Paul Laudicina tiene el privilegio de tomarle periódicamente el pulso al mundo.
Siendo presidente de la firma de consultoría A.T. Kearney -cargo que ejerció hasta finales del año pasado- y actualmente como director del consejo de política de negocios globales de la misma empresa, viaja regularmente por los cinco continentes, y está en contacto con decenas de líderes de los sectores público y privado.
Presente en Bogotá, con el fin de encabezar los actos de presentación en sociedad de la compañía el día de hoy, habló en exclusiva con Portafolio.
¿Cómo ve la evolución reciente del planeta en este año tan complejo?
Hace unos años, los militares estadounidenses acuñaron el término VICA (VUCA, en inglés) para describir la situación global.
Este es un acrónimo de volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad, que sigue siendo válido. La razón es que, en términos políticos o macroeconómicos, encontramos realidades muy diferentes.
Por ejemplo…
En Estados Unidos, la situación ha venido mejorando desde el punto de vista de la producción y el empleo, gracias al repunte de varios sectores.
No menos importante es lo que pasa en el campo de la energía, por cuenta de la explotación de hidrocarburos con métodos no convencionales, que aseguraría la autosuficiencia para el 2020.
¿Qué implicaciones tiene eso?
Es un desarrollo extraordinario porque permite que el territorio estadounidense se vuelva otra vez un sitio propicio para albergar a la industria.
De hecho, ya hay plazas de trabajo que se habían ido y están de vuelta. Esa perspectiva, unida a los factores demográficos que van a evitar una caída del tamaño de la población, le da una plataforma muy diferente a la que es todavía la economía más grande del mundo.
Pero la coyuntura no es la mejor…
Lo que se ve en Washington actualmente es una pena. Es claro que la reactivación que se ha dado ha tenido lugar a pesar del Gobierno, y no como resultado de sus decisiones.
Aun así, hay optimismo en la comunidad de negocios. La pregunta es si la política va a cambiar ese escenario promisorio.
¿Cómo evoluciona Europa?
En junio pasado tuvimos en Marrakech (Marruecos) la reunión de nuestro consejo global en materia de negocios, y por primera vez en cinco años noté una impresión positiva sobre la situación europea.
El mensaje, para decirlo en pocas palabras, es que lo peor había pasado y que la posibilidad de una desintegración de la Unión Europea se había alejado. Falta crecimiento, pero hay una sensación de mayor estabilidad.
¿Qué pasa en Asia?
Se ve relativamente bien y sus fundamentales son sólidos. Hay, sin embargo, grandes signos de interrogación con respecto a China e India.
¿A qué se refiere?
En el caso chino, el asunto de la demografía es muy importante.
La población en edad de trabajar, que pasó de 400 a 800 millones de personas entre 1975 y 2005, va a empezar a declinar a partir del 2015. Adicionalmente, hay un envejecimiento paulatino que obligará a hacer inversiones cuantiosas en servicios sociales como la salud. Todo eso apunta a que el crecimiento robusto de épocas recientes va a ser difícil de sostener.
¿Y qué salidas ve?
No son fáciles, pero la nueva generación de líderes que asumió el poder este año es vista con optimismo. Además, no hay que olvidar que cuando en Pekín se fijan un objetivo, su capacidad de ejecutarlo es mucho más alta que en las democracias occidentales.
Por lo tanto, a pesar de los desafíos que vienen, la impresión es que será posible encontrar la respuesta adecuada.
¿Qué sucede en India?
Su economía se ha venido desacelerando y la preocupación se centra en una infraestructura muy pobre, al igual que en una agenda de mejoras que avanza muy lentamente.
Aun así, tanto China como India seguirán siendo fundamentales no solo para la región asiática, sino para las economías emergentes como un todo.
¿Cuál es su percepción de América Latina?
Las encuestas que hacemos entre las personas de negocios revelan que hay un optimismo renovado, tanto frente a México y Brasil, como con respecto a Colombia.
Aun así, el crecimiento no va bien…
En el corto plazo, así es. A mediano plazo, hay perspectivas mucho mejores. Brasil tiene dividendos demográficos importantes que va a seguir cosechando, mientras que México ha vuelto a fortalecerse como un eslabón en las cadenas globales de valor. Este último ha recuperado inversiones que en algún momento se fueron a Asia.
¿Cuál es la razón?
Son varias. Las grandes compañías han entendido el riesgo de depender de un solo proveedor, en un solo mercado, únicamente por razones de bajos costos. Tampoco es despreciable el alza en los salarios en Asia, como el valor del transporte.
Por tales motivos, América Latina está empezando a ser redescubierta como un sitio en el que vale la pena tener fábricas. Tiene, además, recursos naturales y mercados internos importantes.
Generación de empleo, el mayor reto
Tiene, entonces, una visión positiva de esta parte del mundo…
Así es. Pienso que los inversionistas son más sofisticados de lo que se cree a la hora de tomar decisiones, y miran el largo plazo. Y en el caso latinoamericano, los análisis se hacen aceptando que las realidades nacionales son distintas unas de otras.
A manera de conclusión, ¿cuál es el principal desafío que encuentra en el mundo de hoy?
Diría que el más grande de todos es el reto de tener un liderazgo efectivo. Hay un potencial inmenso de conseguir el tan anhelado crecimiento económico sostenible. Pero eso requiere políticas que lo permitan. Y cada vez más vemos un desequilibrio entre las oportunidades y las decisiones que se toman.
Diría, incluso, que hay una desconexión. Los sondeos muestran que la gente no confía en las instituciones, públicas o privadas, para responder a sus necesidades.
¿Y cuál es la más urgente?
Generación de puestos de trabajo. Si la gente no encuentra que tiene la oportunidad de progresar a escala personal, nada de esto funciona.
Por eso, los sectores público y privado tienen que cooperar en este tema.
Ricardo Ávila
Director de Portafolio