Así mismo, el Conpes establece la puesta en marcha de servicios informáticos por parte de las entidades de control de comercio exterior, con el propósito de facilitar el intercambio de información y simplificar los procesos de revisión.
La intermodalidad es otra de las grandes apuestas del gobierno, la cual deberá redundar en la reducción de los costos de transporte férreo y fluvial, y en la reducción del costo logístico de 13,5 % en 2018 a 9,5 % en 2030. Para ello, se incluyen acciones relacionadas con la construcción de accesos urbanos, la elaboración de un documento de política de reactivación del transporte ferroviario de carga y un programa de modernización de la infraestructura fluvial.
Contar con una nueva política logística es más que bienvenido, más aún si se tiene en cuenta que la última fue expedida hace 11 años (Conpes 3547 de 2008), y que persisten algunos retos de aquella época. Un ejemplo es la puesta en marcha de proyectos de Infraestructuras Logísticas Especializadas (ILE) que, aunque fueron incluidos en 2008, y luego definidos en la Ley 1682 de 2013, a la fecha no han superado la etapa de factibilidad y diseño.
Sin duda, lo propuesto en el Conpes es el camino para reducir los costos logísticos y facilitar las operaciones de comercio exterior. No obstante, para que esto suceda es preciso que se lleve a cabo todo lo propuesto en el documento de política.
Ampliar el comercio internacional, por su parte, requiere no solo de la implementación de esta política, sino también de una revisión exhaustiva de las barreras no arancelarias, de la simplificación de los aranceles y de llevar a buen término proyectos de infraestructura que permitan desarrollar un sistema intermodal de transporte exitoso.
Rosario Córdoba Garcés
Presidenta del Consejo Privado de Competitividad.
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