Es director del Programa de Ciencias Histórico Sociales de la Universidad de Stanford e investigador en el NBER, el principal centro independiente de estudios económicos en EE.UU.
Recientemente, el académico fue invitado por Corficolombiana a una conferencia y, durante su visita, habló con Portafolio.
¿Qué tan lejos estamos de salir de la crisis?
Es muy difícil fijar un horizonte, pero lo que se puede decir es que después de la recesión, la economía europea crecerá muy despacio. En el caso de Estados Unidos, creo que todavía no está cerca de ser más dinámica y lo que estamos viendo es que tendrá entre 18 meses y 2 años de crecimiento lento.
¿Cuáles son los riesgos?
Lo principal es lo que ocurra con Europa y ver si las naciones pueden manejar juntas toda esta situación. Después vendrá un crecimiento muy lento y eso tendrá un gran efecto, tanto en países desarrollados como en emergentes.
¿Cómo Latinoamérica está enfrentando esta situación?
Esta crisis es interesante y diferente, porque antes América Latina se veía afectada mucho más severamente que los países desarrollados, pero ahora las naciones de la región están mejor posicionadas. Cuando la crisis comenzó, sus niveles de deuda pública sobre PIB no eran altos, el sistema bancario tenía alternativas para colocar recursos y las entidades estaban bien capitalizadas, y, por tanto, había estabilidad en el sector financiero. Por eso, la crisis bancaria en Estados Unidos y Europa no se transmite a la región.
¿A qué se atribuye eso?
Creo que, en parte, esto tiene que ver con que en la última década se han visto gobiernos responsables en muchos países de la región. Muchas administraciones en América Latina están bajo la presión de adoptar políticas con el fin de no volver a la inflación, pues se dice que este es el impuesto a los pobres.
¿Qué elementos amenazan el crecimiento en la región?
Con unas economías más globalizadas, la lentitud del crecimiento en Estados Unidos y Europa muy seguramente también hará que Latinoamérica se desacelere. Pero aparte de eso, también hay vínculos importantes con lo que ocurra en China, por el alto volumen de exportaciones, en particular de Brasil, Perú y Chile. El enfriamiento de China hará más difícil que las economías de la región crezcan más rápido de lo que ya lo hacen, y el lento avance impedirá mejoras en temas clave como el desempleo.
Y a nivel interno, ¿qué elementos están frenando el crecimiento?
Hay varios puntos fundamentales en América Latina que se convierten en los desafíos principales en adelante. Uno de ellos es la debilidad de las instituciones y la desigualdad en la distribución del capital humano, lo cual hace extremadamente difícil competir con industrias menos intensivas en mano de obra y con países con salarios más bajos. Lo otro que el Gobierno puede hacer es invertir más en capital humano; una de las cosas es que el sistema educativo en la región puede ser mejor.
¿Cuál es su percepción de la economía colombiana?
No pretendo ser un experto de la economía colombiana, pero lo que puedo decir es que está muy bien posicionada y ha hecho las cosas bien. Está atrayendo mucha inversión, hay un entorno mucho más estable y una base importante de recursos naturales. Creo en un buen futuro para la economía colombiana.
¿Cuál es su visión de lo que puede pasar si las negociaciones de paz llegan a buen término?
Indudablemente eso va a ser muy bueno y le dará mucha más estabilidad al país. Hay una alta correlación entre estabilidad política y crecimiento económico. La gente no inviertesi no ve respeto por los derechos de propiedad y la seguridad personal.
La tasa de cambio es uno de los factores que más ha afectado la actividad productiva. ¿Qué más puede hacerse para contener la apreciación?
Una de las características recientes es que en la medida en que las economías desarrolladas están débiles, hay una apreciación de las tasas de cambio en América Latina. Pero, no creo que sea un problema fundamental, sino un asunto de corto plazo. Los gobiernos y los bancos centrales en la región tienen capacidad para seguir interviniendo en los mercados cambiarios. Creo que es un problema de segundo orden; hay asuntos fundamentales que requieren más atención.
¿Cómo ve al sistema financiero?
Ese es precisamente el otro tema, pues muchos países de la región atravesaron por crisis bancarias entre los ochenta y los noventa, de tal forma que tuvieron que hacer muchas reformas y hubo mucha presión para que los bancos de la región se capitalizaran. Los bancos latinoamericanos tienden a no ser muy grandes, no otorgan mucho capital a las medianas y pequeñas empresas, pero lo bueno es que no vemos portafolios con activos de riesgo, como los que llevaron al estallido de la burbuja en Estados Unidos que desencadenó la crisis financiera. Otro de los grandes retos es el acceso al crédito.
¿Qué está viendo en ese frente?
Si bien es cierto que una de las razones por las cuales América Latina no sintió la crisis es que hay un sistema bancario muy concentrado, pero eso a la larga se convierte en un problema desde el punto de vista del crecimiento. Varios países de la región tienen sistemas bancarios relativamente pequeños frente al tamaño de las economías. Ese es el caso de Colombia, y hay sectores en los que hay una brecha entre el crecimiento del crédito y lo que se necesita para crecer.
¿Por qué se presenta eso?
Hay un problema con los derechos de propiedad. Una de las razones de los bajos niveles del crédito en la región es que es muy difícil el cumplimiento de los contratos. Los bancos hacen más difícil el acceso al crédito porque la justicia es ineficiente, la policía también y en general muchas de las autoridades. Somos conscientes, de todas maneras, de que esto no se soluciona de la noche a la mañana. Los gobiernos deben crear los incentivos necesarios para que haya más competencia en el sector y para que lleguen más entidades y hay que crear instituciones adecuadas para el cumplimiento de los contratos.
¿Qué papel juegan las entidades de microfinanzas?
La evidencia es que muchas de ellas son buenas, pero creo que son demasiado pequeñas para hacer la diferencia. A veces, el tamaño de los préstamos no compensa los costos de dar un crédito y muchas operan con subsidios, lo cual no las hace sostenibles. No soy muy optimista de que las microfinanzas sean el mecanismo para resolver los problemas del crédito.
Y falta más desarrollo del mercado de capitales…
Con excepción de Brasil y de Chile, los mercados son muy pequeños y tienen inscritas muy pocas empresas. Por ahora, creo que enfatizarse en el mercado de capitales no es tan importante como desarrollar el sistema bancario, porque para su desarrollo las compañías recurren primero a la financiación bancaria.
‘GOBIERNOS NO DEBERÍAN HACERSE CARGO DE ACTIVOS TÓXICOS’
¿Cómo ve la dinámica del crédito en América Latina?
La demanda de préstamos es alta en la región, precisamente porque la bancarización es muy baja. El acceso al crédito es una de las características clave para cualquier democracia. El sistema financiero tiene la presión de crecer en todos los segmentos, pero lógicamente los banqueros solo quieren aumentar el crédito en la medida en que se puedan hacer cumplir los contratos y tengan la fortaleza suficiente para evaluar el riesgo de crédito.
Algo que no debería pasar es que los gobiernos creen bancos de desarrollo que compren préstamos hechos por entidades privadas, como está pasando en Brasil.
Esa no es una buena solución al problema, porque eso quiere decir que el Gobierno tiene activos que podrían no tener mucho valor y eso puede crear una burbuja como en Estados Unidos. Eso sería un peligro porque quienes pagan impuestos son los que tendrían que hacerse cargo de esa limpieza.