Varios cientos de millones de pesos pueden parecer mucho, pero no son suficientes para preservar la vida de un ser humano: ese es el servicio que presta un vehículo blindado. Probablemente, si el conductor del vehículo del exministro Fernando Londoño Hoyos no hubiera abierto la puerta cuando el delincuente posó la bomba sobre la tapa del motor, el desenlace del atentado terrorista no hubiera sido fatal.
La razón es que, según expertos de la primera blindadora del país, Blinsecurity, el blindaje nivel tres del vehículo de Londoño habría soportado la onda explosiva por lo menos sin dejar víctimas mortales.
Sin embargo, dichos expertos también aclaran que un vehículo blindado, cualquiera que sea su nivel de seguridad, solo sirve para resistir un embate y emprender la huída: “No es para quedarse tranquilo dentro del vehículo luego de una arremetida con cualquier tipo de arma de fuego o explosivo”, dice un vocero de la compañía.
La empresa es considerada por la Superintendencia de Vigilancia como la que más factura en el país y se especializa en adecuar vehículos de personajes públicos y privados para que resistan este tipo de ataques bajo estrictas normas de calidad, que contemplan afectar lo menos posible la originalidad y el desempeño del vehículo.
Como parte de su filosofía, la firma dice que cumple con una importante labor social de protección a la vida y la integridad de las personas que por sus actividades profesionales o personales requieren niveles altos de seguridad.
La planta de ensamble de 2.000 m2 adapta 25 vehículos mensuales y genera un total de 1.000 empleos de calidad.
En cuanto a los materiales del blindaje, la firma utiliza los proveedores de vidrio transparente y aceros más reconocidos del mundo, lo cual les ha valido en poco tiempo el reconocimiento del mercado colombiano, sobre competidores que llevan más tiempo en operación Actualmente, Blinsecurity se concentra en fortalecer sus actuales servicios y en ofrecerles a sus clientes valores agregados en la garantía de cada vehículo, al fin y al cabo la planta en Bogotá es un ejemplo de innovación local.
MAURICIO ROMERO Y JUAN MANUEL RAMÍREZ
Redacción Portafolio.co