Cualquier ciudadano, sobre todo los de Bogotá, puede concluir que el humo negro de los tubos de escape de la mayoría de buses y camiones no es nada bueno para la salud humana y para el medio ambiente y tienen razón.
Por tal motivo, Colombia presentará esta semana ante la Organización Mundial del Comercio OMC, su decisión de exigir que los vehículos de carga pesada con motor diésel reduzcan las emisiones de material particulado, lo cual contribuirá en gran medida en la reducción de la contaminación ambiental.
Este es el resultado de un proceso iniciado en el 2005, cuando se identificaron varios problemas de salud en la población y fuertes impactos en la economía nacional como consecuencia de la mala calidad de los combustibles y la utilización de vehículos con tecnologías obsoletas.
Según un informe del Banco Mundial en el 2004, 6.000 personas en Colombia –entre ellas 1.100 niñas y niños–, pierden la vida cada año debido a la mala calidad del aire, en especial por las emisiones de partículas a la atmósfera.
Los costos asociados a morbilidad y mortalidad son de 1,5 billones de pesos, es decir, el 0,8 por ciento del Producto Interno Bruto, al año.
Hasta el 2010, los vehículos de carga pesada con motor diésel recibían un combustible con 1.200 partes de azufre por millón en Bogotá y 4.000 en el resto del país.
La mala calidad del combustible y la tecnología obsoleta de los vehículos contribuyen a que en Bogotá, por ejemplo, se emitan alrededor de 2.500 toneladas de material particulado cada año.
De acuerdo con el Plan Decenal de Descontaminación de Bogotá, la capital debe generar máximo de 940 toneladas de material particulado al año para contar con una aire limpio.
Si no se tomaran las medidas necesarias, las emisiones actuales en Bogotá se incrementarían en un 70 por ciento en los próximos cinco años.
Según el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Frank Pearl, “Hay que redoblar esfuerzos no solo para reducir las emisiones contaminantes, sino para seguir con un crecimiento sostenible y ambientalmente responsable en el sector transportador”.
Para que el país cuente con un mejor combustible, desde el 2007 se han venido invirtiendo recursos por el orden de 9.000 millones de dólares para la modernización de las refinerías de Cartagena y Barrancabermeja, proceso que culminará en el 2016.
Esto ha permitido que en Bogotá, en los 10 municipios del Valle de Aburrá y en todos los Sistemas Integrados de Transporte Masivo en el país (Sitm), se utilice actualmente un combustible diésel que contiene 50 partes por millón de azufre, tal como lo recomienda la norma internacional.
En el resto del país, el diésel tiene 500 partes por millón de azufre, pero se tiene previsto que a enero de 2013 tenga los mismos estándares de la capital del país.
Y para contar con vehículos de última tecnología, el Mads enviará a la OMC la norma que emitirá el próximo año exigiendo tecnologías vehiculares menos contaminante que reducen en un 87 por ciento las emisiones de material particulado.
Adicionalmente, el Ministerio de Transporte –con su plan de renovación de vehículos de carga o chatarrización– prevé el reemplazo de 5.000 camiones cada año durante los próximos 10 años.
Estos vehículos deberán cumplir con los requisitos técnicos y ambientales para la reducción de contaminantes. “Por cada camión que se cambie, se reduce en un 87 por ciento las emisiones de material particulado”, afirmó el Ministro Pearl.
El Mads ha estimulado el uso de tecnologías limpias para vehículos eléctricos, híbridos y dedicados con gas natural.
En este esfuerzo se logró que en los últimos tres años llegaran al país contingentes de importación con cero arancel para estos vehículos y que el arancel para buses y camiones híbridos eléctricos y dedicados a gas natural se redujera de 15 por ciento a 5 por ciento.
Además, en el 2012 ingresarán a Colombia 50 taxis eléctricos que participarán en un proyecto piloto de movilidad en Bogotá, sin precedentes en Suramérica.