Un estudio de la consultora Deloitte afirma que la crisis económica generada en el 2008 ha cambiado el comportamiento de las personas en cuanto a sus compras.
La crisis económica del 2008 que no ha acabado de superarse y, por el contrario, pareciera que podría agudizarse ante los problemas que presentan las economías de Estados Unidos y varios países de Europa, ha hecho que los consumidores de estos países se muestren aún cautos, cuiden sus ingresos y restrinjan sus gastos.
Otra cosa está pasando en los países emergentes como los de América Latina, donde la economía sigue creciendo y los consumidores siguen gastando, eso sí, no a manos llenas.
Según un informe de tendencias de la consultora Deloitte sobre el consumidor en el 2020, el panorama para entonces está marcado por una creciente clase media en los países emergentes que demandará productos y servicios.
Al tiempo, dos áreas serán fundamentales por su incidencia en el comportamiento del consumidor: los alimentos y la tecnología de las telecomunicaciones (ver notas).
crecerá la clase media
De acuerdo con el estudio, los mercados emergentes más importantes continuarán creciendo rápidamente en la siguiente década y a medida que lo hacen, el número de personas que van de la pobreza a la clase media con algunos gastos discrecionales tiende a crecer más rápido que la economía general.
Este mercado será de gran importancia para las empresas orientadas hacia el consumidor en los próximos diez años, pues es un gran potencial de oportunidades.
El aumento de esta clase media inicial ya está teniendo un efecto significativo en los mercados de consumo globales.
Por ejemplo, la proliferación de la tecnología móvil para consumidores de ingreso relativamente bajo en los países emergentes ha hecho que estos mercados cobren una mayor importancia para los fabricantes de celulares que en los países desarrollados.
Así mismo, a medida que los países avanzan en su desarrollo, crece la oportunidad de que las mujeres tengan mayor educación, incrementando así la participación femenina en la mano de obra y el aumento en el número de hogares con dos ingresos produce un incremento en la demanda de productos modernos de conveniencia.
Este fenómeno también generó un aumento en la demanda de productos y servicios que ahorran tiempo, muchos de los cuales se pueden vender fácilmente en modernas tiendas minoristas.
También se da un incremento en la demanda de alimentos procesados, comida preparada y alimentos servidos fuera del hogar.
OTROS FACTORES QUE HACEN CRECER LA DEMANDA DE PRODUCTOS Y SERVICIOS
A medida que se hace más grande la clase media, con frecuencia hay un incremento en la disponibilidad del crédito al consumo.
En algunos mercados emergentes como México, los bancos y los vendedores minoristas ya han reconocido cuántas utilidades genera prestar pequeñas cantidades de dinero a un número grande de consumidores de bajos ingresos. Esto produce un aumento en
las compras de artículos de alto valor, como electrónicos, muebles y automóviles.
De otro lado, ya que el número de automóviles crece rápidamente en los principales mercados emergentes, el estilo de vida puede cambiar radicalmente.
Tener un carro permite una mayor libertad para elegir dónde hacer compras o ir a divertirse, así como gastar mayores cantidades en cada salida de compras y, por lo tanto, hacer adquisiciones más lejos del hogar. Por último, permite que se le dé una mayor importancia a la diversión y al tiempo libre. Como tal, puede acrecentar significativamente la demanda de servicios de viajes y entretenimiento.
CONECTARSE, SOCIALIZAR Y COMPRAR, TODO VÍA INTERNET
Celulares, computadores portátiles, tabletas, Internet... la información está ahí.
Antes de Internet y el comercio electrónico, los consumidores iban a las tiendas para ver, comparar, elegir y comprar productos y servicios.
En la actualidad, un consumidor puede ver un producto en una revista; tomarle una foto mediante su teléfono inteligente; recopilar información en Internet; leer blogs de usuarios y comentarios acerca del producto; utilizar otra aplicación para saber sobre su disponibilidad en las tiendas; ir a una para probarlo; comparar los precios en línea mediante su computador portátil. l; ir a la página de un vendedor minorista en Facebook para suscribirse con el fin de obtener promociones; comprarlo en el sitio de la tienda en Internet, y mandar mensajes en Twitter acerca de su experiencia de compra y del producto.
La tecnología de las comunicaciones ha revolucionado la forma de hacer las compras.
Hoy el consumidor tiene más acceso a la información acerca de compañías, productos, servicios, precios y disponibilidad, por lo que sus criterios de compra están más sustentados.
Además, se enterarán instantáneamente de los problemas, devoluciones y escándalos de una empresa, y esperan mayor responsabilidad de estas con la sociedad y el desarrollo sustentable.
Asimismo, tienen la oportunidad de conectarse, socializar, intercambiar opiniones, oír a otros y crear contenidos.
Por lo tanto, las conversaciones más importantes de los consumidores pueden darse con mayor frecuencia entre personas que pertenezcan a redes que comparten cosas en común y no entre la compañía y el consumidor.
En este panorama, la idea de que las compañías generen comunicaciones unidireccionales destinadas a promover la distribución ya parece anticuada, pero lo será aún más a medida que crezca la nueva generación de consumidores con posibilidades tecnológicas.
Estos exigirán que las compañías dejen de transmitir y vender para ponerse a escuchar, atender y colaborar con ellos. Por eso hay que interactuar constantemente con ello, contestar sus sugerencias, ideas y preguntas sin importar el medio por las que reciban.
MAYOR DEMANDA DE ALIMENTOS Y UN CONSUMO SOSTENIBLE
Se espera que más de 800 millones de nuevos consumidores de la clase media ingresen a los mercados globales para 2020, lo que provocaría una presión importante sobre la producción agropecuaria y cárnica del mundo, manteniendo un alto nivel en los precios de los alimentos.
Estos aumentaran aún más debido a la disponibilidad limitada de tierra y agua suficiente, así como la reducción del inventario de granos ocasionada por cosechas deficientes debido a la influencia del clima en diversas partes del mundo y la nueva demanda para la producción de biocombustible.
Al aumentar, los precios de los alimentos redefinirán los valores del consumidor.
Para poder subsistir, muchos de ellos, tanto de economías desarrolladas como emergentes, tendrán que ser más cautelosos y selectivos en lo que compran, sino es que ya lo están siendo.
De otro lado, según las proyecciones de Deloitte, el mundo desarrollado presenta la siguiente paradoja: ciertamente es una buena noticia que más personas vayan de la pobreza a la clase media, pero al mismo tiempo, este nuevo poder adquisitivo a menudo provoca un consumo sobresaliente con poca conciencia sobre el impacto que este tiene en el medio ambiente.
Dado lo anterior, una clase media creciente y educada probablemente exigirá a sus gobiernos lo que sus contrapartes están demandando en los mercados desarrollados: más transparencia acerca de los productos alimenticios (desde el campo de cultivo hasta los anaqueles de las tiendas); la cuantificación de los esfuerzos corporativos hacia la responsabilidad ambiental; así como la validación de que se siguieron prácticas laborales seguras en el proceso de manufactura.
También habrá un creciente interés del consumidor en el origen de los alimentos, con un énfasis mayor por los productos naturales y enteros, de proveniencia local, obtenidos considerando el bienestar animal, el impacto ambiental y las prácticas éticas. El estilo de vida está cambiando.