Además de atender las tiendas y ordenar los DVD, los 150 empleados de Blockbuster en Colombia tienen, desde hace días, una responsabilidad dispendiosa: despachar cerca de 300.000 cartas de despedida.
La firma estadounidense de alquiler de películas se va del país. Y, sin ella, quedará herido de muerte el plan de ir a una videotienda, elegir una película y quizá palomitas de maíz e irse para la casa a verla en familia o con los amigos.
Son muchas las razones y no poca la nostalgia. En el local de Kennedy, que bajó el telón el 26 de marzo y que atendía el sur de Bogotá, hubo caras largas y hasta lágrimas. Cuentan que una niña de 6 años interrumpió el discurso de despedida: "Si vengo todos los días, ¿pueden, por favor, no cerrar?", dijo.
La piratería, por supuesto, figura en la lista de factores que sacaron de cartelera a la compañía, pero no es el único. Mario Moscoso, gerente de la cadena en Colombia, atribuye la caída, sobre todo, a la gigantesca oferta de entretenimiento que ha ido apareciendo en los últimos años.
"Hubo un crecimiento desbordado de centros comerciales y grandes superficies. También, más seguridad en las carreteras y, por ende, más turismo, y se disparó la oferta de televisión por cable. Nos golpeó hasta el crecimiento que ha tenido el Festival Iberoamericano de Teatro", enumera Moscoso.
Incluso, agrega el ejecutivo, el terrorismo tuvo que ver: "Después de la bomba que explotó en una de nuestras tiendas, en El Retiro (2009), las ventas jamás volvieron a ser iguales".
En enero, después de 16 años de servicio, la junta directiva de Blockbuster (palabra que traduce 'éxito de taquilla') tomó la decisión de cerrar paulatinamente, un proceso que costará 4.000 millones de pesos y que terminaría en julio. Así se acaba la historia de una empresa que llegó al país casi al mismo tiempo que las hamburguesas de McDonald's.
Las cifras ya eran insoportables. El año pasado, la gente visitó las tiendas 65 por ciento menos que en el 2004, uno de los años de esplendor. La caída del número de clientes nuevos, frente a ese mismo año, fue de 74 por ciento.
"No estamos quebrados, pero decidimos cerrar antes de que lo estemos. No le debemos ni le deberemos a nadie", aclara Moscoso en su oficina -en el norte de la capital-, detrás de un escritorio en el que se destaca la estatuilla ganada en 1997 por ser la franquicia de Blockbuster con los mayores rendimientos en Suramérica. Eran los tiempos en que la compañía reportaba más de 10 millones de transacciones al año (entre alquileres y ventas de películas) y se ufanaba de que una tienda tuviera más de 12.000 afiliados antes de abrir sus puertas.
Pero el negocio fue cambiando y la empresa no les agarró el paso a las transformaciones. "Llevar y recoger las películas a domicilio fue una gran idea, pero la pusimos en práctica muy tarde", se lamenta el gerente. Lo mismo ocurrió con la apuesta por la tecnología Blu Ray y los videojuegos. Incluso, echaron mano demasiado tarde de la alternativa de subarrendar ciertas áreas de sus locales.
La mala hora de Blockbuster no solo se siente en Colombia. En Estados Unidos, donde está la casa matriz, sobreviven apenas unas 1.500 tiendas de las cerca de 9.000 que llegó a tener. Esto, en gran parte, por la irrupción de servicios de descarga legal como Netflix. En Ecuador, Perú, Argentina y Venezuela la cadena es también un recuerdo. "Lo que más duele es la arrogancia de Blockbuster. En sus inicios, Netflix le ofreció su plataforma en Internet, pero la compañía la rechazó", cuenta Moscoso.
Hoy, mientras la descarga legal de películas sigue ganando adeptos, las 16 tiendas que hoy quedan en Colombia (eran 21) intentan salir de todas sus existencias, con promociones que, por primera y única una vez, igualan a la industria ilegal: películas originales y nuevas a 2.500 pesos.
"Siento una tristeza muy grande. Es una gran pérdida", le dijo a EL TIEMPO Juan Manuel Matiz, un cliente al que el sistema le atribuye el alquiler de más de 5.000 películas.
Miles de discos a la venta
Dentro de su plan de cierre, la cadena ofrece rebajas hasta de un 30 por ciento.
Si una cosa obsesiona hoy al personal administrativo de Blockbuster es lo que han denominado un 'cierre pulcro'. Para eso, han puesto a la venta todo el material disponible, con películas nuevas y usadas con un 30 por ciento de descuento. "Después de que se supo de nuestro cierre, ha habido una revolución de los clientes en las tiendas. En este momento tenemos cumplimientos en ventas por encima del 110 por ciento", aseguró uno de los ejecutivos. "Es la oportunidad de quedarse con películas originales que quizá, después, no se consigan", agregó.
Otra de las medidas adoptadas es ceder los contratos de arrendamiento de cada local con 'los empleados adentro'. "Nos aseguramos de que queden enganchados. Ellos verán si siguen o no -afirmó Moscoso-. Para cerrar, hemos trabajado tan fuerte como cuando abrimos".