Como la mayoría de las grandes ideas que se convierten en ‘jugosos negocios’, Summo nació de un problema: nadie quiere pagar recibos, ‘pelear’ contra las instituciones o hacer vueltas.
Juan Fernando Castro se dio cuenta una noche de viernes, conversando con un grupo de amigos. En las ‘quejas’ de ellos - porque perdían más mediodía pagando el arriendo, reclamando en el banco por una factura que no era de ellos o atravesando la ciudad para reclamar unos exámenes, vio una oportunidad de negocio: ganar dinero haciendo por otros lo que más les desagrada.
Empezar no fue fácil. Juan Fernando ya tenía su agencia de publicidad, negocio que ocupaba gran parte de su tiempo. Si antes trabajaba 10 horas, ahora le tocaba dedicar 20 para consolidar esa nueva idea que rondaba su cabeza. Pero él quería crecer.
Hoy Summo es una realidad y por eso asegura que rendirse nunca puede ser una opción en el camino de emprender. Con capital de su bolsillo, empezó a edificar lo que más tarde se convertiría en una startup que, en un principio, ya contaba con una ventaja: no hay competencia en el mercado.
ASÍ OPERA SUMMO
Summo es una página web – que está trabajando en su ‘app’ – a la que ingresa el ciudadano que padece Bogotá, esta ciudad que aglutina las más importantes compañías e instituciones del país, donde se puede hacer cualquier papeleo batallando contra los insufribles trancones. Summo hace sus vueltas sin dar tantas vueltas. Por eso, las dos ‘m’ de su logo son una rueda de niños.
Junto con la abogada María Cristina Holguín, Castro se lanzó al ruedo con esta idea de negocio que hoy es sostenible. Reciben peticiones para pagar la cuenta del agua o reclamar al Icfes por un examen que se perdió.
“Un bufete de abogados puede hacer lo mismo por usted pero le va a cobrar un ‘jurgo’ de plata por unos procesos que, en su mayoría, no son una cuestión legal. Estas peticiones suelen ser reclamos a instituciones o compañías que, aunque engorrosos, son procesos administrativos manejables si se conoce el procedimiento a seguir”, explica Castro.
Desde el momento en que el cliente se pone en contacto con ellos, todo queda sustentado en correo electrónico. Este es el medio por el que Summo se comunica con quienes solicitan sus servicios, además de contactarlo vía telefónica con quien se encargará de su pedido.
Si usted tiene varios ‘pendientes’ en lista, también puede adquirir combos: si requiere su servicio por tres meses tendría derecho a solicitar tres diligencias y dos reclamos por $45.000. Podrá contratar sus servicios hasta por un año.
En la oficina trabajan ellos junto con dos personas dedicadas a realizar las diligencias. En caso de que el personal no de abasto, contratan un freelance.
Castro asegura que la inversión en la herramienta digital y hacer trabajar la idea de negocio en torno a ella fue, tal vez, lo más complejo a lo que se enfrentaron. “Una vez empezamos, el volumen de trabajo se multiplicó. Tuve que hacer un alto en el camino y mirar cómo estaba haciendo las cosas para organizarme mejor. El factor tiempo es clave cuando uno está emprendiendo”, añade.
Hoy Summo, sin ser una empresa de cientos de empleados, ya está generando ingresos. Sus clientes más frecuentes: las mamás, las amas de casa, las ejecutivas o aquellas mujeres a las que simplemente les da ‘flojera’ tener que encargarse de esos pendientes en los que se suele perder mucho tiempo valioso.
Juan Fernando asevera que, con un plan financiero bien estructurado, lo único que deben hacer quienes tienen una idea rondando en sus cabezas es dejar de dar tantas vueltas y ‘¡atreverse!’.
TRES RAZONES POR LAS QUE NO SE TIENE ÉXITO A LA HORA DE HACER UN RECLAMO
Según Castro, estos factores son la receta para la frustración de quienes acuden a ellos:
1. No saben hacer el requerimiento. Normalmente, los usuarios no tienen idea de cuál es el conducto regular o a quién dirigirse. Eso, en un primer momento, ya molesta y es una tentación para rendirse.
2. A la gente de la pereza. Escuchar las experiencias de otros o tener recuerdos de sus fracasos anteriores suele desalentar. Eso, sumado con el tiempo que saben les demandará el que suele ser un proceso engorroso.
3. Las empresas contestan lo que quieren y lo siguen haciendo porque los usuarios no tienen idea de lo que les deben responder. Esto es muy común: quien recibe el reclamo suele dar cualquier respuesta al azar con tal del deshacerse del proceso.
Ana María Gutiérrez L.
@GutierrezAnaMa