Un empresario colombiano plasma en un libro 40 años de experiencia para explicar las claves para ser un buen líder.
Para Raúl Grisales Giraldo hay tantos modelos de liderazgo como líderes hay. Ese es uno de los criterios centrales de ‘Liderazgo, el secreto revelado’ (Oveja Negra), la más reciente obra de este ingeniero industrial y empresario colombiano, en la que ahonda en las vivencias, las características y el camino más expedito para entender este concepto, cada vez más interdisciplinario.
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Se ha escrito mucho sobre liderazgo, ¿cuál es el aporte de su libro?
Es consignarlo desde el punto de vista práctico y no como una carta de navegación que le indique a la persona cómo ser un líder.
¿No hay fórmulas?
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Hay unos formatos teóricos sobre la base de la práctica individual. Hay criterios como la disciplina, por lo que quien no sea disciplinado no puede ser líder.
Cuando se asume el reto y el riesgo de liderar a los demás se debe ser consciente que tiene que liderarse a sí mismo y que hace parte de la disciplina. En ningún libro le dicen cómo volverse disciplinado o cómo desarrollar esa habilidad de la disciplina.
Si es así, ¿entonces de dónde resulta el liderazgo?
Parte de una actitud vocacional y de voluntad de la gente que quiere ser líder. Es más desde la esencia y desde la conciencia que de la academia y de la teoría.
¿Cuál es el principio de esa posición?
Los conceptos del libro descansan sobre la base de la transformación del ser. Cuando el liderazgo se asocia a resultados solamente económicos y físicos las empresas pierden su norte empresarial, su vocación de servicio y sus principios y valores, y se convierten simplemente en negocios.
¿Cómo mejora el liderazgo?
Para que se consolide es aconsejable acudir al conocimiento y parte de conocerse como individuo. Hay que descubrir cuáles son sus talentos. Si no puede hacerlo por sí mismo, déjese orientar. Hay mucha gente talentosa que no sabe lo que tiene.
¿Qué motiva al líder?
Que su gente progrese, que sean mejores personas. Eso lo compromete más. Una empresa es más rentable en la medida en que tenga mejor capacitada a su gente y más feliz. La gente feliz produce empresas felices. Pesa el estado anímico de los grupos de trabajo.
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