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24 nov 2013 - 8:41 p. m.

Formación/¿Es posible hacer un emprendedor?

El trabajo eficaz, el aprendizaje y el conocerse más a sí mismo son principios que se aprenden en las aulas de clase y que pueden neutralizar cualquier presunta debilidad personal.

Formación/¿Es posible hacer un emprendedor?

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Formación/¿Es posible hacer un emprendedor?

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24 nov 2013 - 8:41 p. m.

¿Nace o se hace? Es un dilema común de la teoría de la organización que se aplica al negociador, al empresario, al líder que inspira y ahora, con mucha insistencia, al emprendedor. ¿La razón? Hace algunos años, la mayoría de los entendidos opinaba que la creación de empresas era un quehacer que estaba más cerca del arte que del oficio y, en consecuencia, existía poca preocupación por impartir cursos sobre el tema en los estamentos académicos. Hoy, muchas universidades y escuelas de negocios incluyen cátedras sobre emprendimiento en su pénsum. Entonces, surge el interrogante: ¿Si el emprendedor nace, qué sentido tiene ilustrarse en estas doctas disciplinas?

Por un lado, algunos hablan del ‘gen emprendedor’ que hace que estos seres sean especiales, que posean ciertas habilidades, que tengan una personalidad singular y que triunfen donde los demás fracasan. Los comparan con los deportistas o artistas, puesto que requieren pericias particulares para sobresalir en sus oficios. Ya saben: “Si no eres fuerte no puedes competir en el mundo del boxeo o de la lucha sumo”, “si sufres de vértigo es mejor que no practiques el paracaidismo”.

Muchos también postulan que existen fuertes vínculos entre el emprendimiento, el entorno y la herencia familiar. Así como Jamaica es país de atletas rápidos y algunos países de África lo son de corredores de largo aliento, existen ciertas regiones en donde nacen más emprendedores que en otras. También tenemos cierta evidencia de que ‘vástago de emprendedor’ tiene más inclinación a formar su propia empresa que ‘hijo de funcionario’.

Los expertos y los mismos emprendedores están de acuerdo en que existen ciertas habilidades que atizan el éxito de sus aventuras. Entre ellas, cabe destacar: propensión a asumir riesgos, habilidad para tolerar la ambigüedad y manejo de la incertidumbre, destrezas que aparentemente presentan alguna dificultad para desarrollarse en la academia. También estamos al tanto de que son personas con una elevada confianza en sí mismas y perseverantes; se guían más por la intuición que por extensos estudios, y tienden a tener altas dosis de optimismo. Todas improntas de la personalidad humana.

Entonces, ¿qué beneficios tienen las carreras relacionadas con la gerencia y/o MBA para potenciales emprendedores? Que aprendan algo de finanzas, operaciones o economía no va mal. Pero, ¿para qué atestarlos con profundas teorías que poco van a utilizar? ¿De qué les sirve aprender las bondades del trabajo en equipo cuando sabemos que la mayoría de ellos son enérgicos lobos solitarios que trabajan muchas horas a la semana, que no toman decisiones por consenso y que la pérdida o la derrota son palabras que no están dentro de su diccionario?

Por fortuna, la enseñanza sobre emprendimiento ha evolucionado, y sus tesis tienen en cuenta estas tipologías y características. Hoy todos entendemos que hay personalidades que favorecen la creación de empresas, pero también sabemos que existen muchas habilidades que no ostentan la connotación de innatas y que se pueden transmitir en las aulas de clase. Es complejo, pero tengo decenas de ejemplos de estudiantes que han descubierto su escondido ímpetu en el salón de clase. Creo firmemente que todo el mundo tiene interés de hacer negocios propios, así el grado de intensidad sea diferente.

Mis estadísticas con aspirantes al MBA registran que más del 85 % de ellos ha tenido la intención de establecer su propia empresa; más del 50 % alguna vez ha tenido un negocio, y más del 30 % lo ha intentado más de una vez. Eso sí, absolutamente nadie cree que nunca organizará su propia empresa.

Así mismo, tenemos evidencias de que la educación del emprendimiento aumenta la probabilidad de convertirse en empresario. En Inalde, por ejemplo, se han creado más de 100 empresas, varias de ellas por participantes que tenían como único plan de vida profesional ascender en las empresas en donde trabajaban.

En los cursos de emprendimiento se ofrece un ambiente receptivo a la creación de empresas; se ayuda a la elaboración de planes de negocios que se convierten en una alternativa al trabajo de empleado; se brinda la oportunidad de recibir retroalimentación y de intercambiar opiniones con emprendedores de éxito. Además, se forman redes de emprendimiento. Soy testigo de cómo estudiantes con muy poca inclinación hacia el emprendimiento se asocian con otros más aventureros, complementan sus habilidades y constituyen nuevas empresas.

Pero lo más importante es que estos cursos ayudan a reconocer oportunidades. De acuerdo con testimonios muy alentadores, que me llegan casi a diario, los participantes se forman una visión distinta del mundo de los negocios: “Ahora, cuando voy a un restaurante, siempre pienso en cómo yo podría mejorar este negocio”. “En mis viajes al exterior veo cada vez más oportunidades de negocio que yo podría replicar en mi país”. “Ahora sí me gusta acompañar a mi esposa a comprar ropa para el bebé porque siempre estoy pensando en las potenciales ganancias de la tienda”. Donde antes solo veían trivialidades, ahora encuentran campos abonados para el negocio.

En conclusión, para mí, el emprendedor, ante todo, se hace. No desconozco que existen diversas características innatas que quisiera lucir todo empresario, pero el trabajo eficaz, el aprendizaje continuo y el conocerse más a sí mismo son principios que se aprenden en las aulas de clase y que pueden neutralizar cualquier presunta debilidad personal. En los emprendimientos, el trabajo y la persistencia garantizan el 90 % del éxito.

fabio.novoa@inalde.edu.co

Fabio Novoa Rojas, director Área de Operaciones, Producción y Tecnología INALDE Business School.

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